“Una tierra de acogida es un regalo inesperado”
Físico, empresario y escritor ginebrino, Metin Arditi publica el ‘Diccionario amoroso de Suiza’. El autor, de origen turco, ofrece en él su visión de un país “fuente constante de dicha”, al que observa “siempre con asombro”.
Se dice que Helvecia es misteriosa y compleja. Son muchos los libros que intentan explicarla pero a menudo son tediosos, y la austeridad de sus observaciones obstaculiza el placer de su lectura. Este no es el caso, ni de lejos, del ‘Diccionario amoroso de Suiza’, publicado por la editorial francesa Plon. ¿Su autor? Metin Arditi, novelista ginebrino conocido por su activa participación en la vida cultural y social del país.
El enfoque de Metin Arditi tiene con qué atraer a los más apáticos de los expertos. Porque todo está previsto y nada lo está en este diccionario que narra Suiza en orden alfabético, sin caer en la trampa de la simple exposición de hechos históricos. Ciertamente, encontramos el chocolate, la relojería, a Guillermo Tell y… a Roger Federer. Pero al lado de esos temas, emparentados con los estereotipos, hay muchos otros que sorprenden por la mirada renovada que el autor posa sobre su país de acogida.
Racionalidad y sentimientos mezclados
Y es que debemos subrayar que Metin Arditi es de origen turco. Llegó a Suiza a la edad de 7 años. Hoy tiene 72. Está enamorado de Suiza, de lo que habla abiertamente el título de su libro. “Es importante recordarlo porque muestra la medida de mi compromiso impregnado de subjetividad, como en cualquier relación amorosa. En el fondo, me mantengo racional. Pero a esta racionalidad se mezclan mis sentimientos. Y como todo el mundo sabe, sobre los sentimientos no se manda”.
Todo está en la fascinación. “Si yo fuera de origen suizo, nunca habría escrito el mismo diccionario”, afirma Metin Arditi. “Es precisamente porque soy de origen extranjero que siempre veo este país con asombro”. Es para mí una fuente constante de dicha. Una tierra de acogida le llega a uno como un regalo inesperado y no como un hecho”.
El diccionario tiene 175 entradas y otras tantas novelas, noticias o piezas de teatro cortas. Un estilo diferente para cada entrada, con consideraciones personales, embellecidas con anécdotas apropiadas o citas de grandes autores.
‘A’ como Alinghi
‘A’ como Alinghi, el más famoso barcos suizo, dos veces ganador de la Copa del América. Y ‘Z’ como Zúrich, donde “el dinero está en todas partes”, pero nunca “de manera ostentosa”. Esta elección que abre y cierra el diccionario no es trivial: Suiza se mantiene sobria en su éxito como en su riqueza. Es su rasgo más notable.
Entre la A y la Z, emergen otros rostros del país. En desorden: ‘P’ como poya, el ascenso eterno a los pastizales de montaña. ‘I’ como el Instituto Suizo de Roma que recibe cada año doce artistas e intelectuales helvéticos durante 10 meses; ‘E’, como iglesia (église), aquella de Saanen en el Oberland Bernés, que ocupa la atención del autor más que Gstaad, la famosa estación vecina de esquí.
Bancos privados
Pero hay figuras más esperadas: Migros, la Guardia Pontificia, grandes pintores, como Hodler, grandes escritores, como Dürrenmatt y Charles Ferdinand Ramuz. Y luego están los banqueros privados bajo la letra ‘B’. Ahí se habría podido temer lo peor: explicaciones técnicas perdidas entre cifras, algo que Metin Arditi evita adentrándose en el tema por la vía de la metáfora.
“Osé comparar a los banqueros suizos con sus homólogos judíos de la Edad Media. El banquero ideal es alguien muy competente, pero no necesariamente súperpoderoso. Ese fue el caso de los banqueros judíos durante siglos. Se les reconocía su talento, pero se los tenía bajo la mira. Eran minoritarios y no tenían derecho a ejercer todos los oficios. Lo mismo en Suiza. Es pequeña. Su elección fue no ser un país súperpoderoso y conquistador, en el plano militar. Es una restricción que Suiza se impuso a sí misma, y de la que, paradójicamente, obtiene toda su fuerza”. Y toda su personalidad, lo que da el tono al diccionario, podríamos añadir.
Un pesar sin embargo: en la elección del autor, la Suiza de expresión francesa ocupa un espacio mayor que el otorgado a las otras regiones lingüísticas del país. El autor se defiende: “Mis elecciones son subjetivas. Lo he dicho. Sin embargo, mi enfoque está lleno de una perspectiva federal. Además, está prevista una traducción de mi diccionario al alemán. Así que voy a aprovechar esa ocasión para ampliar algunas entradas de la parte de habla alemana. El Carnaval de Basilea, por ejemplo, que me encanta, y del que no he hablado”.
Metin Arditi
Nace en Ankara en 1945.
Sus padres lo inscriben en un internado en Paudex (Vaud), a los 7 años.
Más tarde estudia ingeniería en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y completa sus estudios con una formación de negocios en la Universidad de Stanford, California.
A principios de la década de 1970 se lanza en ese sector.
En 1988, crea la Fundación Arditi en Ginebra y paralelamente efectúa actividades en los campos cultural y social.
Preside la ‘Orquesta de la Suisse Romande’ (OSR) y ahora es embajador de la UNESCO para el diálogo intercultural.
Es autor de diversos ensayos y novelas entre los cuales ‘El Turquetto’, ‘La hermandad de monjes voladores’ y ‘Mi padre sobre mis hombros’, recién publicado por Grasset.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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