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El Gobierno suizo, nuevamente, “banquero a su pesar”

gente delante de un banco en 1931
En 1931, clientes del BPS se precipitaban al banco para recuperar sus ahorros. Keystone

El rescate del UBS en 2008 y el que vive actualmente el Credit Suisse no son los únicos documentados en la historia de Suiza. En medio de la crisis mundial de la década de 1930, el Gobierno tuvo que salvar al Banco Popular Suizo (BPS) con el apoyo del Parlamento. 

El 19 de noviembre de 1933, el Departamento Federal de Finanzas (DFF) anunció que el Banco Popular Suizo (BPS) “debía ser objeto de una reorganización”. El Gobierno aportó entonces 100 millones de francos para ello. Era un hecho sin precedentes, el Estado estaba salvando a uno de los principales bancos del país aportando una suma equivalente a la cuarta parte de los gastos anuales de la Confederación.

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Un mes antes, la dirección del banco había pedido ayuda al Consejo Federal tras concluir que un proceso de saneamiento encabezado exclusivamente por el propio banco tenía pocas probabilidades de éxito.  Se requería el apoyo gubernamental. 

A la población suiza no le sorprendió demasiado el giro de los acontecimientos porque el banco llevaba algún tiempo en declive. En septiembre de 1931, largas filas de clientes se formaban ante las sucursales de Zúrich para retirar sus ahorros. El diario alemán Frankfurter Zeitung reportó la noticia titulándola: «El banco popular suizo, en apuros».  Pero el BPS, las autoridades helvéticas y la prensa se encargaron de serenar a la gente transmitiendo mensajes tranquilizadores, al menos en apariencia.

La banca de las PYME en aprietos 

Desde entonces el sector bancario suizo ya tenía una estructura parecida a la actual. Había una gran cantidad de bancos cantonales que operaban en el mercado nacional y grandes instituciones de crédito con presencia en los mercados internacionales. De los ocho principales bancos de la época, tres se destacaban: el Schweizerische Kreditanstalt (SKA, más tarde Credit Suisse), el Schweizerische Bankgesellschaft (SBS, más tarde fusionado con UBS) y el Schweizerische Volksbank (BPS), que fue adquirido por Credit Suisse en los años 1990.

Con un balance de 1 700 millones de francos suizos anuales y 1 600 empleados, el BPS era el segundo banco más importante de Suiza. Jamás había sido considerado como un «gran banco típico» porque no era una sociedad anónima, sino una cooperativa que tenía una sólida red de sucursales que reforzaban sus actividades en Suiza, no en el extranjero. La gente veía al «BPS como el banco de la clase media, el que atendía a los pequeños ahorradores y a los empresarios». Pero el Gobierno explicó más tarde que “los ahorradores que iban haciendo fortuna se convertían en miembros asociados del BPS vía la adquisición de obligaciones de caja. Las familias solían invertir sus patrimonios en esos instrumentos”.

Las finanzas del banco no andaban bien, pero esto solo se conocía parcialmente. En los años previos al colapso, el BPS había ampliado su abanico de actividades concediendo más créditos importantes a las empresas e invirtiendo en fondos en el extranjero. Su vocación de banco de las PYME seguía firme, pero los directivos del BPS recordaban los reveses vividos después de la Primera Guerra Mundial, cuando la institución enfrentó fuertes pérdidas por créditos impagados de empresas familiares dedicadas a los sectores del bordado, la relojería y la hostelería. De cara al futuro, el BPS deseaba evitar pérdidas que habrían afectado a los miembros cooperativistas. Y para prevenir descalabros, le pareció interesante fortalecer su actividad en los mercados extranjeros.

La estrategia dio frutos al principio, pero se fue tornando arriesgada, ya que el BPS carecía de la experiencia necesaria para operar fuera de Suiza. En 1929 se descubrió un importante fraude cometido por una empresa molinera de Francia. El banco fue una de las víctimas.

Los cooperativistas le exigieron al BPS dar marcha atrás y recuperar su rol clásico de banco popular. Un nuevo equipo directivo intentó avanzar en esta dirección, pero fracasó. «El BPS no es un banco grande, sino un banco mediano que creció”, explicaron los directivos. El crac experimentado por la bolsa neoyorquina, en 1929, había cambiado las reglas del juego y la crisis mundial posterior provocó enormes pérdidas a casi todos los grandes bancos.

Manejos entre bastidores

En 1931, tras el llamado «derrumbe del BPS» que tuvo lugar en Zúrich, el “saneamiento” del banco se convirtió en un tema constante en la agenda del Consejo Federal y del Banco Nacional de Suiza (BNS). Entre bastidores, se puso en marcha una estrategia que hoy sería totalmente improbable. Alfred Hirs, un exdirectivo del banco central, fue designado como el gestor de la crisis del BPS. Su misión era dirigir internamente las operaciones del banco, reportando cada proceso al BNS. El Gobierno apoyó la decisión, pero no quiso hacer público el asunto. Le parecía «extremadamente peligroso» divulgarlo.

La dirección del BPS aparentaba que todo estaba bien ofreciendo mensajes de confianza. Incluso, mientras el banco se desmoronaba, se repartían dividendos. Pero los préstamos dejaron de ser pagados por los deudores, los ahorradores empezaron a retirar sus fondos y los miembros de la cooperativa, a vender sus títulos. En ese momento, ningún otro banco suizo estaba en posición de salvar al BPS.

El Gobierno, el último recurso

Sin el apoyo urgente del Estado, el BPS se habría hundido irremediablemente. Las autoridades suizas decidieron actuar a una velocidad inusual. No pasaron ni dos meses entre la solicitud del banco al Consejo Federal, la reunión extraordinaria celebrada entre los delegados (noviembre de 1933) y el decreto aprobado por el Parlamento suizo el 8 de diciembre de 1933 “para que la Confederación participara financieramente en el saneamiento del BPS”.

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Grupo de hombres trajeados de espaldas en la calle

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“La imagen del banquero libre de toda sospecha ya no existe”

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El Gobierno se convirtió en “banquero a su pesar”, como lo resumió el diario bernés Der Bund. Aunque la presión fue enorme, el proceso fue aprobado por la Asamblea Federal, convirtiendo a los accionistas del BPS en una minoría accionaria, al tiempo que ampliaba los poderes del Consejo Federal y limitaba la posibilidad de celebrar un referéndum. Para Edmund Schulthess, quien era ministro de Economía Pública y presidente de la Confederación en 1933, recurrir a estas medidas legales de emergencia era absolutamente necesario “para salvar la economía suiza”.

Como el BPS tenía una estructura cooperativa, la operación fue escasamente cuestionada por los partidos políticos y la prensa. Der Bund, por ejemplo, citó las «profundas raíces del banco en las clases trabajadoras» como una justificación para esta operación. El periódico de izquierda Basler Vorwärts añadió que la decisión se tomaba para “evitar que los pequeños ahorradores perdieran su dinero». Así, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, todos estuvieron de acuerdo en que el banco debía ser rescatado.

A la hora de señalar a los culpables, las opiniones fueron más contrastadas. La prensa de izquierda señalaba a los representantes de la derecha burguesa que habían sido miembros del consejo de administración del banco. Los diarios liberales de derecha, por su parte, cuestionaban la pertinencia del estatuto de la cooperativa. Pero todos coincidían en un punto: un rescate por parte del Gobierno suizo no debía repetirse nunca más.

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Sesenta años después del rescate, el BPS se fusionó con el Schweizerische Kreditanstalt (SKA), que más tarde pasó a formar parte del Credit Suisse. Keystone / Str

A partir de esta experiencia, la esfera política comenzó a exigir nuevas medidas legales. El entonces ministro de Finanzas, Jean-Marie Musy, declaró que la promulgación de una ley bancaria era algo que “debía hacerse a la brevedad”. Un borrador de esta ley, que había pasado mucho tiempo en un cajón, fue presentado ante el Parlamento suizo en febrero de 1934 y aprobado en septiembre de ese mismo año. El texto estipulaba por primera vez la existencia del secreto bancario y exigía una supervisión más estricta del sector financiero.

Pero la intervención de emergencia del Gobierno en los bancos no se abordó en esta ley. Durante 75 años, el rescate del BPS se mantuvo como una excepción.

Después de la Segunda Guerra Mundial la Confederación redujo su participación en el BPS y se lo vendió en 1993 al Credit Suisse, institución que debió protagonizar su propio rescate hace solo algunas semanas.

Texto revisado por David Eugster. Adaptación del francés: Andrea Ornelas

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