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Homenaje al cine argentino en Festival de Friburgo

Julio Chávez en 'Un oso rojo' de Lila Stantic fiff.ch

Una de las retrospectivas de esta XXV edición del Festival de Fribourg, consagrada a la Argentina, rinde homenaje a la productora Lita Stantic, promotora del éxito internacional de la 'Nueva Generación' de cineastas de ese país sudamericano.

Entre otros, Pablo Trapero, Lucrecia Martel, Israel Adrián Caetano y Lisandro Alonso. Todos, con obras premiadas en lo más destacados festivales de América Latina y Europa.

« Lo más importante es el talento del realizador…Aunque no puedo negar que me halaga ayudarles a hacer un cine mejor », reflexiona Lita Stantic en entrevista con swissinfo.ch.

 

swissinfo.ch : ¿Qué significa para usted, casi 50 años después de haber comenzado su carrera cinematográfica, el homenaje que le brinda hoy el Festival de Friburgo ?

Lita Stantic : Me siento muy honrada por ese reconocimiento, pero lo que más me emociona es que el FIFF haya programado para este 24 de marzo, en el 35 aniversario del Golpe de Estado, la proyección de mi película, «El Muro del Silencio» y el homenaje. Ese 1976 fue el inicio de una etapa oprobiosa de dictadura militar. La emoción viene de constatar que esa fecha, que significa tanto para nosotros, también se haya instalado en la memoria europea, en todo caso aquí en Suiza, en Friburgo.

 

swissinfo.ch : Un hecho que la marcó como a toda la historia contemporánea de su país…

LS: En efecto. Para mí lo más hermoso en la vida fue creer en un cambio como lo vivimos a inicios del los años setenta. Lo más siniestro, lo más tremendo, la dictadura que se instaló entre 1976 y 1983 que nos marcó tanto y todavía deja huellas.

 

swissinfo.ch: ¿Huellas irreversibles?

LS : Sí. Porque si la tortura, la represión, la exclusión fueron siniestras, lo más terrible fue el mecanismo que emplearon: la desaparición de personas. Crearon un ambiente de locura  utilizando a aquellos que durante un tiempo estuvieron detenidos con vida y luego engrosaron una categoría siniestra de « desaparecidos ». Fue un juego diabólico, imposible de olvidar.

 

swissinfo.ch : Su vida profesional como cineasta tiene varias etapas. Antes de ese Golpe, durante la dictadura y más tarde, en los noventa, apadrinando a los nuevos cineastas. ¿Es correcta esta cronología?

LS :  Agrego una cuarta etapa, muy trascendente. La compartida con María Luisa Bemberg, hacia el inicio de los años 80, cuando creamos una empresa de cine. Dos mujeres, lo que era insólito y casi loco en ese momento. Ella como directora y yo como productora. Entonces, había muy poco espacio para una activa presencia femenina en nuestro sector.

Recuerdo muy bien a un productor ejecutivo que cuando comencé como adolescente mi carrera me dijo categóricamente: « el cine no es para mujeres ». Y nosotros demostramos que era posible. Produjimos cinco largometrajes en una década. Confrontamos la censura previa de guiones impuesta por la dictadura. Y también tuvimos la enorme satisfacción de haber producido «Camila», en 1984, el primer largometraje en democracia.

 

swissinfo.ch: ¿Cómo siente, cómo evalúa, al cine argentino de hoy?

LS: Hay un cine argentino que comienza con la película Pizza, Birra y Faso,  -hacia fines de los noventa. Que continuó con Mundo Grúa y La Ciénaga, y que permite instalar en el escenario cinematográfico a algunos directores muy importantes de renombre internacional.

Hoy por hoy, siento que se va reforzando un cine, con algunos realizadores interesantes, pero que en su totalidad no refleja lo que realmente está pasando en el país. Hay excepciones, especialmente de documentales de calidad. Me gustaría que nuestro cine se pareciera un poco más al rumano. Y permitiera profundizar lo que somos, lo que es hoy Argentina…

swissinfo.ch: Según su visión, ¿qué es hoy Argentina?

LS: Es complicado sintetizarlo. Pero sería bueno ver un cine que refleje las contradicciones, las discusiones. Es un momento muy especial en el que hay gente que cree en un proyecto y otra no. Se discute bastante…y eso no aparece en el cine.

 

swissinfo.ch: ¿Y usted misma?

LS: Soy de los que quieren creer y que vemos la gran necesidad de participación de la gente. Pero quisiera fundamentalmente que no hubiera más pobres en Argentina. Y sigue habiendo muchos pobres, a pesar que la economía marcha muy bien. Me gustaría que se modificaran ciertas cosas.

Con subsidios no se resuelven los males estructurales, si no con educación, con integración. Es evidente que lo que comenzó en el 76 con los militares y continuó en los noventa con el neoliberalismo, marca una etapa y es complicado de superar. Pero uno quiere y pide más…

 

swissinfo.ch: A sus casi 70 años, con una experiencia humana y profesional tan rica, ¿cuál es su balance principal en plano profesional?

LS: Me regocija haber superado ese condicionamiento que aseguraba que una mujer no tiene posibilidades en el cine. Tuve la suerte, en un momento muy interesante de mi país, de darme cuenta que ciertos guiones contaban de una manera diferente las cosas. Con creatividad. Y apoyé ese movimiento. No me propuse nunca, conscientemente, ser la productora de la “Nueva Generación”. Tuve suerte. Y la coyuntura ayudó. Era un momento histórico tan rico que uno ponía una cámara en la calle y la película se filmaba sola. Muchos filmes trascendieron en mucho lo que al inicio pretendieron hacer sus realizadores.

 

swissinfo.ch: ¿Y la asignatura o el desafío pendiente?

LS: Lo que me propongo es no equivocarme. Sería tremendo para mí a esta altura de mi vida hacer una película y luego tener que preguntarme: ¿por qué produje esto?

Lita Stantic, cuyo verdadero nombre es Élida, nació en 1942

En su larga carrera fílmica, que comenzó al inicio de los años sesenta, se ha destacado como directora, productora y guionista.

Es considerada como una de las personas clave de referencia del ‘nuevo cine argentino’

En 1993 realiza su único largometraje: Un muro de silencio.

Mira con recelo la “explosión” de la producción argentina actual: 116 películas en el 2010. Aunque, como ella misma lo explica, más del 70% de la misma se presentó solamente en las salas del Instituto del Cine o del complejo cultural Malba, en Buenos Aires.

Ganó premios con algunas de las películas que produjo. Entre otros, el Leopardo de Plata del Festival de Locarno, en 2002, con Tan de repente (Diego Lerman)  y el mismo año una mención especial en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, con Tan de repente y Un oso rojo. Este último galardonado también en el Festival de Berlín.

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