La fondue como parte del patrimonio mundial
Este fundido de queso suizo, las fiestas de la Escalada en Ginebra o el Carnaval de Basilea podrían verse promovidos como patrimonio mundial de la UNESCO. Los cantones suizos implicados en este tipo de especialidades y festejos acaban de presentar sus propuesta de rituales y tradiciones para la lista del ‘Patrimonio Cultural Inmaterial’ de la UNESCO.
“Suiza es rica en tradiciones, pero muchas de ellas están desapareciendo”, deplora David Vitali, de Cultura y Sociedad de la Oficina Federal de la Cultura (OFC).
Vitali está “convencido de que nuestras tradiciones meritan mayor atención por parte de la población y de las autoridades, en comparación con lo ocurrido hasta ahora”.
En 2008, Suiza ratificó dos convenios de la UNESCO: para la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales y para salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial. En este último aspecto los Estados deben establecer un inventario de esas “tradiciones vivas”. La OFC actualmente coordina ese inventario, en base a las listas establecidas por los 26 cantones que conforman al país.
“Con base en este inventario nacional habrá la posibilidad de inscribir ciertos elementos en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO”, explica David Vitali.
Esas tradiciones suizas se unirán a los 232 ejemplos actualmente ya en la lista, que muestran la diversidad cultural de cada país, tal como el flamenco o la caligrafía china, pasando por la gastronomía francesa.
Listas secretas
En septiembre de 2010 comenzó la tarea de hacer las listas cantonales. La OFC ya ha recibido todas esas propuestas, 380 proposiciones en total. Un grupo de doce expertos las analiza y busca reducir el número de ejemplos a 150, para publicarlas en otoño de 2012. Pero se requiere aún de una selección más restringida la que sea propuesta a la UNESCO, una veintena solamente, de las cuales menos de diez finalmente serán elegidas.
Por ahora, el contenido de las listas es secreto, con dos excepciones: los cantones de Ginebra y de Friburgo comunicaron el contenido de las suyas. Se encuentra la fiesta de la Escalada, los ritmos de Jacque Dalcroze, las diversas recetas de la fondue, sin olvidar le Ranz-des-vaches, cantado en patois (un dialecto de raíces francófonas).
La presidenta del grupo de expertos friburgueses, Isabelle Raboud-Schüle, admitió que la elección es ligeramente caricatural. Pero indicó, como lo comentó en el diario ‘Le Temps’, esto era “difícilmente evitable”. En su opinión, esta lista “se asienta en realidades. El objetivo es indicar aquello que identifica a una población”.
Para David Vitali, el objetivo es evitar en lo posible los clichés y que las costumbres no queden grabadas en piedra. “No queremos momificar las tradiciones suizas. Aquellos que sometan sus ideas deben probar que esas tradiciones pueden evolucionar, que están vivas y que significan algo para el público actualmente”.
Agenda cultural
Estas listas llegan en un momento en que Suiza establece su agenda cultura para los cuatro años próximos. En 2009, el gobierno adoptó una ley para estimular la cultura y en febrero de 2011 presentó su “mensaje cultural”, con un programa para el periodo 2012-2015.
Las autoridades esperan concentrarse especialmente en las culturas populares y en el ámbito digital. El mensaje describe los dos convenios de la UNESCO como “una reacción a la homogeneización y al debilitamiento de las culturas a causa de la globalización”. Y agrega que la diversidad cultural es de “importancia capital” en un país como Suiza, donde cohabitan idiomas y culturas diferentes en un espacio reducido.
Regreso a las tradiciones
La OFC espera cofinanciar proyectos destinados a asegurar la evolución de las artes y la artesanía. La fundación Pro Helvetia, que recientemente inició un programa sobre las tradiciones populares, colaborará con los cantones rurales para poner el acento en el arte y la cultura de las regiones.
La Biblioteca Nacional Suiza, por su parte, presentará, en colaboración con la Universidad de Zúrich, una exposición sobre la diversidad de los dialectos regionales.
Pius Knüsel, director de Pro Helvetia, observa un fenómeno global en esta recuperación de interés por la cultura tradicional. En su opinión, “la cuestión de la identidad se ha vuelto muy importante”.
“La cultura popular tradicional es una fuerza social potente. Cerca de medio millón de suizos están comprometidos activamente a su impulso. Lo que buscan es un reconocimiento, antes, incluso, que un apoyo financiero. Desde hace más de 30 años, la cultura tradicional fue excluida de los apoyos estatales; por lo que hay una necesidad de mejores estructuras nacionales para el apoyo a manifestaciones clave con personas cualificadas en la materia”.
La promoción de la cultura, como la educación, es un asunto de índole cantonal y de las comunas en Suiza.
Está consagrada en la Constitución desde 2000.
El gobierno federal se encarga de asuntos de interés nacional.
En 2007, más de 2002 millones de francos de las arcas públicas se invirtieron en el sector cultural: 46% por las comunas, 39%, por los cantones, y 15% por la Confederación.
Cinco regiones del país proporcionan el 60% del financiamiento público a la cultura:
Basilea y su región periférica, Berna, Ginebra, Vaud y Zúrich.
La ciudad de Basilea es la más generosa con 777 francos suizos por habitante al año.
La Oficina Federal de la Cultura (OFC) se encarga de la tarea de la sensibilización y la promoción cultural.
Se ocupa también de la arqueología, el apoyo al cine y el dibujo y promueve los intereses de las comunidades lingüísticas y culturales.
Pro Helvetia fue creada como fundación por el gobierno en 1939.
Su objetivo: ofrecer a los artistas mejores condiciones para la creación y difusión de sus obras.
Sin olvidar las numerosas fundaciones privadas que hacen esta tarea de impulso y donativos para la cultura en Suiza.
(Traducción: Patricia Islas)
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