La odisea creadora de Barceló en Ginebra
El célebre artista español culmina su colosal cúpula para la Sala de los Derechos Humanos en la sede europea de la ONU, que se inaugura este martes en presencia del rey de España. Se trata de la mayor obra de arte donada a Naciones Unidas en décadas.
Miquel Barceló necesitó nueve meses y 35.000 kilos de pintura para dar forma a «un mar en movimiento» de 1.400 metros de superficie. swissinfo tuvo oportunidad de ver el trabajo en plena fase de creación.
La visita tuvo lugar con el secretismo propio de la entrada en una central nuclear o un centro de inteligencia militar. Corrían los días de marzo de 2008 cuando este cronista tuvo el raro privilegio de entrar en la Sala XX del futuro Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Montado a unos gigantescos andamios a pocos palmos de la inmensa cúpula, el trabajo se presentaba aún a medio concluir ante un selecto grupo de visitantes. Prohibición expresa y terminante de tomar fotografías, incluso con los teléfonos móviles.
Ante nuestros ojos se desplegaba la obra de Miquel Barceló.
Un trabajo de proporciones hercúleas que se había iniciado el 10 de septiembre de 2007. Comenzaba así a tomar forma el proyecto que nació durante una visita del rey Don Juan Carlos a Ginebra en 2005.
En ese viaje, Naciones Unidas propuso al monarca español la realización de una segunda contribución artística a la sede europea de la ONU, tras los murales realizados por Josep María Sert en 1936, poco antes de la Guerra Civil.
A tal fin nació la fundación mixta ONUART, constituida por el Estado español y un conglomerado de empresas punteras entre las que se cuentan algunas de las principales firmas de la Península.
A partir de la culminación de los trabajos, la Sala XX de las Naciones Unidas pasará a llamarse ‘Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de las Civilizaciones.
«Una cueva y un mar en perpetuo movimiento»
La creación de esta gigantesca obra no fue tarea fácil e implicó innumerables desafíos técnicos. Entre los asistentes de Miquel Barceló se cuentan especialistas en partículas físicas, ingenieros, arquitectos y restauradores de patrimonio.
Incluso un cocinero llegado expresamente de París. Como explicaría a los medios de comunicación el propio Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) fue muy difícil encontrar las materias adecuadas para dar forma a su sueño.
«En numerosas ocasiones llegué a pensar en tirar la toalla», comentó. Pero, afortunadamente, el artista mallorquín salió victorioso en su apuesta al encontrar los materiales capaces de generar las inmensas estalactitas y dar con las resinas y pinturas adecuadas tras meses de experimentación constante.
De hecho, la creación de Miquel Barceló tiene una característica muy singular. Según el punto de vista que adopte el visitante, la obra cambia por completo en una metamorfosis infinita de colores y formas.
Si el observador da una vuelta alrededor de las imponentes estalactitas verá a cada paso un nuevo aspecto de una pieza que parece contar con vida propia. Sin duda, una experiencia singular.
La obra «recuerda a una cueva y un mar en perpetuo movimiento», en palabras de su autor. Para su realización utilizó pistolas de ‘paintball’, un complejo código de colores, 35.000 kilos de pintura y una poderosa manguera para inyectar el Nepóxido.
Este material resistente y de fuerte textura es el que finalmente permitió que la pintura cuajara y las estalactitas se aguantaran en su sitio. La pintura es ignífuga y resistente «como para llegar a durar más que el propio edificio que la alberga».
Durante los meses de trabajo, Miquel Barceló se instaló a orillas del Lago Leman con su equipo de colaboradores. El artista, que tiene casas en París, Mali y Mallorca, afirmó disfrutar de su estancia en suelo helvético. «Suiza es un país lleno de sorpresas y Ginebra una ciudad cosmopolita que me hizo sentir un exilado de lujo», comentó el pintor. Igualmente recordó que Jorge Luis Borges consideraba a Ginebra como «la ciudad más propicia para la felicidad».
Financiación española
España ha asumido la totalidad de los costes, no sólo de la creación artística, sino también de la remodelación y amueblamiento de la sala. Tras los trabajos, la Sala XX se convertirá en uno de los mayores y más modernos centros de negociación del Palacio de las Naciones.
Dispondrá de los más avanzados sistemas audiovisuales, informáticos, de interpretación y de telecomunicaciones. El costo total de los trabajos fue desvelado el pasado martes por el embajador español ante la ONU, Javier Garrigues, igualmente vicepresidente de la Fundación ONUART.
La suma es de 18,5 millones de euros financiados en un 40% por el Estado español y el 60% restante por el conglomerado de empresas que componen la Fundación ONUART. Entre ellas se cuentan algunos de los principales nombres de los negocios españoles como Telefónica, Repsol, La Caixa, Caja Baleares, Iberdrola, Caixa Catalunya, Caixa Galicia o el Grupo Santander, entre otras.
Este martes 18, la obra verá la luz pública en vísperas del 60 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La ceremonia contará con la presencia de los Reyes de España, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente de Suiza Pascal Couchepin y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, entre las 700 personalidades invitadas.
A partir del mes de diciembre, la obra de Miquel Barceló será testigo de las reuniones del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU y, posiblemente, sirva de inspiración a los diplomáticos para dar con algunas soluciones a los numerosos problemas que enfrenta el mundo.
swissinfo, Rodrigo Carrizo Couto
Barceló es el artista español vivo más cotizado. Nacido en Felanitx en 1957, estudia Bellas Artes en Palma de Mallorca y Barcelona. Descubierto por el legendario galerista Leo Castelli, se interesa por el Arte Bruto y el expresionismo abstracto norteamericano. Al mismo tiempo, comienza sus primeras exposiciones.
A partir de su participación en la Documenta VI de Kassel su nombre y su obra adquieren relevancia internacional. Se suceden exposiciones en el Centro Pompidou, el Museo del Louvre, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona o el Centro Reina Sofía. Ganador del Premio Príncipe de Asturias en 2003, Barceló ha realizado una celebrada intervención en la Catedral de Palma de Mallorca.
Su larga estancia en Mali, África, ha influido de forma determinante en su trabajo. La realización de la cúpula de la Sala XX de las Naciones Unidas es su obra de mayor envergadura hasta el momento.
La cúpula de Miquel Barceló ha generado una enorme polémica en España. El costo cercano a los 20 millones de euros ha sido visto como desproporcionado. En particular, la crisis fue desatada por el partido de la oposición, el Partido Popular, que pidió cuentas al Gobierno.
El motivo central de la polémica radica en la supuesta utilización de 500.000 euros provenientes de fondos para el desarrollo. En su comparecencia del martes pasado ante la prensa en Ginebra, el embajador Javier Garrigues informó que el medio millón de euros del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) «no se ha computado» como Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD).
A pesar de esas aclaraciones, el debate persiste y la opinión pública española no parece ver con buenos ojos la utilización de tal suma ‘para decorar un edificio en Suiza’ en plena crisis global. Los honorarios de Miquel Barceló siguen siendo un misterio al momento del cierre de esta crónica.
Fuentes diplomáticas aseguran que la repercusión que tendrá esta obra para la imagen exterior de España y su proyección futura en la ONU justifican el esfuerzo del Estado y la Fundación ONUART.
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