Arte en Suiza: lo que hay que tener en cuenta en 2022
El segundo año de la pandemia sigue impactando las artes y la cultura. Sin embargo, mientras muchos artistas, museos e intérpretes luchan por mantenerse a flote en medio de incertidumbres y las continuas medidas de seguridad, el mercado del arte no cesa de prosperar. La razón puede resumirse en tres letras: los NFT.
Los tokens no fungibles (NFT por sus siglas en inglés), la cadena de bloques, las criptomonedas, la cripto minería. Éstos son los temas de los que habla el universo financiero ahora que el 2021 languidece. Los economistas están ocupados describiendo cómo será el mundo después de la pandemia y el impacto potencial de lo que ya se considera la próxima gran revolución en la banca.
Pero este debate se ha extendido también al mundo del arte: artistas, galeristas, vendedores de arte y curadores también intentan darle sentido a esta nueva tecnología y disciernen con respecto a la forma en la que afectará el mercado.
Si todo esto le parece demasiado abstracto, no se preocupe. El arte digital en un mercado digital no es tan complicado como parece. Verá que el año que entra será un tema de conversación habitual. Y mi colega Matthew Allen ha escrito una breve introducción para quienes desean entender mejor qué son los NFT.
Las transacciones en NFT han alcanzado la marca de los mil millones de dólares en los últimos meses, y algunas obras se subastan por decenas de millones de dólares. Es cierto que la mayor parte es simple especulación, una especie de casino, y los valores de las obras están estrechamente vinculados a las fluctuaciones erráticas del mercado de las criptomonedas. Pero a medida que más y más inversores siguen a la manada, en busca de beneficios extraordinarios de la noche a la mañana, es probable que esta burbuja estalle el año entrante.
Esto no significa que los NFT sean puro alboroto mediático. Son un fenómeno que creó un nuevo entorno en el mundo del arte que probablemente es más inclusivo, porque devuelve más control a los artistas sobre su trabajo y entrega más regalías a sus cuentas bancarias.
El mercado del arte ha evolucionado durante los últimos 50 años hasta convertirse en un circuito elitista que viaja de las ferias de arte a las galerías y casas de subastas. Los propios artistas han sido relegados, en el mejor de los casos, a la condición de «actores secundarios», enfrentándose a un sistema en el que el valor de sus obras de arte está completamente fuera de sus manos. Un panorama aún más desolador para los artistas en ciernes que trabajan fuera del «sistema».
Así que los NFT cambian las reglas del juego. Los artistas pueden negociar sus obras directamente en plataformas como OpenseaEnlace externo, sin necesidad de un intermediario. Más aún: la tecnología de cadena de bloques les permite cobrar si su trabajo aumenta en el mercado secundario. Un gran avance con respecto al “viejo” mundo en el que los artistas vendían su trabajo y ganaban, si tenían suerte, solo 10% de las ventas posteriores de una obra de arte, sin importar cuán alto evolucionara su valor.
Incluso artistas consagrados, como el suizo Pipilotti Rist, que recientemente publicó un anuncio para buscar a un asistente dedicado exclusivamente a la tecnología NFT, están considerando la forma en la que cambiarán la comercialización de sus productos.
Esto explica una parte de las contrastantes reacciones de las galerías con respecto a esta nueva tendencia. Algunos de ellos, como Peter Kilchmann, de Zúrich, siguen siendo reacios a tratar con los NFT. Pero otras, como la Pace (Nueva York) o Nagel Draxler (Berlín), intentan redefinir sus roles en el mundo digital.
Las plataformas NFT ofrecen nuevas opciones para los artistas de la misma manera que las redes sociales rompieron el monopolio del discurso público, que se hallaba tradicionalmente en manos de los “viejos medios”. El perfil del nuevo coleccionista digital es un joven nativo digital que domina completamente los entresijos del negocio de las criptomonedas. Y dado que el alcance de las inversiones con criptomonedas aún es limitado, los NFT son una opción lógica para esta nueva clase de criptomillonarios.
Por supuesto, no se puede colgar un NFT en la pared (tal vez en una pantalla). Pero los NFT, como un nuevo paradigma artístico, eliminan los costos de almacenamiento y seguros, que generalmente multiplican los presupuestos de exhibición y los costos de mantenimiento para instituciones y coleccionistas privados.
¡Hay que tener cuidado!
Suiza no ha llegado demasiado tardeEnlace externo a esta ola, todo lo contrario. El país alpino está comprometido seriamente con los esfuerzos para despejar el camino para una mejor regulación de las monedas digitales como Bitcoin, y ciertamente también está considerando las NFT en el futuro.
En septiembre, la bolsa de valores de Suiza SIX obtuvo la aprobación regulatoriaEnlace externo para lanzar una bolsa de valores digital llamada SIX Digital ExchangeEnlace externo (SDX), que podría ser un paso hacia la creación de una red global de comercio de activos digitales.
Pero, por otro lado, este mundo feliz no es totalmente seguro, a pesar de las garantías supuestamente otorgadas por las firmas de cadena de bloques. Según el experto en tecnología de SWI swissinfo.ch, Matthew Allen: “Si no se emiten correctamente, los NFT pueden ser una pesadilla. Pero sí se manejan convenientemente, tienen un enorme potencial positivo. La tecnología emergente es experimental, veloz y actualmente está guiada por una expectación excesiva: una combinación tóxica «.
Las vulnerabilidadesEnlace externo en las principales plataformas y las estafas (conocidas como «jalones de alfombra» o rug pullsEnlace externo) requieren redoblar la atención por parte de los inversores. Se trata de maniobras maliciosas en las que los desarrolladores de criptografía abandonan un proyecto y huyen con los fondos de los inversores. Mientras tanto, a las autoridades les preocupa que el auge de los NFT pueda abrir nuevas vías para el lavado de dineroEnlace externo y la evasión fiscal.
El 2021 fue el año en el que el impacto de los NFT se sintió en general en el mercado del arte, como pudieron atestiguar los visitantes de las principales ferias artísticas, con especial énfasis en el Art Basel veraniego y el Art BaselEnlace externo de Miami. Pero aún está en el aire la interrogante sobre cómo afectarán la creación el arte y si los artistas responderán a la tendencia, temas sobre los que ganaremos claridad en 2022.
Restituciones
El 2021 también fue testigo de un gran avance en la añeja discusión sobre la restitución de obras de arte y artesanías saqueadas por las potencias coloniales, piezas que ahora se encuentran en los principales museos e instituciones de arte occidentales.
Este año, museos como el del Reino UnidoEnlace externo, Alemania Enlace externo y FranciaEnlace externo han restituido un primer lote de obras de arte a sus países de origen.
Pero, aunque algunos influyente directores de museos, como Annette Bhagwati (Rietberg MuseumEnlace externo, Zúrich) y Marc-Olivier Wahler (Museo de Arte e Historia de Ginebra, ya han mostrado un cambio significativo de mentalidad y una abierta disposición a devolver a sus tierras natales el arte saqueado, Suiza muestra cierto distanciamiento con respecto al tema.
Las principales instituciones del país todavía están llegando a acuerdos sobre un asunto que tiene aún más tiempo sobre la mesa, el saqueo de arte realizado por los nazis. El 2021 estuvo marcado por las disputas en torno al nuevo edificio del Museo de Arte de Zúrich (Kunsthaus) que exhibe obras de la tóxica Colección Bührle. La Fundación Bührle aún se resiste a cooperar con el proyecto de establecer una comisión independiente de historiadores y expertos para reevaluar la procedencia de las obras de arte.
Como advirtió el historiador Erich KellerEnlace externo en la última rueda de prensa sobre este tema en la que participó, el mensaje principal no lo dio el museo sino el abogado Alexander Jolles, presidente de la Fundación. Según él, “arte saqueado, los bienes fugados o perdidos durante la persecución nazi: son meros términos acuñados por los historiadores. No tienen nada que ver con los hechos legales”. La comunidad judía no estaba exactamente indignada por estas acrobacias retóricas, y la artista judía suiza Miriam CahnEnlace externo decidió sacar sus obras de la Kunsthaus.
Mientras tanto, el Museo de Bellas Artes de Berna (Kunstmuseum), depositario del grueso de la Colección Gurlitt y comprometido desde hace años con el tema de la procedencia de las obras, adoptó una postura completamente diferente hace unas semanas. Decidió restituir dos cuadros de Otto Dix a las familias de sus dueños originales, incluso antes de que se emitiera un veredicto sobre si fueron saqueados o bajo coacción.
En otoño, Cornelius Gurlitt Legacy tendrá su primera exhibición completa en el museo. El museo reitera su política de “aceptar el bien y acompañar dicha aceptación definitiva de la obra con una exposición. Aborda los desafíos de un museo en respuesta al legado de un comerciante de arte de la época del nacionalsocialismo, así como las cuestiones éticas que esto implica”.
Si el virus lo permite…
El tema del arte no perderá fuerza en 2022 y es uno de los muchos que SWI swissinfo.ch estará siguiendo con atención, así como el futuro de las artes escénicas y el cine en tiempos de pandemia. Y por último, pero no menos importante, el nuevo año también traerá, si la pandemia lo permite, dos de los espectáculos más importantes del arte: la Bienal de Venecia (del 23 de abril al 27 de noviembre) y la documenta de Kassel en Alemania (del 18 de junio al 25 de septiembre).
La participación suiza en Venecia se ha ganado una reputación notable, y este año el pabellón nacional está en manos de la artista franco-marroquí Latifa ErchakhchEnlace externo, quien vive en Fully (en el cantón del Valais).
En cuanto al documenta fifteenEnlace externo, lo más destacado es el propio equipo curatorial, el colectivo indonesio ruangrupaEnlace externo. Esta vez se marca una ruptura audaz con respecto al modelo tradicional de documenta, cuya dirección artística ha estado históricamente ocupada por notables europeos varones blancos, con solo tres mujeres para registrar: Catherine David (Francia, en 1997), Ruth Noack (Alemania, co-comisaria con Roger Buergel , 2007) y Carolyn Christov-Bakargiev (Italia-Estados Unidos, 2012). Aún no se ha anunciado ninguna participación suiza en particular, pero la nueva línea adoptada por el evento ciertamente provocará oleadas de instituciones occidentales interesadas, incluidas, por supuesto, las suizas, que buscan nuevas inspiraciones y métodos que finalmente puedan limpiar el arte mundial de las manchas del colonialismo, imperialismo y eurocentrismo.
Traducido del inglés por Andrea Ornelas
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