Lenin y la revolución que nunca nació
Fue en Suiza donde Vladimir Ilitch Oulianov, más conocido como Lenin, preparó la revolución rusa y su entrada en la historia del siglo XX.
El revolucionario no conoció sin embargo el éxito en su tierra de asilo. En vano intentó convencer a sus «camaradas» suizos de la necesidad de una insurrección proletaria.
«No soy un desertor ni un refractario, sino un exilado político», declara Lenín a las autoridades en el momento de su llegada a Suiza en 1914. Sin dificultades particulares consigue refugio en el país.
Acompañado por su esposa Nadia Krupskaia, Lenín se establece primero en la tranquila y burguesa ciudad de Berna.
Jefe del partido bolchevique, minoritario entre los revolucionarios rusos de la época, Lenín trata de crear contactos con los políticos de la izquierda helvética. Éstos, sin embargo, prefieren evitarlo.
El historiador Willi Gautschi señala por ejemplo que los parlamentarios federales Naine y Graber no encuentran tiempo para recibir a los emisarios de Lenín. ¿Por qué? Están muy ocupados en la pesca o en el lavado de la ropa.
La «izquierda de Zimmerwald»
Las ideas radicales del agitador ruso tampoco encuentran terreno fértil en las dos conferencias secretas –Zimmerwald (1915) y Kiental (1916)-, en las que participan disidentes de la izquierda europea opuestos a las opciones de los partidos oficiales.
En efecto, en 1914, los diferentes partidos socialistas europeos habían decidido apoyar el esfuerzo de guerra pedido por sus gobiernos respectivos. Por el contrario, las conferencias de Zimmerwald y Kiental concluyen con un llamado a la paz y al despertar de la unidad proletaria.
Lenin que participa en las dos conferencias hubiera querido otra cosa: sacar provecho de la «guerra imperialista» en curso para concretizar «una revuelta armada contra el capitalismo».
La línea dura que defiende sigue siendo no obstante minoritaria. Lenín, el idealista, debe contar sobre todo con el pragmático e influyente socialista bernés Robert Grimm. Más tarde, decepcionado por los «socio-pacifistas suizos», Lenín los llamará «canalla insolente».
Entre salchichas y revoluciones
En febrero de 1916, Lenín obtiene autorización para establecerse en Zúrich. Quiere trabajar en algunos libros en los locales de la Biblioteca Central. Es allí donde termina, en particular, su trabajo sobre el Imperialismo como estadio supremo del capitalismo.
Por 24 francos suizos mensuales Lenín subalquila dos habitaciones en la Spiegelgasse 14, en un animado barrio de la vieja ciudad de Zúrich. Ironía de la historia, en el número 1 de la misma calle, nació en la misma época, el movimiento ‘dadaista’, en el mítico cabaret Voltaire.
Esta estrecha calle de adoquines reúne, lado a lado, los gérmenes de dos revoluciones: una política y otra artística.
«Zúrich nos gusta mucho. El lago es magnífico», escribe Lenin a su madre. El revolucionario se pasea a menudo por las orillas en compañía de su esposa.
Pero el marco de la Spiegelgasse no es tan idílico. «En el patio se siente un horrible olor que proviene de una fábrica de salchichas. Sólo podemos abrir las ventanas durante la noche», escribe Nadia en sus memorias.
Partida para Zúrich
Pero el verdadero motivo de la mudanza a Zúrich es político. Lenin sueña con una revolución armada, igualmente posible en Suiza.
Lenin sigue tratando de crear en su entorno un grupo de fieles capaces de defender sus ideas. A pesar de todo es prudente y trata de no hacerse notar demasiado de las autoridades que podrían expulsarlo del país.
Los socialistas de Zúrich, entre ellos: Fritz Platten y Willi Münzenberg, son más radicales y decididos que sus colegas de Berna. Lenín espera entonces más receptividad a sus ideas.
El futuro padre de la revolución rusa se convierte en miembro del Partido Socialista de Zúrich y participa asiduamente en sus reuniones. «Llega temprano y se sienta siempre en la primera fila. Formaba parte de los oyentes más atentos, aunque nunca tomó la palabra», escribirá el socialista Beat Nobs en 1954.
A pesar de todo, en la sombra, Lenín sigue haciendo proselitismo. «Se ponía contento como un niño cuando le decían que había logrado convencer a siete jóvenes proletarios para que ingresaran en su organización», escribe su compañero Georg Zinoviev.
Pero los resultados no aparecen. En 1917 Lenin muestra los primeros signos de resignación. «La izquierda me huye, tanto en Berna como en Zúrich», subraya en algunas cartas.
Retorno triunfal a Rusia
Pronto desaparece el interés de Lenin por los «pequeños» acontecimientos suizos. En efecto, en marzo de 1917 se entera de que una nueva revolución ha estallado en Rusia.
Con la ayuda de dirigentes de la izquierda suiza obtiene el permiso de atravesar Alemania en tren para regresar a San Petersburgo (futura Leningrado). Abandona definitivamente Suiza el 9 de abril de 1917.
El futuro es conocido. Seis meses más tarde triunfa la Revolución de Octubre y queda asegurada la entrada de Lenín en la historia mundial.
Numerosos historiadores consideran que las tesis leninistas que han seducido a Rusia también habían echado raíces en Suiza. La huelga general suiza de 1918 hubiera podido transformarse en una toma armada del poder por el proletariado helvético.
Hoy se hablaría también de una revolución suiza de noviembre. Pero esto no es sino ciencia ficción.
-Lenin pasó en total 6 años y medio en Suiza
-En Ginebra (1903-1905), en Berna (1914-1915) y en Zúrich ( 1916-1917)
-Abandonó definitivamente Suiza el 9 de abril de 1917
-Gravemente enfermo del corazón, Lenin murió en Rusia el 21 de enero de 1924, a los 54 años de edad.
Durante sus estudios de Derecho en la Universidad de Kazan había abrazado la ideología marxista.
En 1895 fue arrestado y exiliado a Siberia. Después vivió en Suiza y Alemania.
En un congreso celebrado en Londres, en 1903, el Partido Social Demócrata de Rusia se dividió en dos fracciones: los bolcheviques (encabezados por Lenin) y los mencheviques.
Vladimir Ilyich Ulyanov, pseudónimo Lenin, nació en 1870 en Simbirsk.
Traducción: Jaime Ortega
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