Sobrenatural, sangre y el desafío de los géneros en Locarno
Después de haber visto 29 largometrajes durante el maratón de cine de Locarno, un tema destaca: lo sobrenatural, inclinándose hacia la religión y la fantasía. ¿Síntoma de un existencialismo (post?) pandémico y de un escapismo (post?) pandémico?
Cuando #LocarnoCloseup nos preguntó nuestras impresiones sobre el Festival de Cine de Locarno de este año, las primeras palabras que nos vinieron a la mente fueron «sangre», «mujeres desnudas» y «fantasmas».
Nos suele resultar incómodo hacer juicios globales de un festival porque corremos el riesgo de parecer injustos con la variedad de propuestas cinematográficas. Por eso, en Filmexplorer.chEnlace externo nos centramos en obras individuales para evitar la generalización. Sin embargo, un tema destaca más que otros entre los 29 largometrajes que vimos: lo sobrenatural, que se inclina hacia la religión o la fantasía. ¿Es un síntoma de existencialismo (post?) pandémico o de escapismo (post?) pandémico? Es difícil decirlo.
Retratar lo sobrenatural no implica necesariamente superar la narración naturalista. Ambas cosas pueden combinarse con fuerza, como en la película suiza Soul of a Beast, Juju Stories (Nigeria), The River (Líbano), Espíritu sagrado (España), Holy Emy (Grecia), Virgin Blue (China) y Zahorí (Chile), por mencionar algunos de los títulos de los principales concursos. ¿Deberíamos llamarlo «sobrenaturalismo»?
Tomarse en serio el cine de género
Ahora, hablando de la forma -sí, todavía hay alguien que se interesa por la forma… Más que acuñar nuevos «-ismos», nos gustaría señalar el dominio del cine de género, al menos en las competiciones. ¿Es ésta la nueva marca de Giona A. Nazzaro? ¿Es el cine de género el arma del director artístico para dar forma a su abierto ecumenismo?
Un «cine de todos los géneros» funcionaría ciertamente para un festival de cine tutti-i-gusti. Lo que sin duda sería una interpretación reductora de la afirmación del cine de género en el Festival de Locarno
En cambio, deberíamos tomarnos en serio el cine de género y reconocer que muchas películas a concurso no se limitan a reproducir un formato y sus clichés para el placer de los aficionados al género, sino que juegan con los formatos y sus clichés, a menudo mezclándolos.
Es el caso de algunas películas maravillosas, como Vengeance Is Mine and All Others Pay Cash, del indonesio Edwin, ganadora del premio principal en Locarno y que muestra explícitamente una pátina de género y de época para transmitir cuestiones contemporáneas urgentes; Public Toilet Africa, de Kofi Ofosu-Yeboah, donde los géneros se mezclan para acabar desviándose en una road movie muy original y no lineal; Holy Emy (Grecia), de Araceli Lemos, y su perturbación poética entre el documental y la fantasía; o el festival de posibilidades que es Zeros and Ones, de Abel Ferrara, que hace un inteligente retablo impresionista con varios géneros.
Todas estas películas parten del cine de género para desarrollar un lenguaje original y proporcionarnos una experiencia fílmica inédita. Así que celebremos este uso del cine de género De lo contrario, corremos el riesgo de caer en las trampas de la cinefilia o del manierismo vacío.
Se trata de descubrimientos
Para nosotros, el cine es todo descubrimiento, y preferimos lo desconocido, por incómodo que sea, a lo conocido satisfactorio. Preferimos la experiencia activa al entretenimiento pasivo.
«No debemos avergonzarnos de divertirnos», dijo Nazzaro a la Academia de la Crítica al comienzo del festival. Reconocemos la (buena) intención antiintelectual, pero no podemos evitar una pregunta crítica: ¿no hemos tenido ya una exuberante oferta de cine de diversión alrededor, desde la adrenalina moralista de Hollywood hasta la infinita plétora de comedias melodramáticas francesas y alemanas?
En cualquier caso, fue muy agradable ver, una vez más, al público del festival salir de las salas positivamente desconcertado, lleno de preguntas abiertas. «Discusión» seguirá siendo nuestra palabra favorita, sin duda preferible a la manida «emoción».
En cuanto al «descubrimiento», nos gustaría concluir mencionando algunos viajes fílmicos que nos impresionaron especialmente: El delirio metafísico de Phil Tippett en Mad God, el oscuro viaje de Natalya Kudryashova en Gerda, el drama hierático de Elene Naveriani en Wet Sand, el sutil retrato de la clase media americana de Kit Zauhar en Actual People, la exploración íntima de la infancia de Niu Xiaoyu en su Virgin Blue. O volver a la realidad, a través de la sólida selección de documentales de la sección ‘Semana de la crítica’ y el trabajo pionero etnográfico de Arami Ullón en su Apenas el sol.
Giuseppe di Salvatore y Ruth Baettig son el dúo tras el periódico multimedia filmexplorer.chEnlace externo, con sede en Suiza.
Patricia Islas
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