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Una suiza de vanguardia en España

Circulos dinámicos 1934. gouache sobre papel. Fondazione Marguerite Arp

El Museo Picasso de Málaga consagra una amplia retrospectiva a la obra de la artista suiza Sophie Taeuber-Arp. Nacida en 1889, esta creadora "moderna y rompedora" se ha convertido con el paso del tiempo en una referencia de culto.

Pintora, bailarina, escenógrafa, dibujante, diseñadora, arquitecta, artesana, profesora de arte. Todo eso y más fue Sophie Taeuber-Arp, una artista completa que abarcó con igual intensidad una amplia variedad de lenguajes y en cada uno de ellos planteó, resolvió y concilió los extremos contradictorios en los que se desarrolló el arte de la primera mitad del siglo XX.

Pero un absurdo accidente doméstico terminaba el 13 de enero de 1943 con la vida de esta mujer extraordinaria. Una estufa con mala combustión en casa de unos amigos de Zúrich ponía así punto final al trabajo de una creadora que hoy es considerada como «de culto». A esta suiza de excepción dedica una completa exposición el prestigioso Museo Picasso de Málaga, abierta al público hasta el 24 de enero de 2010.

«De hecho, puede decirse que es la muestra internacional más relevante dedicada al trabajo de Sophie Taeuber-Arp desde las realizadas en 1981 en el MOMA de Nueva York y en 1989 en el Musée de la Ville de París», comenta a swissinfo.ch Estrella de Diego.

Esta influyente historiadora y crítica de arte española es la comisaria responsable de la exposición que puede visitarse estos días en Málaga. La especialista aceptó explicar en un céntrico café madrileño algunas de las numerosas claves que permiten entender la obra de esta creadora, a la que no duda en calificar de «fundamental para las vanguardias».

Una sólida artesana suiza

Sophie nació en Davos, Suiza, en 1889. Tras un periodo de formación comenzado en Hamburgo, donde estudió entre 1912 y 1913 y luego en Múnich en 1914, retornó a Suiza donde a partir de 1916 enseña en la Escuela de Artes Decorativas de Zúrich. Al mismo tiempo, desarrolla una exitosa carrera como bailarina en el hoy mítico Cabaret Voltaire. Este espacio, que puede visitarse aún hoy, fue la cuna del movimiento dadaísta, del que ella y su futuro marido Jean Arp, serían partícipes privilegiados.

Fueron esos años de gran creatividad y fermento cultural. «Fue una época especial, pues hay que entender que Suiza fue entonces fundamental para las vanguardias porque se mantuvo neutral en plena I Guerra Mundial, convirtiéndose así en refugio de numerosos creadores», explica Estrella de Diego.

«Las raíces suizas de la creación de Sophie Taeuber-Arp se ven claramente en el hecho de que tiene una sólida formación de artesana», continúa la experta. «Y eso es parte de un principio muy centroeuropeo –que puede verse en el Werkbund o la Bauhaus– que afirma que el artista no nace siendo un genio, sino que se forma en su oficio y trabajando. Su obra no puede explicarse sin entender su formación suiza. Algo así en París hubiera sido imposible, pues esta noción de artesanía es un aporte típico de Europa Central, al igual que la idea que el artista aprende siendo profesor. De hecho, Suiza tiene una gran tradición en artes aplicadas entendidas no como artes menores, sino como otra opción creadora».

Adepta en un primer momento al movimiento dadaísta, Taeuber-Arp pasaría luego a interesarse en el constructivismo. Una apertura de espíritu que parece distar mucho de lo habitual, en opinión de los especialistas. «Sin duda, es algo inhabitual», analiza Estrella de Diego, «pues estamos demasiado acostumbrados a ver a los artistas en compartimientos estancos; pero ella superó las separaciones entre escuelas. Normalmente, un dadaísta no podía ser constructivista, pero Sophie Taeuber-Arp rompe con esa lógica».

«A pesar de que existe una vanguardia que se escribe de forma hegemónica, y que es francesa, aún hoy nos cuesta entender los fundamentales aportes centroeuropeos», afirma la historiadora del arte, antes de pasar a comentar la relación que unió a Taeuber-Arp con su marido.


«Sophie Taeuber-Arp no necesita de su marido, Jean Arp, puesto que su obra se sostiene por sí misma», aclara la comisaria. Y es que Arp, nacido en Estrasburgo en 1886 y fallecido en Basilea en 1966, fue uno de los «padres fundadores» del movimiento dadaísta y un artista de gran prestigio cuya obra es muy valorada aún en nuestros días. «Hoy, Sophie es una artista reconocida, pero ‘subsidiaria’, de Jean Arp, aunque su obra está en los museos y colecciones más importantes». Una visión de su trabajo con la que no se muestra de acuerdo Estrella de Diego.

La retrospectiva en Málaga

La exposición Sophie Taeuber-Arp / Caminos de vanguardia en el Museo Picasso de Málaga propone más de 130 piezas procedentes de distintos museos y fundaciones, entre pinturas, dibujos, textiles, collages, marionetas, fotografías, maquetas, planos, esculturas y muebles.

La gran exposición es un reflejo de las vanguardias de los años veinte y treinta del pasado siglo, tiempo en el que Taeuber-Arp se movió indistintamente entre el dadaísmo más radical y el abstraccionismo geométrico, consiguiendo por su personalidad y con sus creaciones el respeto de colegas como Max Ernst, Modigliani, Max Jacob o el propio Picasso.

La muestra se ordena en torno a tres secciones: Ritmos quebrados, que indaga en el primer periodo creativo de la artista, en el que conviven dadaísmo y constructivismo; Habitar espacios, que explica sus aportaciones al diseño de interiores y la arquitectura, y Geometrías vivas, en la que se muestran sus construcciones geometrizantes, imbuidas por su pasión de la integración de opuestos.

El imponente catálogo publicado en Málaga recuerda una carta de Sophie Taeuber-Arp enviada a su ahijada con motivo de su confirmación en 1937. La misiva reza: «Creo que ya te he hablado bastante de cosas serias. Por eso ahora te hablo de una cosa que para mí tiene un gran valor, aunque sea poco apreciada: la alegría. Es la alegría, básicamente, la que nos permite no tener miedo ante los problemas de la vida y buscar una solución natural para ellos».

Según concluye Estrella de Diego, «ella nunca tuvo miedo de buscar las soluciones naturales, las expulsadas por el discurso impuesto. Por eso nos resulta tan asombrosa Sophie Taeuber-Arp». El rostro de esta creadora es hoy en día bien familiar para todos los suizos. Aunque puede que muchos de ellos no sepan exactamente de quién se trata, su imagen decora los verdes billetes de 50 francos suizos desde 1995. Sin duda, un homenaje especial a una mujer especial.

Rodrigo Carrizo Couto, Madrid, swissinfo.ch

Sophie Taeuber-Arp nace el 19 de enero de 1899 en Davos, Suiza.

Tras un periodo de formación en Hamburgo y Múnich, se instala en 1915 en Zúrich.

Allí comienza a enseñar en la Escuela de Artes Aplicadas al tiempo que desarrolla una carrera como bailarina en el mítico Cabaret Voltaire, cuna del dadaísmo.

A su llegada a Zúrich conoce a Jean Arp, con quien se casa en 1922. Arp fue un artista, escultor y poeta fundamental en el nacimiento del movimiento dadaísta. Más tarde, Arp abrazó la causa del surrealismo.

Posteriormente, la pareja vivió en París y Estrasburgo. Es allí que se interesa en el constructivismo y publica la revista ‘Plastique’.
Durante la II Guerra Mundial se refugian en la Costa Azul antes de retornar a Suiza.

El billete de 50 francos suizos, en circulación desde 1995, lleva su efigie.

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