De Wever o cómo cuadrar el círculo de nacionalista flamenco a líder del gobierno belga
Catalina Guerrero
Bruselas, 2 feb (EFE).- Bart De Wever, el líder de Nueva Alianza Flamenca (N-VA), está en camino de convertirse en el nuevo primer ministro de Bélgica al frente de una coalición de cinco partidos tras haber construido la mayor parte de su carrera política en pos de la independencia de Flandes, la región más rica del país.
La llegada de este historiador de 55 años, políglota y apasionado de la Roma antigua, al número 16 de la calle bruselense de La Loi, sede oficial del Gobierno federal belga, es el colmo del surrealismo para analistas políticos de Bélgica, donde ese movimiento artístico fue el más importante del pasado siglo.
«Alea iacta est (la suerte está echada)», escribió De Weber en sus redes sociales en la noche de este 31 de enero para anunciar el acuerdo de coalición para un nuevo gobierno federal belga y también tiró de latinajos cuando su partido se convirtió en el más votado en las elecciones del 9 de junio pasado en Flandes y Bélgica: «Ad astra per aspera (por el camino más difícil hacia las estrellas), dijo.
No ha sido un paseo recorrer el camino desde la ciudad portuaria de Amberes (la segunda más grande y donde es alcalde) hasta Bruselas para convertirse en primer ministro de un país de 11,4 millones de habitantes -con una comunidad francófona y una flamenca, además de una pequeña que habla alemán- y una estructura administrativa conocida como ‘lasaña’ por su complejidad.
De Wever necesitó 236 días, que quedan aún lejos del récord mundial de 541 días sin formar gobierno que tiene Bélgica desde 2011. Y menos que los 493 días que tardó el liberal Alexander De Croo, primer ministro en funciones, en formar su coalición ‘Vivaldi’ de siete partidos de cuatro familias políticas, de ahí el guiño a las ‘Cuatro estaciones’ del compositor.
En Bélgica, donde existe la tradición de poner sobrenombres a las coaliciones gubernamentales, la que va a liderar De Weber se llama ‘Arizona’ porque los colores de la bandera de ese estado estadounidense coinciden con los de los cinco partidos de la coalición. Además de la N-VA, está el liberal MR francófono, los centristas francófonos Les Engagés y los flamencos CD&V y el socialista flamenco Vooruit.
Más allá de las complicadas negociaciones gubernamentales, lo realmente complejo de cuadrar es el viaje político de De Wever hasta asumir la dirección del país, sin que nadie se rasgue las vestiduras.
Y es que el presidente de la N-VA desde 2004 y considerado en su día como la peor pesadilla de los francófonos se ha ido transformando hasta proyectarse como un estadista.
En esas dos décadas, De Wever logró transformar al N-VA de un partido marginal a la mayor fuerza política de derechas del país para tratar de cambiar el sistema desde dentro. Durante ese período, se convirtió y sigue siendo uno de los políticos más populares belgas.
La N-VA ha dirigido el gobierno regional de Flandes durante una década y formó parte de la coalición gobernante belga entre 2014 y 2018, lo que le permitió extender su influencia. Además, el papel de De Wever en Amberes como alcalde le dio una plataforma para presentarse como un derechista fuerte y duro contra el crimen.
Su discurso destaca por su elocuencia, erudición y sarcasmo. Su participación en 2008 en un concurso televisivo de cultura general contribuyó a su popularidad gracias a su ingenio y humor.
En su trayectoria política marcó golpes mediáticos, como cuando en enero de 2005 llenó doce camiones con 11.300 millones de euros de billetes falsos para denunciar las transferencias de Flandes a la región de Valonia.
Casado con una neerlandesa y con cuatro hijos, su nacionalismo le viene desde la cuna. Su padre le inscribió en el movimiento flamenco desde su nacimiento.
De su pasado se cita su fotografía de joven con el líder histórico de la ultraderecha francesa Jean-Marie Le Pen o cuando en 2007 tildó de «gratuita» la disculpa del Ayuntamiento de Amberes a la comunidad judía por los daños durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero lo que pesa es finalmente su evolución hacia figura del nacionalismo flamenco moderno. EFE
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