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Democracia directa: la última palabra, el pueblo

Democracia directa swissinfo/Ch. Flierl

Cuando se trata de tomar decisiones importantes, el pueblo suizo tiene siempre la última palabra. El sistema político puede ser descrito como una democracia semidirecta.

Además del Parlamento, los ciudadanos helvéticos pueden también participar en la elaboración de la Constitución y de las leyes. Y, desde luego, no se privan de ello.

Cada año los ciudadanos suizos reciben varios correos de la Confederación, de sus cantones y de sus ayuntamientos. De este modo son invitados a expresar su opinión sobre los temas más dispares.

A diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las democracias representativas, el pueblo es convocado a las urnas con mucha mayor regularidad. Los ciudadanos suizos se pronuncian, en calidad de última instancia política, sobre temas tanto específicos como sectoriales.

La mayor parte de estas votaciones se realiza de manera anónima mediante el empleo de urnas, o por envío postal. Sin embargo, en algunos cantones y ayuntamientos prevalece todavía el sistema de asamblea (Landsgemeinde), donde los ciudadanos se pronuncian a mano alzada.

Existe además una particularidad muy helvética: los propios ciudadanos pueden decidir el contenido de una votación. El derecho de referéndum facultativo fue introducido en la Constitución federal en 1874. Poco tiempo después, en 1891 fue introducido el derecho de iniciativa.

El pueblo modifica la Constitución

Con un mínimo de 100.000 firmas, los ciudadanos pueden solicitar la modificación de artículos aislados de la Constitución o la revisión completa de la ley fundamental del Estado. Pero antes, toda iniciativa popular debe seguir un procedimiento con varias fases.

Tras la verificación de las firmas, así como del contenido y la forma de la proposición, tanto el Consejo Federal como las dos cámaras del Parlamento deben debatir el texto. Después el Legislativo propone a los ciudadanos la aceptación o rechazo de la iniciativa.

En algunos casos el Parlamento puede elaborar un contraproyecto que es sometido a la aprobación de los ciudadanos al mismo tiempo que la iniciativa popular. Este largo procedimiento implica que entre la presentación de la iniciativa y la votación puedan transcurrir varios años.

La mayor parte de las iniciativas, sin embargo, no consigue superar el escollo popular. Entre 1891 y 2007 sólo 15 modificaciones de la Constitución obtuvieron el aval de los ciudadanos. Pero no se puede por ello concluir que la iniciativa sea un instrumento democrático poco útil. A menudo son las iniciativas las que inauguran un debate político que de otra forma habría encontrado dificultades para abrirse paso.

Decisiones parlamentarias aprobadas

Otro importante instrumento de que disponen los ciudadanos en la democracia directa es el referéndum, que les permite tomar parte activa en los procesos legislativos. La Constitución federal garantiza al pueblo suizo el derecho de pronunciarse a posteriori sobre las decisiones del Parlamento.

En algunos casos (referéndum obligatorio) las resoluciones de las cámaras deben necesariamente ser sometidas a la aprobación del pueblo. En otros (referéndum facultativo), con la firma de 50.000 ciudadanos se puede solicitar que una decisión aprobada ya por el Parlamento pueda ser sometida al pueblo.

Este derecho de referéndum es considerado como una característica particular del sistema helvético. La existencia de este instrumento implica la amenaza constante de bloqueo popular de una decisión parlamentaria. Por tanto, los diputados deben, en el proceso de elaboración de una ley, integrar la opinión de aquellos grupos que disponen de los medios para lanzar un referéndum. Por ello, algunos expertos llaman al sistema político suizo «democracia de referéndum».

Votaciones a mano alzada

Tanto la iniciativa como el referéndum no existen sólo a escala federal. Los ciudadanos pueden también influir en los procesos legislativos cantorales y municipales, donde los mecanismos de democracia directa prevén además otros instrumentos.

Así, en el 84% de los casi 3.000 ayuntamientos suizos la población se reúne al menos una vez al año en asamblea comunal para formar el Legislativo municipal.

El cantón de Glarus y el semicantón de Appenzell Rodas Interiores conocen todavía la ancestral «Landsgemeinde»: una vez al año los ciudadanos con derecho a voto se reúnen en la plaza de la capital cantonal para formar la más alta instancia política del cantón y votar a mano alzada.

El «pueblo» es siempre una minoría

Hasta 1971 la Suiza federal era una democracia exclusivamente masculina. Aun cuando a escala cantonal y municipal las mujeres habían obtenido el derecho de sufragio y de elegibilidad a partir de los años 60, hubo que esperar hasta 1971 para que las mujeres obtuvieran los mismos derechos a nivel federal. La Confederación Helvética ha sido uno de los últimos países europeos en dar este paso.

Así pues, en los primeros 120 años de existencia del Estado federal una gran parte de la población no tenía siquiera el derecho de pronunciarse políticamente. Hoy, a pesar del sufragio universal, sólo uno de cada dos ciudadanos ejerce su derecho a voto.

En 1991 se rebajó la edad de voto a los 18 años. En algunos de los cantones francófonos los extranjeros tienen también la posibilidad de pronunciarse en las votaciones cantorales o municipales.

swissinfo

Además del Parlamento, la población suiza puede también proponer modificaciones constitucionales y nuevas leyes. Este sistema, que mezcla representación y participación directa, se denomina democracia semidirecta.

Los dos principales instrumentos de la democracia directa son la iniciativa popular y el referéndum. Estos instrumentos existen paralelamente a nivel federal, cantonal y municipal.

La iniciativa popular apunta hacia una revisión total o parcial de la Constitución. Para ello debe presentarse en la Cancillería Federal las firmas de 100.000 ciudadanos con derecho a voto.

Desde 1891 hasta 2007 sólo se aprobaron 15 iniciativas populares.

El referéndum representa una especie de freno: a nivel federal, una ley aprobada por el parlamento puede ser sometida al juicio de los ciudadanos si se recogen 50.000 firmas en un plazo de tres meses.

Las mujeres suizas no dispusieron del derecho de sufragio y de elegibilidad hasta 1971.

En algunos cantones y municipios los extranjeros gozan también del derecho de sufragio y de elegibilidad.

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