«Si no existiera Suiza, el mundo tendría un problema más”
El 10 de diciembre, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU cumple 70 años – los derechos humanos están bajo presión en el mundo. Para Suiza, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la democracia son temas centrales de su política exterior, afirma el jefe de la diplomacia helvética, Ignazio Cassis en entrevista con swissinfo.ch.
swissinfo.ch: ¿Sus homólogos extranjeros suelen preguntarle a menudo por la democracia directa en Suiza?
Ignazio Cassis: Rara vez me preguntan directamente, por una sencilla razón: Y es que en muchos países y sociedades la «democracia directa» es un término poco conocido. Pero sí hablo a menudo de los derechos populares [iniciativa popular y referéndum] cuando se trata de explicar el sistema suizo.
¿Cómo funciona Suiza? Es una pregunta que incluso nosotros nos hacemos a veces. Y cualquiera de las respuestas tiene mucho que ver con la democracia directa. Sí, el sistema político de Suiza es laborioso y requiere mucha energía. Pero la participación directa de las ciudadanas y ciudadanos contribuye a la gran estabilidad social, política y económica que caracteriza al país. Y por la que mucha gente en el mundo nos envidia.
swissinfo.ch: ¿Es un sistema que solo puede darse en Suiza?
I.C.: En el caso de Suiza se dan unas circunstancias históricas especiales. No hemos tenido monarcas ni emperadores, por lo que la concentración del poder ha sido mínima. En muchos lugares del mundo hoy surgen nuevos enfoques e iniciativas para fomentar la participación ciudadana y la democracia directa.
”No hemos tenido monarcas ni emperadores, por lo que la concentración de poder ha sido mínima.”
Muchas de estas iniciativas están en mantillas, como la Iniciativa Ciudadana Europea en la UE. Otro ejemplo es el Brexit en Reino Unido, cuya aplicación es aún fuente de polémica.
En Suiza estamos acostumbrados a votar cuatro veces al año sobre asuntos de toda índole. Y la noche del domingo de votación las cosas están claras y todos aceptan el resultado. Esto parece banal, pero para el resto del mundo no lo es en absoluto.
swissinfo.ch: La Constitución Federal establece que la promoción de la democracia es uno de los pilares de la política exterior de Suiza.
I.C.: Un cometido no siempre fácil de cumplir, pues la promoción de la democracia y de los derechos humanos es, ante todo, una labor de la política interior.
Y esto únicamente funciona mediante la democratización y descentralización no solo del poder político, sino también del dinero. Este es un punto que se presta a malentendidos: Si la democracia directa y el federalismo funcionan tan bien en Suiza es porque los recursos públicos también se someten a las decisiones populares y son objeto de una amplia descentralización.
swissinfo.ch: ¿Podría citarnos algunos ejemplos en los que la promoción de la democracia por parte de Suiza haya sido un éxito?
I.C.: En Túnez, por ejemplo, desde la Primavera Árabe hace ocho años hemos apoyado medidas de descentralización. Y con la descentralización se refuerza la participación de los ciudadanos.
Esto implica también la promoción de las mujeres, porque sabemos por experiencia que en muchos países las mujeres son más responsables en la gestión del dinero y que su primera preocupación es satisfacer las necesidades básicas de la población local.
Un punto importante es que no podemos extrapolar el modelo suizo, pero sí podemos compartir nuestra experiencia.
swissinfo.ch: Llevar esa experiencia por el mundo y compartirla como ministro de Asuntos Exteriores no parece tarea fácil…
I.C.: No lo es, la verdad. Y tampoco debemos sobreestimar nuestra capacidad de influencia. Pues descentralizar significa también tener en cuenta las diferencias y desigualdades entre ciudadanos y regiones.
Es algo que me llamó mucho la atención en India. En este país altamente federalista se plantea cada vez la cuestión de cuánta desigualdad puede tolerar un Estado. Por eso están trabajando en una armonización suave del sistema de tributación. Es un ámbito en el que en Suiza disponemos de una larga experiencia y que podemos compartir.
swissinfo.ch: En muchos lugares del mundo la democracia no vive su mejor momento. Se violan los derechos humanos, se restringe la libertad de prensa, se manipulan las elecciones y votaciones. ¿Le preocupa esta situación?
«¡Tenemos que ser proactivos y luchar siempre por la libertad! De lo contrario, estamos perdidos.”
I.C.: ¡Tenemos que ser proactivos y luchar siempre por la libertad! De lo contrario, estamos perdidos. Aunque parezca paradójico, la crisis por la que atraviesan hoy muchas democracias liberales tiene que ver, precisamente, con su éxito.
Yo soy médico y veo una analogía con las vacunas: cuanto más eficaces son contra las enfermedades, menos personas quieren vacunarse. Pues ya no son conscientes del riesgo de contraer una enfermedad. Y cuanto más nos acostumbramos a la democracia como algo natural, menos estamos dispuestos a defenderla activamente.
Hoy hablamos de una ola populista, pero también vemos resurgir un paternalismo que rebate las demandas de más participación ciudadana y más reparto de poder porque las vincula con los populistas.
Esta es otra razón por la que nuestra democracia liberal está bajo presión. Y esto me preocupa.
swissinfo.ch: En algunos países los problemas son incluso mayores: hay periodistas asesinados por hacer su trabajo. ¿Cómo reacciona en calidad de ministro de Exteriores a estas graves violaciones de los derechos humanos?
I.C.: Con una reacción directa en el ámbito político, con indignación pública y con medidas concretas. Tomemos como ejemplo el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. En este caso ha habido una grave violación de los derechos humanos. Hemos exigido inmediatamente una investigación exhaustiva e independiente. Y esto tiene consecuencias para las relaciones bilaterales.
Por ejemplo, hemos suspendido las exportaciones a Arabia Saudí de piezas de material bélico y en nuestros contactos políticos insistimos en la situación de los derechos humanos en el país.
“Si no existiera Suiza, el mundo no se acabaría, pero sí tendría un problema más.”
Pero no rompemos el contacto con Riad, porque Suiza aboga por el diálogo directo y tiene una larga tradición como país mediador. Un papel que ahora podemos desempeñar, por ejemplo, en el marco de mandatos de potencia protectora. Si no existiera Suiza, el mundo no se acabaría, pero sí tendría un problema más.
swissinfo.ch: Pero también hay intereses económicos y de política interior. En el caso de las exportaciones de armas a Arabia Saudí, estos intereses entran en conflicto con la política de derechos humanos.
I.C.: Sí, es correcto. Hay claramente un conflicto de objetivos. Y eso que debido a nuestra historia y democracia en materia de exportaciones de armas somos mucho más reticentes que la Unión Europea.
La Constitución establece que tenemos que garantizar la seguridad e independencia de nuestro país y para ello se necesita una mínima industria de armamento. Y por razones económicas esta industria tiene que exportar al extranjero. Pero solo a países que no estén involucrados en un conflicto armado.
swissinfo.ch: El Gobierno ha decidido no flexibilizar las directrices para la exportación de material bélico. ¿Por qué motivo?
I.C.: Inicialmente, el Gobierno reaccionó a una sugerencia de la Comisión de Seguridad del Consejo de los Estados, que manifestó su preocupación por la industria armamentística. Pero cuando el Gobierno volvió al Parlamento con un proyecto de ley en ese sentido, la reforma fue criticada por razones humanitarias.
En otras palabras: El reparto de poder, tal como lo vivimos en Suiza, ha funcionado. Queremos hacer una cosa y no dejar de hacer otra, aunque sean cosas contradictorias, como en este caso.
swissinfo.ch: El 10 de diciembre se cumplen 70 años de la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los acuerdos internacionales como estos juegan un papel central en la política mundial. ¿Qué opina Suiza del multilateralismo en la promoción de la democracia y de los derechos humanos?
I.C.: El sistema multilateral de acuerdos y convenios son el alfa y la omega para cualquier país pequeño. Debe regir el poder de la ley, y no la ley del poder. Porque si rige la ley del poder, estamos perdidos.
“Debe regir el poder de la ley, y no la ley del poder”.
El derecho internacional protege a Suiza. Pero esto no significa que necesitemos todo el derecho internacional posible, sino el justo y necesario y el menos posible. Esto nos permitirá preservar nuestra independencia como Estado.
Ignazio Cassis
Originario del Tesino, tiene 57 años y es ministro desde noviembre de 2017. Antes de ser elegido titular de la cartera de Asuntos Exteriores, Cassis tenía también la nacionalidad italiana. Entre 2008 y 2017 fue diputado en el Parlamento suizo y antes de esa fecha trabajó para la Oficina de Salud Pública del cantón Tesino. Cassis está afiliado al Partido Liberal Democrático (PLR) y reside en Montagnola, un pequeño municipio cerca de Lugano.
Declaración Universal de los Derechos Humanos
La Declaración Universal de los Derechos HumanosEnlace externo fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Comprende 30 artículos, entre ellos “el derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos” (art. 21.1.).
Aunque la Carta de Derechos Humanos de la ONU representa “soft law” – no es jurídicamente vinculante – sirve de base para numerosos acuerdos internacionales que sí tienen carácter vinculante: por ejemplo el Pacto Internacional de Derechos Civiles y PolíticosEnlace externo y el Convenio Europeo de Derechos HumanosEnlace externo.
Partiendo de la Carta, Suiza se ha comprometido en su Constitución a convertir la promoción de la democracia y los derechos humanos en una parte integral de su política exterior.
La entrevista tuvo lugar el 13 de noviembre de 2018, antes de la decisión del Gobierno suizo de ‘aparcar’ el pacto de migración de la ONU
Traducción y adaptación del alemán: Belén Couceiro
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