Libertad de expresión, al estilo de Ishigaki
A más de 2 000 kilómetros al suroeste de Tokio, la pequeña isla de Ishigaki se ha convertido en un centro de actividad democrática directa. La de la japonesa Manami Miyara es la primera voz que escuchamos en esta nueva serie dedicada a la libertad de expresión en el mundo.
Ishigaki se encuentra lejos de los centros principales de Japón. La isla está a casi 2 000 kilómetros de Tokio, la capital, y a más de 1 000 kilómetros de Kyushu, la isla principal más cercana. En la isla de Ishigaki viven unas 50 000 personas, entre ellas Manami Miyara, de 28 años, que nació y creció allí. Y a pesar de su lejanía y su tamaño –alrededor de 1,5 veces el tamaño de Liechtenstein–, Ishigaki se ha encontrado recientemente en el centro de la lucha del poder geopolítico en Asia Oriental.
Como vecina directa del disputado y deshabitado archipiélago de Senkaku, Ishigaki está en la primera línea de la lucha por la influencia geopolítica en el Mar de la China Oriental. Por este motivo, las denominadas Fuerzas de Autodefensa de Japón tienen planes para establecer una nueva base en la isla subtropical; una medida muy cuestionada y que ha impulsado a los habitantes de la zona –incluida Manami– a hacer oír su voz. Y hay una historia todavía más grande que contar sobre el contexto en el que vive.
Ishigaki forma parte de la prefectura de Okinawa, hoy en día la parte más meridional de Japón. Sin embargo, Okinawa, una cadena de decenas de islas que se extiende a lo largo de casi mil kilómetros, fue un reino independiente hasta finales del siglo XIX. Luego –antes de que en 1879 Tokio se la anexionase– pasó a ser una zona de contención de los intereses de China y de Japón. Durante la Segunda Guerra Mundial, Okinawa fue el único campo de batalla nipón. Tras lo cual, durante décadas Estados Unidos ocupó la cadena de islas; hasta que en 1973 Japón recuperó el control.
Para los habitantes de Okinawa, por tanto, la cuestión de las bases militares está estrechamente relacionada con su día a día: todavía hoy alrededor de dos tercios de las instalaciones militares que Estados Unidos tiene en Japón siguen estando en Okinawa. Como resultado, con la distancia geográfica y las distintas trayectorias históricas, la gente allí tal vez está más dispuesta –en comparación con la de Japón continental– a hacer oír su voz a través de iniciativas y referéndums, explica Manami en este primer vídeo de nuestra serie “Libertad de expresión en el mundo”.
Traducción del inglés: Lupe Calvo
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.