Los Grisones cumplen 500 años de historia: “La democracia se utilizó para ejercer poder sobre otros”
El cantón suizo de los Grisones celebra este año el quinto centenario de su fundación. El historiador Randolph C. Head, catedrático en la Universidad de California, ha renovado los conocimientos sobre la historia temprana de esta república alpina y nos explica cómo pudo funcionar una democracia sin igualdad.
Randolph C. Head es profesor de Historia Europea de la Universidad de California en Riverside. Uno de sus temas centrales de investigación es la Historia suiza. Su disertación es la primera obra contemporánea dedicada a la historia de la democracia temprana moderna en los Grisones hasta el siglo XVII.
En su día, sus directores de tesis lo disuadieron de consagrar su trabajo a China porque consideraban que era ya demasiado tarde para aprender el mandarín. Finalmente, acabó escribiendo sobre los Grisones.
SWI swissinfo.ch: Los Grisones celebran este año el 500º aniversario de su fundación. ¿Qué es lo que deberían conmemorar ante todo la población grisona?
Randolph C. Head: En el actual mundo de los Estados estamos acostumbrados a celebrar los orígenes de las naciones. A partir del año 1524 se pueden concebir los Grisones como una entidad uniforme, una república constituida por tres ligas federadas. Ya en épocas anteriores existían en esa región muchos pactos y múltiples alianzas distintas, aunque ninguna corporación alcanzase esa uniformidad.
Los grisones lograron uniformar sus pactos en una época temprana. Los suizos, en cambio, tardaron hasta el siglo XIX, cuando los Grisones acabaron incorporándose a la Confederación. La alianza sobrevivió la época de la Reforma y los tiempos revueltos del siglo XVII, aunque con muchas dificultades. Y este hecho es bastante llamativo.
Me quedé bastante sorprendido al descubrir que un profesor de California había escrito la primera obra moderna sobre la historia de la democracia en los Grisones.
Conocía los Grisones porque de pequeño veraneaba en casa de mi abuela en la localidad sangalesa de Bad Ragaz. Las vistas que tenía desde allí hacia las montañas grisonas me impactaron. También me fascinaba la singular toponimia de los Grisones, donde existían pueblos con nombres como Trins o Truns.
Pero cuando decidí estudiar la carrera de Historia a los 28 años, me interesaba principalmente la Historia de China. Sin embargo, mis profesores me dijeron que para mí era ya demasiado tarde para aprender el chino. Entonces pensé: Vale, mi madre es suiza y yo domino el alemán.
Más tarde busqué en la Biblioteca Houghton en Cambridge, Massachussets, nombres de cantones: Argovia, Zúrich, etc. Cuando me topé con el de los Grisones descubrí un volante propagandístico de 1618, en el que algunos eclesiásticos justificaron el juicio penal de Thusis (Tosana). Se trataba de uno de los muchos juicios tumultuarios que tuvieron lugar durante los conflictos confesionales promovidos por las grandes potencias europeas en los Grisones al principio de la Guerra de los Treinta Años.
En el primer párrafo del pasquín se podía leer lo siguiente: “Nuestro régimen es democrático.”
El vocabulario utilizado es muy contundente.
¡Y muy inesperado para el año 1618! Es como si en 1955 se hubiese declarado en Washington que el sistema de gobierno de Estados Unidos era comunista. En aquella época, el término “democrático” se utilizaba como insulto. Si alguien quería calumniar a los enemigos de un soberano, los llamaba “demócratas”.
En Inglaterra existía todo un género de libros dedicados a ultrajar a supuestos “demócratas”, entre los que se incluían, en primer lugar, a los presbiterianos, que exigían autodeterminación en la Iglesia, aunque también llamaban “demócratas” a los jesuitas.
Los ingleses aristócratas también consideraban “demócratas” a los confederados. Suiza era para ellos la llaga desde la cual se propagaría el virus de la autodeterminación.
Los Grisones se encuentran en el sureste de Suiza y son el cantón con la superficie más extensa. Además, el País de los Grisones es el único cantón trilingüe. En su territorio se habla el alemán, el romanche y el italiano. En 1524 se constituyó la República de las Tres Ligas, conformada por la Liga de la Casa de Dios, la Liga de las Diez Jurisdicciones y la Liga Gris. Como “país aliado”, las Tres Ligas mantenían una alianza con la Confederación Suiza. No fue hasta 1803 cuando los Grisones se incorporaron definitivamente a la Confederación como nuevo cantón.
¿Qué es lo que realmente define las democracias desde el punto de vista actual?
Reflexiono a menudo sobre esta cuestión, sobre todo últimamente. A diferencia de la época en la que yo investigaba sobre los Grisones, no es raro encontrarse hoy con opiniones antidemocráticas en política.
Una de mis primeras conclusiones entonces era que la democracia puede englobar sistemas y circunstancias muy diferentes en las distintas sociedades. En su día, los Grisones eran una democracia temprano-moderna, no una democracia moderna.
Al menos en el plano teórico, las democracias actuales se basan sobre los derechos humanos universales. En la temprana Edad Moderna, en cambio, aún se desconocía la expresión “todos los hombres han sido creados iguales” de la Declaración de Independencia de Estados Unidos.
La política en la temprana Edad Moderna, también en las democracias, no se regía por el principio de la igualdad humana, sino por el principio opuesto de la desigualdad entre los hombres.
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¿Se enorgullecían los grisones entonces de su gobierno democrático?
La mayoría de los grisones, desde miembros destacados de familias aristocráticas como los von Planta hasta los campesinos más pobres de la Surselva, desconocían por completo el término. En los siglos XVI y XVII solo había muy poca gente familiarizada con este esquema de valores.
Pero los grisones estaban seguramente orgullosos de ser un pueblo “libre”. Durante la temprana Edad Moderna, libre era sinónimo de privilegiado. Los grisones disfrutaban de ciertos privilegios y eran señores sobre otros territorios. Desde luego era mejor ser señor que súbdito. Por lo menos esto se sabía.
¿Celebran entonces los grisones en 2024 quinientos años de libertad?
Formalmente, los Grisones formaban parte del Sacro Imperio Romano Germánico, aunque en el día a día poco se notaba de esta dependencia. Si bien es cierto que los grisones eran súbditos del emperador, esto no significaba mucho para ellos, precisamente porque se sentían privilegiados. Todo el mundo tenía un señor. Solo importaba quién era ese señor y qué libertades se concedían.
Teóricamente, el emperador era a la vez legislador y juez supremo, lo cual se deducía de la lógica material y de la jerarquía de la desigualdad. En la temprana Edad Moderna, ningún sistema político europeo conocía la separación de poderes. Sin embargo, el emperador confería esta competencia a otros mediante la concesión de privilegios. Entonces, en los Grisones se jugaba democráticamente con esta jerarquía de la desigualdad.
¿Cómo se utilizó políticamente esta desigualdad?
Antes de la Guerra de los Treinta Años, se redactó en los Grisones un tratado que aportaba tres argumentos principales que justificaban por qué los Grisones tenían el derecho de obligar a sus súbditos católicos de la Valtelina a convertirse al protestantismo: primero, los Grisones eran un país democrático; segundo, el democrático País de los Grisones era mayoritariamente protestante; y tercero, prevalecía el ius reformandi, es decir, la prerrogativa que los súbditos tenían que adoptar la religión de sus señores.
De ello se deducía en dicho tratado que los grisones tenían el derecho de convertir a los valtelineses, incluso a la fuerza si era necesario. Este argumento solo se podía sostener gracias al autogobierno democrático de los grisones, frente a la condición de súbditos de los valtelineses. De este modo se utilizó la democracia para ejercer poder sobre otros.
En su trabajo, usted también alude a una retórica muy populista. Las élites estaban sometidas al control del pueblo.
Es algo que se puede observar especialmente durante los denominados “Disturbios”, cuando se congregaban las milicias armadas en “levas de bandera” para celebrar un “juicio censor”. Muchas veces, el pueblo llano intervenía en los litigios entre los distintos linajes de la élite.
Con frecuencia, el pueblo consideraba que todos los miembros de la élite eran igual de malos. En el acta de sesión de una junta de las Tres Ligas celebrada en 1576 se puede leer que cualquier trato con “nuestras grandes familias” era “inútil” y que las cosas no iban a cambiar “a mejor”.
Por eso, sigue el documento, había que levantar un alboroto para “cortarles la cabeza a todos”. Varios exponentes de esas “grandes familias” fueron sometidos a juicio en el siglo XVI, se exiliaron o fueron incluso ajusticiados.
La idea de no erigirse en una nueva élite, sino de querer controlar y disciplinar a la vieja élite es un fenómeno que se reproduce como un hilo conductor a lo largo de la historia de los Grisones en la temprana Edad Moderna.
El pueblo llano quería que se resolvieran los asuntos de Estado en el interés de la comunidad, es decir, de manera transparente y justa, si lo expresamos en un lenguaje más moderno. Aquellos que no tenían que ganarse el pan de cada día como los herreros o los labradores, debían despachar los asuntos de gobierno, tanto en los Grisones como en los territorios de la Confederación Suiza.
Las votaciones públicas son otra característica de esta temprana democracia que me desconcierta. El voto jamás era secreto. ¿No se les pasó por la mente a los coetáneos recurrir a la votación secreta?
Rara vez se pensó en esa posibilidad. Las votaciones eran públicas porque el derecho de voto no emanaba de la libertad individual, sino del hecho de formar parte de una comunidad. Siguiendo esta lógica, se consideraba como algo evidente que todos con derecho electoral debían manifestar su voto en público.
El objetivo principal consistía en lograr un consenso, que plasmara la voluntad de la comunidad en su conjunto. Las divisiones siempre eran un riesgo. La comunidad no solo elegía a bailes y landamanos, no solo formulaba leyes y declaraba la guerra, sino que también daba fe de su unidad.
Si lo miramos desde un ángulo cínico, también es verdad que se podían controlar mucho mejor las votaciones si eran públicas. También se ejercía presión para que se votara en el sentido de la mayoría. En ocasiones, esta presión podía ser muy violenta, otras veces se apostaba por los sobornos.
¿No hubo nunca resultados ajustados en las votaciones?
En muy escasas ocasiones. Después de la Reforma, las comunidades parroquiales podían elegir y destituir a sus eclesiásticos. De hecho, cada comunidad podía decidir si quería adherirse a la Reforma protestante. Existen historias muy bonitas sobre estos cambios de confesión, aunque no siempre sean del todo verosímiles.
Una “leyenda popular”, por ejemplo, se relata en la “Historia de la Reforma en los Grisones” de Emil Camenisch, de 1920: Existía en la época una aldea que se llamaba Fellers o Schleuis, en la que el número de protestantes y católicos era exactamente igual. Luego, una mujer dio a luz a un hijo, por lo que los católicos, de repente, consiguieron ser mayoría.
¿Podía votar el bebé?
No, pero el recién nacido de sexo masculino contaba como si formara parte de la nueva mayoría. Insisto, estamos hablando de una democracia temprano-moderna.
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Medio milenio de la Reforma en Suiza
Texto adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela / Carla Wolff
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