El modelo español de organización territorial se ha vuelto inadecuado. Las peticiones de mayor autonomía, sobre todo fiscal, no paran de crecer, lo que no ha hecho sino alimentar los deseos de independencia de algunas nacionalidades.
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Alberto Sánchez González
Imposible es ya rastrear el primer momento en que se mencionó la necesidad de reformar la administración territorial en España, como incontable es el número de veces que se ha prometido acometer su reforma. Sin embargo, los sucesivos gobiernos han pasado por alto esta importante cuestión, tanto por su alto coste político como por la importancia de una reforma cuyos beneficios difícilmente serían apreciables antes de la llegada de unas elecciones (ya sean municipales, autonómicas o generales). Así, los partidos de índole nacional viven sujetos al cortoplacismo que impone el calendario electoral. Esto impone un consenso abrumador, aunque solo sea en la necesidad de la reforma y su debate. Y esta adhesión debe existir tanto en el plano político como en el social.
En lo que al marco actual se refiere, se ha mencionado el federalismo como la solución al modelo de Estado, siendo necesario aclarar que la formulación vigente goza de ciertas similitudes con el modelo federal, que por otra parte no es estricto en su enunciación. No obstante, persisten notables peculiaridades que hacen que nuestro modelo autonómico se haya vuelto inadecuado y sea ya inservible.
Y lo es en tales términos porque las peticiones de mayor autonomía, sobre todo fiscal, no paran de crecer, lo que no ha hecho sino alimentar, tras los primeros síntomas de agotamiento del modelo, los deseos de independencia de algunas nacionalidades.
Es tal el agotamiento del sistema autonómico (y de financiación) que la disputa entre las fuerzas centrífugas y centrípetas en el seno del Estado está consumiendo una gran cantidad de energías por parte tanto de la ciudadanía como de la Administración, ambas envueltas en un debate maniqueo que nos impide ocuparnos de otros problemas, así como de discutir los términos de una tercera vía para tal reforma territorial.
En un escenario como este, convendría diseñar un sistema que supere de una vez por todas lo que algunas comunidades perciben como una gestión desigual e injusta de los recursos del Estado. Así, debemos crear un modelo que no solo permita, sino que obligue, a cierta responsabilidad en la gestión de los asuntos que son propios de cada nivel de la Administración. De ese modo, municipios, Estados y Estado Federal tendrían claramente definido un marco de competencias avanzado, con unas capacidades impositivas adecuadas para cumplir con sus funciones competenciales, y con libertad de gestionar su propia política impositiva y de inversiones. Este es a nuestro entender el único modo de atajar el eterno debate sobre el “injusto” reparto de inversiones entre las distintas comunidades.
También es importante entender que, como movimiento filosófico y político, el federalismo es una idea que parte desde abajo en su construcción. Así, no podemos crear un Estado Federal desde la cúspide sin la participación de todas las fuerzas políticas y sociales. El federalismo parte de la base de la fundación de un contrato entre unidades iguales en derechos que, independientemente de la perpetuidad o no de tal contrato, se inicia desde abajo y se va construyendo hacia arriba. Y ese pueda que sea el problema de la configuración histórica del Estado Español. Históricamente, la disposición del Estado ha venido marcada por las élites, lo que, con el paso del tiempo, ha definido el actual marco cultural y político. Quizá sea la hora de promover un debate acerca de cómo configurar un Estado Federal desde abajo, incluyendo la reconfiguración de las fronteras regionales de una forma más realista culturalmente y competencialmente más efectiva. Y todo esto sin ser esclavos de la teoría política o la terminología, creando un modelo propio y que se adapte a las necesidades existentes.
Punto de vista
swissinfo.ch reúne en esta columna una selección de textos escritos por personas ajenas a la redacción. En ella publicamos los puntos de vista de expertos, líderes de opinión y observadores sobre temas de interés en Suiza con el fin de alimentar el debate.
Y para empezar por algún punto, ningún sistema federal puede considerarse tal sin la existencia de una cámara representativa de los Estados en términos de relativa igualdad. Esto implicaría la reforma del Senado, que se convertiría en una cámara de representación territorial como puedan serlo el Senado de Estados Unidos o el Bundesrat en Alemania. A propósito, estos son dos Estados de corte federal que pueden servir de ejemplo a la hora de construir nuestro propio modelo, aprendiendo de sus aciertos y errores.
Del mismo modo, debemos aceptar que la construcción del Estado Federal es un proceso de enorme calado, que no se puede abarcar con un solo impulso administrativo. Por el contrario, esta clase de reformas suele encontrarse con obstáculos que deben ir superándose según se presentan, siendo necesario identificarlos antes de que su acumulación impida culminar las transformaciones.
Pero antes que ninguna otra reforma, nuestro objetivo debe ser naturalizar este debate, impidiendo que sea recortado o aprovechado por aquellos actores políticos que se benefician por la situación actual de enfrentamiento. Este debate parte de la idea de la superación de las contradicciones entre las fuerzas centrífugas y centrípetas existentes en el marco del Estado. Si permitimos que estas se adueñen del debate, este llegará más pronto que tarde a una vía muerta, y con él la reforma.
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“En España falta un debate racional”
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El 11 de septiembre, Fiesta Nacional de Cataluña, arranca la campaña rumbo a las elecciones autonómicas del día 27. Cita 'sui generis' con las urnas.
“Si España fuera como Suiza, habría pocos independentistas”
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El politólogo catalán Jaume López está convencido de que no habría intención secesionista si existiera en España un modelo federalista y de democracia directa semejante al de Suiza.
Entrevista con el autor del libro ‘La independencia de Cataluña explicada a mis amigos españoles’.
swissinfo.ch: Aunque inconstitucional, defiende, como politólogo y activista, abrir brecha a la independencia catalana…
Jaume López: Soy politólogo y profesor de Ciencia Política. Soy ciudadano catalán, con compromisos políticos, y por ello, vale la pena que sean explícitos: defiendo la independencia desde hace algunos años. Por mucho tiempo me incliné por el federalismo en España, pero me he dado cuenta que esa defensa choca contra un muro.
La independencia va a ser difícil, pero nadie me ha demostrado que no pueda producirse. Fui activista en la Plataforma por el Derecho a Decidir; uno de los pocos politólogos allí, por lo tanto, mis convicciones teóricas fueron bastante escuchadas. Mi activismo fue sobre todo hace 8 años; ahora no estoy en primera línea del movimiento social.
swissinfo.ch: ¿Cómo medir el deseo secesionista en elecciones parlamentarias?
J. L: En estas elecciones que nos tocan como comunidad autónoma, los partidos pueden incluir un punto común en referencia a su posición sobre la independencia de Cataluña. “Si nos votan, iniciaremos el proceso de independencia”, podrían indicar. Así, en su programa electoral, cada partido puede señalar de modo explícito su posición sobre la creación de un Estado catalán. Si el resultado electoral apoyara a los políticos independentistas, estos tendrían un mandato democrático a cumplir.
swissinfo.ch: Muchos se indignan o se ríen en España de esta pretensión, sin bases jurídicas que la sostengan. ¿Por qué insistir en estos pasos ilegales?
J. L.: Hemos hecho lo posible para que todas nuestras demandas, empezando por la consulta del 9 de noviembre, cumpliesen los requisitos del marco jurídico español, pero el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional la ley que permitía organizar referéndums locales, aprobada por el Parlamento de Cataluña. Los políticos catalanes, diputados y gobierno, no pueden cambiar ese marco jurídico, pero hay que hacerlo. Es una tarea del Parlamento español.
Así que, o seguimos las actuales reglas del juego, que no nos parecen neutras, o en algún momento nos saltamos la legalidad. Creo que cada vez está más asumido por la ciudadanía catalana que el proceso va a tener que romper con la legalidad española, o incluso la legalidad internacional. Si se hacen las cosas democráticamente, pacíficamente, con transparencia, sobre todo con un mandato popular, a mi modo de ver, es democrático, aunque sea inconstitucional, porque no se ha conseguido cambiar la Carta Magna de España.
Recordemos que la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuando expresó su dictamen de Kosovo, de modo indirecto pero claro, distinguió entre la legalidad constitucional y la legitimidad internacional. Reconocía que la independencia de Kosovo era inconstitucional para el Estado de Serbia, y pese a ello no la consideraba ilegal o ilegítima. Si la Constitución serbia no incluía esa posibilidad, era obvio que era inconstitucional, pero podía ser legítima a nivel internacional.
swissinfo.ch: Pero el caso de Kosovo no tiene semejanza con el catalán. Tampoco se han dado las condiciones que obtuvieron Quebec y Escocia.
J.L.: Defiendo la singularidad del caso catalán. Vetado el camino plebiscitario, el gobierno de Cataluña continúa adelante con un proceso democrático para que sus ciudadanos expresen si quieren formar parte de España o no, en contra del Estado; y esto no tiene precedentes.
Concretamente se busca en las urnas claridad del apoyo a la demanda independentista. Y si la mayoría del pueblo catalán la respaldara, podría iniciarse el proceso, con la observación del resto de Europa.
swissinfo.ch: Muchos en España reirán de esas convicciones, sin marco legal y sin voluntad política en Madrid para abrir vías constitucionales al reclamo catalán. ¿Aun así vale la pena mantener en pie las elecciones “plebiscitarias”?
J.L.: Sí. Aunque saliera un ‘no’ al camino independentista, yo creo que habría valido la pena este esfuerzo para el reconocimiento de la plurinacionalidad en España.
Recordemos que vivimos es un reino que también fue unido, pero después fue unificado. En la Guerra de Secesión hace 300 años Cataluña fue invadida por las tropas castellano-francesas, para formar parte de esta monarquía borbónica que hoy tenemos.
Cataluña también es una minoría permanente en el conjunto de España, si queremos hablar en términos estrictamente democráticos. Y hay que dar respuesta democrática a este problema de cómo pueden vivir de acuerdo con sus preferencias y sus voluntades aquellos que son y serán siempre una minoría en España. Si bien la democracia es la mejor forma de gobierno, tiene que complementarse; de lo contrario esas minorías pueden plantearse si esa democracia les sirve.
swissinfo.ch: Ha defendido cambios en el status quo español, como el federalismo y nuevos engranajes de la democracia representativa con la directa. ¿El modelo de Suiza ha estado en su cabeza?
J.L.: Yo siempre he tenido como uno de los modelos a seguir a Suiza, en muchos sentidos, o prácticamente en todos: en la neutralidad, en el federalismo y en la democracia directa. Creo que serían las tres bases sobre las cuales tendríamos que transformar a España, si fuera posible, para convertirla en una confederación, o, como mínimo, en una federación.
Estoy convencido de que si estos principios que funcionan en Suiza fueran de aplicación real en España no habría movimiento independentista, o sería absolutamente minoritario, por parte de aquellos que consideran que históricamente Cataluña se merece un Estado y que, por tanto, esa demanda es plausible, porque viene de siglos atrás.
Si España fuera como Suiza, habría pocos catalanes independentistas.
swissinfo.ch: Diversos movimientos sociales en España reivindican la introducción de herramientas de la democracia directa. Los independentistas catalanes, sin duda...
J.L.: Cuando pensamos en una Cataluña posible, sin los límites que plantea la Constitución española, nos podemos imaginar y pensar en el modelo suizo de democracia directa para aplicar en Cataluña. Es decir, aplicar todos los mecanismos de corrección o complementariedad a la democracia representativa que funcionan en Suiza.
En diversos planteamientos, en ciertos borradores que se han presentado a los políticos, y en los que también he contribuido, se defiende que la constitución catalana, si es que llegara a existir, debería incluir tres tipos de llamados a las urnas, cercanos a Suiza: el referéndum mandatorio (que sí está incluido en la Constitución española en algunos casos), pero también el opcional, y la iniciativa ciudadana. Y siguiendo la experiencia de algunos Estados americanos, el referéndum revocatorio.
Proceso soberanista
El 27 de septiembre es la fecha anunciada para realizar las elecciones parlamentarias en la comunidad autónoma. La Generalitat adelantó la cita año y medio, en pleno derecho de hacerlo. La reprobación se debe a las intenciones de hacer de esas elecciones un “plebiscito secesionista”.
De aquí a la fecha prevista para esas elecciones anticipadas, se espera mayor confrontación entre las administraciones del Estado español y de la autonomía catalana.
El presidente Artur Mas viajó en abril a Estados Unidos para explicar el deseo secesionista catalán. También publicó opiniones en diarios extranjeros sobre el deseo independentista de la autonomía que gobierna, lo que provocó severas críticas por parte de Madrid y de los medios de comunicación con sede en la capital española.
Por otra parte, otras figuras en favor del independentismo apuntan a un proceso constituyente catalán que se comprometa a celebrar el deseado referéndum sobre la independencia en 2016.
Cataluña
Comunidad autónoma española, según la Constitución española de 1978.
Se aprobó un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña en 1979, con el que se recuperó el uso oficial del idioma catalán, junto con el castellano y el occitano (en su variante aranesa), a partir de 2006.
Cataluña se considera como nacionalidad histórica. Término usado para designar a aquellas comunidades autónomas con una identidad colectiva, lingüística o cultural diferenciada del resto de España.
Su territorio, de 32.000 km2 se encuentra al nordeste de la península ibérica, y limita con Francia.
Población: 7.5 millones aprox.
Cataluña está formada por las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona.
Capital: La ciudad de Barcelona
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En la actualidad, uno de cada cuatro países en el mundo es federalista. Una compleja organización que reúne a entidades con intereses, culturas, identidades e, incluso, lenguas distintas, interesadas en un gobierno común, pero que respete la autonomía de sus competencias. Se trata de un modelo que, según el Instituto del Federalismo de la Universidad de…
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