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El voto se lleva en la sangre en Schaffhausen

“La gran participación ciudadana se ha convertido en una característica de la identidad de Schaffhausen, un emblema, como las cascadas del Rin”. Keystone

Schaffhausen es el campeón suizo de la democracia directa en la participación en las urnas. ¿Qué motiva a la ciudadanía de este cantón a ser tan participativa? 

Tras cada votación o elección, Suiza entera mira con cierta envidia hacia el noreste del país. Allí se encuentra el cantón de Schaffhausen, que siempre obtiene la medalla de oro en la disciplina de su predilección: ¡La democracia directa! El 65% de sus ciudadanos participan en las urnas. Estos resultados contrastan con los del resto del país. El promedio de participación desde hace décadas se reduce a un inquietante 45%.

Inquietante porque esa minoría toma las decisiones por la mayoría que se abstiene, lo que puede socavar la democracia directa. ¿Por qué la gente de ese cantón vota más? A primera vista destaca una razón: en el cantón más norteño de Suiza, el voto es obligatorio. Y esto, desde hace 140 años.

¿De qué hablamos hoy? Los ciudadanos de Schaffhausen están orgullosos de votar, y no por obligación.

Este artículo forma parte de #DearDemocracy, la plataforma para la democracia directa de swissinfo.ch.

Inquietante porque esa minoría toma las decisiones por la mayoría que se abstiene, lo que puede socavar la democracia directa. ¿Por qué la gente de ese cantón vota más? A primera vista destaca una razón: en el cantón más norteño de Suiza, el voto es obligatorio. Y esto, desde hace 140 años.

Aquel que no vota recibe una multa. Se cobraba un franco hasta la década de los setenta, después el castigo aumentó a tres francos y desde 2015 es de seis francos, una adaptación a la inflación.

Esta multa es más que nada simbólica. La persona que no quiera pagarla puede devolver su papeleta de voto vacía al menos 72 horas antes de la cita en las urnas. Si cumple esta condición, queda exento del pago.

“Todo el mundo debería estar orgulloso”

Con la posibilidad de este trámite queda descartado el discurso de que en Schaffhausen la participación política es obligatoria. Entonces, ¿Por qué la gente de Schaffhausen es campeona en las urnas? ¿Se ha construido aquí una especie de orgullo político evidente? Thomas Minder, senador independiente por ese cantón en la Asamblea Federal confirma: “Sí, en Schaffhausen estamos muy orgullosos de nuestra alta tasa de participación”. 

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Opinión que comparten dos ciudadanas, de 83 y 79 años de edad, elegantemente peinadas. Sentadas en un banco del casco antiguo de la ciudad, nos comenta una de ellas: “Sí, estoy orgullosa. Todo el mundo debería estarlo en Schaffhausen”. Su compañera, asienta.

Unos metros más lejos, la propietaria de una mueblería (51), frunce el ceño: “¿Orgullosa?” No, no puedo decir eso. Más bien creo que la mayoría va a las urnas por obligación”. En su caso, es una tradición familiar la que la lleva a votar, y no el hecho de evitarse las multas: “En casa es normal ir a votar”.

El aprendiz de carpintero de 17 años que prepara su cigarrillo en la parada del autobús tiene la misma experiencia. Indica que en la mesa, a la hora de comer, se hablaba con frecuencia de política. El año próximo cumplirá los 18. “Me alegra saber que podré votar” ¿Por qué? “Mi voz también contará”. Pero no descarta que alguna vez no vote, en un país donde hay unas cuatro citas con las urnas al año.

También el señor con bigote, a su lado, dice que no siempre participa. “No voto sistemáticamente. Votar es laborioso. Tenemos que votar muy a menudo. Tras una corta reflexión, el almacenista de 45 años agrega, no obstante, que una alta participación en las urnas es bueno, y de lo que sus conciudadanos pueden estar orgullosos. “Esto forma parte de nuestra identidad”.

“La participación política, en las venas”

La lasitud que provoca tantos escrutinios al año es una de las razones primeras de que la participación suiza se encuentre entre las más bajas en comparación internacional, según indica un estudio de la Universidad de Zúrich de 2012. 

Christian Ritzmann, secretario general del Gobierno de Schaffhausen. swissinfo.ch

Otra causa destaca: la carente transmisión de la habitud de votar entre generaciones. Si los padres descuidan el voto, sus hijos harán lo mismo y transmitirán ese comportamiento después a sus propios hijos.

Lo contrario ocurre en Schaffhausen. El secretario general del Gobierno de Schaffhausen, Christian Ritzmann, está convencido: “Este deber cívico podría decirse que casi está en nuestras venas”.

El exdiputado de Schaffhausen Hans-Jürg Fehr hizo una declaración aún más llamativa: “La fuerte participación ciudadana se ha vuelto con el tiempo una característica de identidad de Schaffhausen, un emblema, como las cascadas del Rin o el MunotEnlace externo.”

Sentimiento de obligatoriedad, por la proximidad

Para Christian Ritzmann todo esto es posible gracias a la reducida dimensión geográfica del cantón: Aquí los representantes políticos son más cercanos al pueblo que en otros cantones más vastos.

En Schaffhausen, con sus 80 000 habitantes, uno puede cruzarse con los políticos en la calle, en el autobús o en el restaurante. “La cercanía y también un sentimiento de obligatoriedad influyen en el nivel participativo”.

Pero ese sentimiento va más allá de la emisión del voto. “Como en muchos otros sitios de Suiza, no encontramos fácilmente el relevo en la representación política a escala comunal”, lamenta el senador Thomas Minder.

El exdiputado Hans-Jürg Fehr constata lo mismo: “A parte de la alta participación en las urnas, no siento un gran compromiso político en otros ámbitos”.

Cultura de la discusión

De acuerdo también está Robin Blanck, redactor jefe del ‘Schaffhauser Nachrichten’, el solo diario del cantón. Aunque subraya: “Creo que en este cantón debatimos de modo más intenso sobre política”. Dos veces a la semana el periódico imprime en su segunda página solo cartas de los lectores “sobre los temas políticos más candentes. Recibimos fácilmente un centenar de cartas”, añade Blanck.

Las dos ancianas en el banco con las que conversamos antes también participan en este debate, ya sea en el diario o a través de los intercambios que tienen con los políticos.

“Cuando una decisión política no me gusta, me siento frente al mi ordenador”, indica la mujer de 79 años. “A veces envío directamente una carta al gobierno cantonal o federal. Tal vez eso no conduzca a nada. ¡Pero creo que hay que decir lo que uno piensa, si existe la posibilidad aquí de hacerlo!”

¿Qué hacer para que la gente vote? Su comentario nos interesa, escríbanos, vía FB, 

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(Traducción del alemán: Patricia Islas)

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