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Trump, Biden y el odio: cómo la polarización en EE.UU afecta a su población en Suiza

Dos partidos y dos candidatos presidenciales que no cuentan con una gran estima por parte de la población. Pocas sociedades están tan polarizadas como la de Estados Unidos. Hemos reunido las impresiones de una demócrata, un republicano y una votante independiente, todos residentes en Suiza.

“Alguien escribió hace poco en Facebook que Joe Biden es como Hitler”, dice la estadounidense Sue Rickenbacher en un café de Zúrich.

Los dos prometedores candidatos a la presidencia, Joe Biden y el expresidente Donald Trump, son antipáticos para un amplio sectorEnlace externo de la población estadounidense.

Rickenbacher tampoco es fan de Joe BidenEnlace externo, pero ¿cómo debe o puede enfrentarse a tales comentarios? “Cuando alguien escribe algo así, es difícil posicionarse en el centro”.

Tras el ataque a Donald Trump, Rickenbacher cree que la campaña electoral está decidida. “Una persona ha sido asesinada. Trump es ahora una víctima y parece más fuerte al mismo tiempo. Biden tendrá aún más problemas para transmitir su mensaje”, resume Rickenbacher.

Se mostró conmocionada por el atentado. “Por otro lado, si piensas en la retórica violenta de Trump o en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, no es sorprendente. La persona equivocada escucha esto y se siente justificada para llevar a cabo un ataque”.

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“No siento que pueda comunicarme abiertamente con todos porque nunca sabes de qué lado está la gente y la situación está tan cargada de emociones que no es muy agradable”, dice Sue Rickenbacher. Vera Leysinger / Swi Swissinfo.ch

Sue Rickenbacher votó a George W. Bush y a Barack Obama

Sue Rickenbacher votó en su día tanto a George W. Bush como a Barack Obama. No habla como una conservadora, pero tiene sus diferencias con las políticas de los demócratas.

Le hubiera gustado votar a un republicano moderado como Chris Christie, Nikki Haley o John Kasich si se hubieran presentado.

En lugar de ellos, Sue Rickenbacher piensa que los candidatos están “muy polarizados”. Y, sin embargo, ella prefiere quedarse en un punto medio. Esta directora de marketing jubilada es una orgullosa votante independiente.

También siente el ambiente cargado en su vida privada. “Ya no puedo hablar de política con mi cuñado. Cree que nos robaron las últimas elecciones”, dice Rickenbacher, que ya había perdido a un amigo por las elecciones que salió ganador Barack Obama.

Gran número de estadounidenses liberales en Suiza

Sue Rickenbacher rara vez se involucra en discusiones en Internet. Casi todas las personas de nacionalidad estadounidense que ve regularmente no son partidarias de Trump. Eso tal vez se deba a que la mayoría de los estadounidenses en Suiza son liberales.

Rickenbacher está convencida de que se debe a una visión más amplia que se adquiere cuando se vive en el extranjero. En Suiza, por ejemplo, la gente aprende a apreciar el sistema sanitario público.

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Sue Rickenbacher vive en Suiza desde los años noventa. De las tres personas estadounidenses con las que SWI swissinfo.ch ha hablado sobre la polarización afectiva, ella es la que ha vivido más tiempo fuera de Estados Unidos.

La polarización emocional

Cuando la polarización no se refiere solo a una divergencia en cuestiones concretas, sino que también describe una brecha emocional entre grupos, se habla de polarización afectiva o emocional. Por ejemplo, un republicano podría pensar que cualquiera que sea demócrata es una mala persona y viceversa.

Los economistas políticos Alois Stutzer y Benjamin Jansen han estudiado la polarización afectiva en Suiza basándose en una encuesta de la Radiotelevisión suiza. Descubrieron que esta polarización no ha aumentado en los últimos 20 años.

Los resultados contrastaron con las expectativas de Stutzer. “Me sorprendieron los resultados”, afirma. “Pensaba que el cambio del estilo político habría dejado huella”. La hipótesis inicial se formuló debido a las “campañas políticas que pretendían abrir o al menos alimentar las brechas”.

Liz Voss hace campaña por los demócratas

Liz Voss dice que ya ha recibido anuncios de la UDC que le han hecho sentirse mal recibida en Suiza. Pero en Allschwil, cerca de Basilea, se siente como en casa.

Voss es una demócrata acérrima y participa en Democrats Abroad. Aunque Joe Biden tampoco es su candidato favorito, este año tiene un gran proyecto: movilizarse para su reelección. Pretende asegurarse de que acudan a las urnas el mayor número posible de votantes demócratas y moderados. Quiere mantener ese enfoque incluso después del ataque a Donald Trump. En lugar de convertirse en parte de la “grieta cada vez más profunda”, prefiere hablar de leyes sobre las armas más estrictas, entre otras cosas.

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“Tengo la suerte de que la mayoría de mi familia y amigos íntimos en Estados Unidos son demócratas o liberales”, dice Liz Voss. Vera Leysinger / Swi Swissinfo.ch

Hablando con Voss, queda claro que se trata de una activista comprometida. Un “cierto grado de polarización emocional” puede ciertamente estimular la democracia, explica Benjamin Jansen, economista político. Quien está emocionalmente polarizado tiene más probabilidades de votar o de volverse políticamente activo.

Polarización afectiva en EE.UU.

Según su compañero Alois Stutzer, la polarización afectiva se convierte en “crítica” “cuando los ciudadanos emocionalmente polarizados reeligen a los políticos de ‘su’ partido incluso cuando se portan mal”.

Pero a diferencia de lo que ocurre en Suiza, la polarización afectiva ha crecido con fuerza en Estados Unidos. “En EE.UU., ‘nosotros contra ellos’ es fácil”, dice Stutzer. Eso se debe al sistema bipartidista, porque sin un tercer partido externo, “la comunicación política que menosprecia al otro bando se convierte en una estrategia atractiva”.

Según las observaciones de Stutzer, “la identificación con el propio partido y el distanciamiento de los partidarios del otro partido” caracterizan cada vez más la vida privada cotidiana. Mientras que un yerno con una religión diferente, por ejemplo, es menos problemático hoy en día, “una afiliación partidista diferente es un problema mucho mayor”.

“Afortunadamente, casi solo con estadounidenses demócratas”

Afortunadamente, casi solo tiene trato con estadounidenses demócratas, dice Liz Voss. Al mismo tiempo, agradece tener más encuentros fortuitos en su vida cotidiana en Suiza. En Estados Unidos, iba “de la puerta de casa al coche, del coche a la oficina”, y apenas conocía a nadie fuera del lugar de trabajo.

Pero solo se puede convencer a la gente que piensa diferente hablando con ellos en persona. Por eso le preocupa que muchos debates se hayan trasladado a Internet.

Experimenta lo difícil que es la comunicación matizada en Internet cuando habla con familiares que piensan políticamente distinto. Evita la confrontación al otro lado del Atlántico: “Es mejor no librar conflictos a distancia porque faltan ciertos niveles de entendimiento, como el lenguaje corporal”.

Un tema que preocupa mucho a Liz Voss es el acceso al aborto. Voss hace referencia a unas encuestasEnlace externo que muestran que una clara mayoría de estadounidenses está a favor del aborto legal.

Voss considera ilegítimo que los abortos vuelvan a ser ilegales en algunos estados de Estados Unidos. “No voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo le quitan los derechos a mi sobrina. Mi hija vive aquí, pero solo tiene pasaporte estadounidense”.

Suiza como país de diversidad política

Voss piensa que Suiza es un país de diversidad política. “Admiro el panorama político, que haya tantos partidos diferentes”, afirma.

Haciendo frente a su grupo político, a Voss le gustaría ver un tercer partido que fuera moderado. “Los dos partidos se inclinan tanto hacia la izquierda o la derecha que ya no hay denominador común”. Le gustaría que hubiera un partido de centro que pudiera facilitar y suavizar las discusiones en un clima tan caldeado.

El parque de Allschwil está vacío, y por eso Voss se ríe cuando le preguntan si Suiza es más tranquila. Sí, lo es, dice. Pero al mismo tiempo no se encuentra con estadounidenses que piensen de manera completamente diferente. No conoce a ningún republicano en la Confederación. Probablemente porque no hay muchos.

Tariq Dennison es uno de ellos. Dennison se sienta con una botella de Rivella en el restaurante orgánico de su vecino en Weinfelden, una pequeña ciudad en Turgovia.

Tariq Dennison es un “conservador estadounidense clásico”

La familia, la fe, la idea de la excepcionalidad estadounidense y la construcción de un negocio propio han moldeado su camino para convertirse en un clásico conservador estadounidense, dice.

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“En general, Estados Unidos tiene instituciones sólidas”, afirma Tariq Dennison. Vera Leysinger / Swi Swissinfo.ch

Dennison habla de cómo creció en bases militares estadounidenses en la Alemania Occidental de la Guerra Fría, de su primer recuerdo político -la campaña electoral de 1984, que ganó Ronald Reagan ampliamente- y de su entusiasmo por el debate, que ya sentía en el instituto.

Eso se puede apreciar en nuestra conversación. Sea cual sea el tema, el economista enumera primero los pros y los contras antes de llegar a su conclusión.

Incluso en el tema tan espinoso del aborto. Es partidario de “soluciones racionales y pragmáticas”. Por un lado, está “firmemente a favor del valor de la vida”, pero por otro, también está abierto a “las muchas razones por las que los votantes no están de acuerdo con una postura provida”.

“Debate racional” sobre los abortos

Dennison opina que los abortos en el octavo mes “pueden considerarse indiscutiblemente un asesinato”, salvo en “casos difíciles” en los que la vida de la madre corre peligro. “Es uno de los deberes de un gobierno moral proteger la vida de tal sufrimiento”.

Con respecto a “todos los casos menos extremos y los matices”, sin embargo, a Dennison le gustaría ver un “retorno a las discusiones racionales”. Cree que, al final, todo el mundo estaría de acuerdo en que un mundo con menos abortos sería mejor.

Por muy matizado que sea su juicio, Dennison espera otras cualidades de un presidente estadounidense. Critica a Barack Obama por su “liderazgo entre bastidores”. Obama estaba demasiado preocupado por lo que la Unión Europea en Bruselas pensaba de él. A Trump, en cambio, lo elogia por ser “sin disculpas America First“. No le importa lo que otros gobiernos quieran de él.

Votante, pero no fanático de Donald Trump

Dennison no se considera un “fanático de Trump”, pero votó por él en 2016 y 2020 y “planea” hacerlo también en 2024. “Especialmente después de ver su debate el 27 de junio contra el actual presidente Joe Biden”.

Al mismo tiempo, Dennison considera “muy lamentable que la polarización en los Estados Unidos haya empeorado en los últimos 10 años, desde que Donald Trump apareció en el escenario político”.

Vida, libertad y la búsqueda de la felicidad

Dennison mira al pasado en varias ocasiones para adentrarse en la historia de su país. Al preguntarle si un tercer partido o un nuevo sistema electoral aliviaría el ambiente cargado en Estados Unidos, señala “el curso de las elecciones multipartidistas de 1824, 1912 y 1992”.

Estos son ejemplos de “cómo los terceros partidos pueden ser contraproducentes en el sistema electoral actual de Estados Unidos”.

Los “Fuertes pilares” de su posición política son los pensamientos de los padres fundadores de la Constitución estadounidense: vida, libertad, la búsqueda de la felicidad: los derechos y deberes de un individuo para defender a su familia, su libertad y su propiedad.

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dibujo: un grupo de ejército y un soldado poniendo una bandera en una colina

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Repúblicas hermanas: los lazos de unión entre Estados Unidos y Suiza 

Este contenido fue publicado en Suiza y Estados Unidos fueron conocidas en su día como repúblicas hermanas. Recientemente, el antiguo embajador de Donald Trump en Suiza volvió a sacar a relucir el término. De hecho, ambos países se han influido mutuamente.

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“En general, Estados Unidos tiene instituciones sólidas”, dice Dennison. Un sistema que ha “superado, entre muchos otros desafíos, una guerra civil y dos guerras mundiales” no necesita grandes reformas.

El asalto al capitolio

El Congreso de EE. UU., el Senado y la justicia controlan al presidente y pueden “equilibrar mejor las prioridades de los estadounidenses que las alternativas”.

Dennison describe a quienes participaron en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 “como una turba que también muchos votantes de Trump condenan”. Él mismo es muy claro: “Nuestro país debería estar por encima y no tolerar un levantamiento armado tras la victoria de un oponente político”.

Sin embargo, con esta postura frente a los sucesos después de las últimas elecciones presidenciales de EE. UU., Dennison forma parte de una minoría entre los seguidores republicanos. De hecho, el 60 % de los votantes republicanosEnlace externo creen que la elección de 2020 fue “robada”.

Incluso en la campaña electoral de 2024, Donald TrumpEnlace externo repite la afirmación de que ganó las elecciones hace cuatro años.

¿Un debate por encima de las divisiones?

Sue Rickenbacher dice: “Cualquier sistema puede fallar”. Liz Voss teme que Trump no acepte nuevamente su derrota y que una situación similar a la de 2021 amenace. Para Tariq Dennison, los que irrumpieron en el Capitolio en nombre de Donald Trump son una turba.

Los tres lamentan el nivel de polarización. Los tres reconocen el traslado de los debates a las redes sociales como parte del problema, y la aparición de Donald Trump en la escena política como el momento en que la situación se agravó. Hay una sorprendente cantidad de consenso.

El economista político Benjamin Jansen de la Universidad de Basilea describe “la polarización partidista afectiva” a SWI swissinfo.ch como el grado en el que “las personas encuentran más simpática a su propio partido en comparación con otros partidos políticos y sus respectivos miembros”.

Quien no siente simpatía o antipatía hacia personas debido a su afiliación partidista, “se considera que no está emocionalmente polarizado, y viceversa”.

Según Jansen, una fuerte polarización emocional entre grupos puede darse incluso cuando las diferencias de contenido no son tan grandes. Las diferentes opiniones en sí mismas son realmente buenas para una democracia, por lo que para Jansen es importante distinguir entre la polarización de contenido y la afectiva: “Esta polarización dificulta el intercambio entre grupos. Las discrepancias de contenido en sí mismas no son un problema para una democracia, al contrario, hacen que tal sistema sea productivo”.

Sin embargo, la razón por la que se puede imaginar a Sue Rickenbacher, Tariq Dennison y Liz Voss en una discusión comprometida pero respetuosa es probablemente que los tres condenan los acontecimientos después de las últimas elecciones en EE. UU. De esta manera, reconocen la misma realidad.

Si los tres se encontraran, sería emocional hasta un punto que es beneficioso para el debate democrático.

Texto adaptado del alemán por Carla Wolff / Vídeo adaptado del alemán por José Kress

Texto editado por Mark Livingston

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