Devastación y división aún perviven en un antiguo bastión del EI en Siria
Rania Zanoun
Deir al Zur (Siria), 9 sep (EFE).- La ciudad siria de Deir al Zur, que fue uno de los últimos bastiones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el país, sigue destruida años después de los combates y su recuperación lastrada por el complejo mapa de poder en esta provincia oriental de la que es capital.
Hace cuatro años las fuerzas gubernamentales lograron romper el asedio impuesto por los yihadistas a las pocas áreas de esta urbe que habían permanecido en manos de Damasco desde que el EI conquistó la ciudad, la provincia y otras áreas del noreste de Siria en 2014.
Sin embargo, la mayor parte de Deir al Zur continúa hoy destruida, con escombros en lugar de edificios y las siluetas deformes de sus monumentos, en los que el vecino Hamad al Abás apenas es capaz de vislumbrar un atisbo de lo que un día fueron.
«Volvemos con nuestros recuerdos, pero es imposible que la ciudad vuelva a ser como antes», dice a Efe Al Abás, de 65 años, mientras camina con su bastón sobre una montaña de cascotes.
Admite que la ciudad «está perdida y no volverá» a lo que era antes del yugo yihadista y de las múltiples batallas, desde el estallido de la revuelta contra el presidente sirio, Bachar al Asad, en 2011.
SIN MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN
Las autoridades culpan de la lentitud en el proceso de reconstrucción a la falta de materiales en la zona a causa de las sanciones impuestas, sobre todo por Estados Unidos, a Al Asad y su entorno.
El gobernador de la provincia de Deir al Zur, Fadel Nayar, asegura a Efe que ha facilitado licencias a las minas de piedra locales en un intento de suplir la escasez de productos y materias primas, y avanzar así hacia la «autosuficiencia».
«Con todo esto, sin embargo, los esfuerzos no están a la altura de las necesidades» de reconstrucción, reconoció Nayar, al frente de una región que cuenta en la actualidad con más de un millón de habitantes.
Pese a todo, recita una lista de logros conseguidos en los últimos cuatro años: se han rehabilitado 67 de las 71 estaciones de agua ubicadas en las áreas de la provincia ahora bajo el control del Gobierno de Al Asad y están en funcionamiento 42 centros médicos, frente a los apenas cuatro durante la ocupación yihadista.
Según el Instituto Universitario Europeo, en los barrios de Deir al Zur que estuvieron asediados pero permanecieron bajo el control gubernamental se daba en 2019 una limitada reconstrucción de infraestructura y de servicios, pero no ocurría lo mismo con las áreas que estuvieron en manos de los radicales.
En ellos las actividades se limitaban al desescombrado y no había un sistema de agua potable, electricidad, sanidad, colegios ni transporte público, y estaban casi desiertos «a excepción de algunos cientos de personas» hasta hace dos años.
CRISIS ECONÓMICA
Como ocurre en el resto del país árabe, la economía no es boyante en la capital de esta estratégica provincia fronteriza con Irak, hasta el punto de que la población casi no consume frutas por ser «un artículo de lujo», según el comerciante Daoud al Husani.
Con una fuerte escasez de productos básicos y unos «gastos que superan a los ingresos», los habitantes de Deir al Zur pasan penurias diariamente, asegura en declaraciones a Efe Al Husani, de 54 años.
«Durante el asedio había dinero disponible y faltaban los productos, pero hoy no hay dinero a pesar de que hay productos», afirma el comerciante.
La ONU estima que nueve de cada diez sirios dentro y fuera del país viven en la pobreza, y el 60 % de la población sufre inseguridad alimentaria después de una década de conflicto, a lo que se suman las sanciones económicas impuestas a Al Asad y su entorno por parte de Occidente.
UNA PROVINCIA Y MUCHOS ACTORES
El complejo mapa de poder en Deir al Zur complica todavía más la situación de sus habitantes, tal y como relata Adel Naser, de 56 años, que trabaja en la capital regional, pero vive en el pueblo de Al Husainiya, al otro lado del Éufrates, en uno de los últimos territorios controlados por Damasco antes de las áreas kurdas.
La provincia está divida en dos partes: las áreas de influencia de las fuerzas gubernamentales y sus aliados, ubicadas al oeste del río Éufrates, y aquellas dominadas por las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza liderada por kurdos que a su vez arrebató al EI las zonas de Deir al Zur al este del río.
La parte controlada por Damasco está a su vez subdividida en zonas donde predominan las milicias iraníes que le apoyan, las fuerzas rusas e incluso algunos territorios en manos de sus también aliados del grupo chií libanés Hizbulá.
Cada día a las 6.00 de la mañana Naser sube a un ferry para cruzar el río, un medio de transporte que considera poco fiable y que se puede ver afectado por problemas técnicos o incluso quedar suspendido por la crisis, según explica a Efe al lamentar sus dificultades para ir al trabajo.
Sin embargo, es uno de los pocos afortunados que tiene un trabajo, mientras que Maya Mohamed, una joven de 24 años, explica que aún no ha podido encontrar un empleo desde que se licenció en Ingeniería. EFE
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