Disputas por tierras y ganado ponen en peligro la convivencia en el este de Sudán del Sur
Atem Simón Mabior
Yuba, 11 feb (EFE).- Los continuos saqueos, robos de ganado y migraciones de tribus pastorales a zonas agrícolas han puesto en las últimas semanas al borde del conflicto a los estados del este de Sudán del Sur, donde más de cincuentena de personas perdieron la vida a principios de mes en choques entre diversos clanes y habitantes de la zona.
Los enfrentamientos históricos entre las tres tribus que habitan la región nororiental de Jonglei -los Dinka Bor, Murle y Nuer- provocaron en las últimas semanas el desplazamiento de los numerosos Dinka a la vasta región vecina de Ecuatoria, en dónde este poderoso clan sursudanés se ha desplazado para evitar más muertes en disputas por ganado y tierras.
A su llegada a Ecuatoria, en el sureste, los Dinka Bor ocuparon tierras agrícolas y se hicieron con granjas propiedad de las comunidades locales de esa zona, lo que desató enfrentamientos adicionales en la región y dio inicio a una campaña contra esa tribu, que controla las altas esferas políticas del país.
Choques mortales
A principios de febrero, la región de Magwi, en Ecuatoria Oriental, fue escenario de unos violentos acontecimientos que se saldaron con la muerte de al menos 50 pastores, además de 66 heridos, unos choques que los Dinka Bor calificaron de «masacre con tintes políticos» para expulsarlos de la zona a la que recién llegaron «en busca de paz».
Sin embargo, los miembros de esta numerosa tribu, que cuentan con armas ligeras, se apropiaron de tierras y prendieron fuego a las granjas de las comunidades locales nada más llegar a Ecuatoria, lo que creó un gran malestar entre los residentes y las autoridades de esta región..
No obstante, desde el estado lde Jonglei han acusado a los pastores locales y a las autoridades de Ecuatoria de estar detrás de esta ola de violencia y de fomentar el discurso del odio contra los Dinka Bor con el objetivo de expulsarlos de la zona.
«Algunas entidades políticas están detrás de los sucesos contra los pastores. Responsables de Ecuatoria Oriental pedían en sus discursos a las autoridades que deporten a los pastores (Dinka Bor) tras acusarles de ser el motivo de la inestabilidad en el estado», dijo en declaraciones a EFE la vicegobernadora de Jonglei, Atong Koul Manyang.
Asimismo, indicó que las autoridades de Jonglei exigen una investigación «inmediata» y llevar a los autores de estos ataques ante la Justicia.
Una dimensión política
El gobernador de Ecuatoria Oriental, Lewis Lobong, ha estado en el punto de mira de las comunidades de pastoresm que le acusan de estar detrás de «la masacre» de Magwi tras alentar a los residentes locales a echar a los pastores y de destruir tierras de cultivo de otras tribus.
La escalada de tensión también dejó intranquilos a los habitantes de Ecuatoria Oriental, ya que muchos de ellos evacuaron sus pueblos para evitar un posible acto de venganza de los Dinka Bor.
«Es más que un mero ataque, es una trama política grave», afirma a EFE Angok Gordon, el jefe de la comunidad de Bor, de la que provienen los pastores muertos en Magwi, que denuncia que las autoridades de Ecuatoria Oriental hicieron «declaraciones instigadoras políticas» contra la tribu Dinka.
En este sentido, pidió a los miembros del clan que no se venguen tras lo ocurrido, al tiempo que pidió una investigación y el pago de compensaciones a las familias que perdieron a sus hijos y propiedades durante los choques.
En medio de la conmoción, el Parlamento convocó hace una semana a los ministros de Defensa e Interior para conocer las medidas tomadas tras la ola de violencia y garantizar que estos actos no se vuelvan a repetir.
El vicepresidente del Parlamento sursudanés, Nathaniel Oyet, dijo a EFE que los políticos «no pueden quedarse de brazos cruzados ante estos sucesos lamentables», por lo que dijo que el Gobierno ha mantenido reuniones directas con las autoridades de Jonglei con el objetivo de mediar y alcanzar «la paz y la estabilidad».
Por su parte, Deng Dau, diputado por Jonglei, dijo a EFE que las tribus nómadas y las comunidades agrícolas deben trabajar juntos y rechazar la violencia, en un momento en el que crecen los temores de que estos actos escalen en un conflicto abierto con tintes étnicos.
«Queremos vivir todos en paz (…) La petición de la salida de los pastores no debe ser lanzada como amenaza étnica, ya que la discriminación tribal nunca nos servirá, sino hará que continúe la violencia», sentenció. EFE
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