Dolor y esperanza a la sombra de la amenaza rusa en la Semana Santa de Ucrania
Rostyslav Averchuk
Leópolis (Ucrania), 19 abr (EFE).- Los ucranianos intentan mantener las tradiciones y crear un ambiente festivo en la Semana Santa, al menos para los niños, muchos de los cuales están lejos de sus hogares, ocupados por Rusia, pero los incesantes ataques rusos contra los civiles y el dolor de las familias separadas ensombrecen las celebraciones.
En Leópolis, Valentina Boiko, directora de un centro de apoyo para unos 4.500 residentes desplazados de Mariúpol, subrayó a EFE la importancia de la unidad en estos días.
«Permanecer juntos es vital para nosotros», afirmó.
Decenas de niños y sus familias se reunieron allí para decorar los «pisanki» -tradicionales huevos de Pascua- con la cantante pop ucraniana Yagoda.
Preservar la tradición pese a estar desplazados
Utilizando cera caliente y tintes vibrantes, inscribieron símbolos de fe, salud y amor, en una práctica centenaria utilizada para reflejar esperanza y contrarrestar el miedo.
Para unos 1.000 niños de Mariúpol y sus familias, que viven en Leópolis desde hace casi tres años, desde que su ciudad fue capturada por Rusia tras un brutal asedio, las celebraciones evocan recuerdos de hogar y paz.
«Creemos en la victoria y en el regreso a Mariúpol», dijo Boiko.
Dolor y respiro
El interés por tradiciones como los «pisanki» ha aumentado en desafío frente al asalto ruso a la identidad nacional ucraniana, señaló a EFE Vita Riabenko, propietaria de un estudio de arte que se unió a los niños.
Ella admitió sentir muy poco ánimo festivo debido a las trágicas noticias de la guerra, por lo que los preparativos festivos le parecen mecánicos.
Dos devastadores atentados rusos ocurridos en dos fines de semana anteriores -35 muertos en Sumi y 21, entre ellos nueve niños, en Krivi Rig- han dejado al país conmocionado.
«Cada ataque lleva tiempo asimilarlo, y justo cuando me recupero, Rusia vuelve a hacer algo terrible», cuenta Riabenko.
A pesar del dolor, los adultos se esfuerzan por proteger a los niños de la desesperación.
«Los niños sienten nuestro dolor, pero cuando ocultamos nuestra angustia, su emoción y sus sonrisas nos levantan», dijo Riabenko con ternura, mientras los niños buscaban su ayuda con sus decoraciones de Pascua.
Festividades amenazadas
Como es tradición, las familias vestidas de fiesta visitan las iglesias durante todo este sábado para que les bendigan las cestas, llenas de «pisanki», «paska» -pan tradicional de Pascua- y otros alimentos, para el desayuno del domingo.
Pero la amenaza de los ataques rusos se cierne sobre ellos.
Un ataque con misiles el Viernes Santo en Járkov causó 112 heridos, dañando apartamentos en los que quedaban «paskas» recién horneadas cerca de ventanas destrozadas, según fotos ampliamente compartidas en las redes sociales ucranianas.
Los servicios de emergencia advirtieron del aumento de los riesgos, con un duro recordatorio: los misiles rusos Kinzhal pueden alcanzar Leópolis, a unos 1.100 kilómetros de la frontera, en sólo 10 minutos, lo que deja poco tiempo para buscar refugio.
Familias desgarradas, espíritus resistentes
Para quienes tienen seres queridos en el frente, las celebraciones de Pascua no son motivo de gran alegría.
Tetiana Rozviezieva, panadera de Vishneve, cerca de Kiev, se enfrenta a su cuarta Pascua sin su marido, Volodímir, que sirve en una unidad de aviones no tripulados en Donetsk, donde los combates no han cesado en toda la semana.
«No habrá ‘paska’ ni huevos de Pascua en mi casa. Sólo rezo para no empezar a odiar al mundo más de lo que ya lo odio», declaró a EFE, al hacerse eco de la angustia de miles de familias separadas por la guerra.
Aún así, horneó dulces con temática de Pascua para sortearlos entre sus clientes, con el fin de recaudar los fondos necesarios para reparar el vehículo de la unidad de su marido, «Depredadores de las alturas».
Múltiples voluntarios civiles ya han entregado comida tradicional de Pascua a la primera línea.
Pero también han traído drones, equipos de protección avanzados y otros materiales que los soldados necesitan, sobre todo, para proteger a sus familias en casa.
Un llamamiento en favor de los niños robados
La Pascua, tradicionalmente una fiesta familiar, también pone de manifiesto otra sombría realidad: al menos 18.272 niños ucranianos permanecen en Rusia, secuestrados en los territorios ocupados.
«Fueron llevados a lo más profundo de Rusia, a menudo adoptados a la fuerza, obligados a olvidar su lengua, su familia y su cultura», subrayó Tamila Tasheva, activista de derechos humanos tártara de Crimea.
«Hasta que los niños ucranianos robados por Rusia no sean devueltos, esta guerra no podrá considerarse realmente terminada», recordó también en X el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, mientras la nación continúa su lucha por la paz y la justicia a la sombra de los misiles y las amenazas de Rusia.
(foto)(vídeo)
ra/smm/rf