70 años de paz laboral
Concluido en 1937 entre patronal y sindicatos, el pacto social es, junto con la neutralidad, el federalismo y la tradición humanitaria, uno de los pilares de la denominada "excepción suiza".
Setenta años después, el sistema sigue funcionando y en Suiza la palabra huelga aún parece impropia… por ahora.
Suiza atrae a las empresas extranjeras no sólo por sus paisajes o por sus condiciones fiscales. También juegan un papel importante la seguridad y la estabilidad. Se trata de uno de los países desarrollados menos afectados por las huelgas, a tal punto que la paz laboral se ha convertido en una especie de tabú fundamental.
Para el historiador Hans-Ulrich Jost, la huelga «se ha vuelto un tabú porque se la ha idealizado al referirse a sus orígenes. Sin embargo, siempre ha habido huelgas y la paz no es un mito, es una realidad de la relación de fuerzas entre los sindicatos y el empresariado, pero promulgada por el Estado.»
Primero la relojería, después la metalurgia
«Luego de una huelga de dos meses del sector relojero en Biel, que desembocó en un litigio salarial, en 1937 se firmó el primer Convenio Colectivo de Trabajo (CCT)», recuerda Jean-Claude Rennwald, vicepresidente de la Unión Sindical Suiza, (USS).
Los patrones amenazaron con el cierre, por lo que el Ministerio de Finanzas presentó un proyecto de CCT a las partes en conflicto.
El artículo primero de ese acuerdo funda la paz del trabajo: «Vista la situación económica del país, las partes contrayentes se comprometen a aplicar, hasta el fin del año, un régimen de paz social absoluta; en otros términos, los patrones se comprometen a no recurrir al cierre… y los trabajadores a no declararse en huelga…»
Dos meses más tarde, el sector metalúrgico también se vio en la necesidad de firmar un CCT. Otros ámbitos laborales siguieron los mismos pasos con la voluntad de sacar adelante al país – aislado por el ascenso de las corrientes fascistas- en medio crisis económica que había generado 124.000 desempleados.
Importancia de los CCT
Hans-Ulrich Jost explica que «las negociaciones en torno a los CCT fueron sobre todo las que crearon esa cultura de la paz laboral». Los Convenios Colectivos de Trabajo se volvieron obligatorios en 1943 por decisión del Consejo Federal (gobierno), quien se reservaba el papel de árbitro.
Políticamente, esa colaboración se facilitó -también en 1937-, por el compromiso del Partido Socialista (el alma de los sindicatos) de renunciar a la dictadura del proletariado.
No obstante, Hans-Ulrich Jost mantiene que, más adelante, la paz fue «sobrevalorada de forma muy ideológica durante la Guerra Fría». Y aún alimenta la controversia: traición para unos, garantía para otros; las opiniones aún están divididas.
Un tercio de los trabajadores
Pero el pacto social entre los trabajadores y los patronos no ha perdido actualidad. En 2005, el 34% de los empleados estaban cubiertos por 661 Convenios Colectivos de Trabajo, según indican las estadísticas federales.
Para Rolf Bloch, empresario jubilado, «la paz del trabajo favorece a las empresas suizas, pues los clientes extranjeros saben que pueden contar con la entrega de sus pedidos».
Esta colaboración «permite, sobre todo, una mayor proximidad laboral y un conocimiento del producto, creando una relación muy cercana» en las compañías, agrega Bloch. Cabe señalar que el 99% de las empresas helvéticas son PYMES con menos de 249 empleados.
De acuerdo a Jean-Claude Rennwald, «se trata tan sólo de uno de los mano de obra cualificada, fiscalidad, ambiente sociocultural, etc.».
¿Fin del ‘status quo’?
Las huelgas en Suiza siguen siendo excepcionales, como aquella que paralizó durante un mes la fábrica en Reconvillier (Jura bernés) de la metalúrgica ‘Swissmetal’ en el invierno de 2006.
Para Rolf Bloch, llamado a participar como mediador en el conflicto, «esa huelga resultó atípica, ya que sus orígenes impidieron que pudiera ser resuelta en el marco de un arbitraje sencillo».
Jean-Claude Rennwald, por el contrario, estima que esa huelga marcó un giro:
«Desde hace algunos años, una parte importante de los empresarios formados en la escuela del nuevo ‘management’ no quiere oír hablar más del régimen convencional. Y eso fue lo que ocurrió en ese conflicto», explica Rennwald a swissinfo.
El sindicalista y diputado nacional batalló por que se incluyera el derecho de huelga en la última revisión de la Constitución suiza.
La ‘Paz del Trabajo’ celebra este año su 70 aniversario. En el sindicato UNIA, Bruno Schmucki considera que, en realidad, no hay mucho que festejar.
«Cuando vemos los salarios de los ejecutivos, que cada año son más exorbitantes, la compra de empresas por especuladores en la bolsa y el estancamiento de los salarios de los empleados comunes, no hay razón para echar las campanas al vuelo», sentencia.
swissinfo, Isabelle Eichenberger
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)
En 1936, en plena crisis económica, el Consejo Federal (gobierno) devaluó el franco suizo un 30% y permitió al Ministerio de Economía asumir el papel de árbitro en los conflictos salariales colectivos.
15 de mayo de 1937: Se firma la 1º Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) a escala nacional. Con este pacto para la paz laboral entre la Federación Suiza de Obreros de la Metalurgia y la Relojería y las asociaciones patronales se puso fin a una huelga de dos meses.
19 de julio de 1937: Lo mismo ocurre en la Asociación Patronal de Constructores de la Maquinaria y la Industria Metalúrgica y los sindicatos.
En 1943, un decreto gubernamental volvió obligatorios los CCT en los demás sectores de la economía helvética.
Adoptada por la ciudadanía en 1999, la nueva Constitución Federal inscribe, por primera vez, el derecho de huelga en los derechos fundamentales.
En 2005, el 34% de los empleados estaban cubiertos por un CCT (50% de acuerdo a los sindicatos).
25% de los trabajadores estaban afiliados a un sindicato.
En ese año estaban vigentes 661 CCT en Suiza.
Suiza cuenta con 99% de pequeñas y medianas empresas con menos de 249 empleados.
En 2004, se registraron en Suiza ocho paros laborales de uno o menos días, afectando directa o indirectamente a 24.399 personas en 1.117 empresas.
El promedio anual de jornadas de trabajo perdidas fue de 9,3 por mil trabajadores en 2004, y de 3,1 en la última década, es decir, una de las tasas más bajas en los países industrializados.
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