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¿El medio ambiente, olvidado en la producción ecológica?

Debido a que la oferta de soja "orgánica" es muy reducida en Europa, Suiza la importa de la India. Reuters

Tomates orgánicos de Marruecos en Suiza, o mezcla de cereales ‘bio’ producida en el país alpino y exportada a China: Incluso los alimentos de la denominada ‘producción ecológica’ recorren largas distancias para llegar a sus compradores. ¿Acaso este creciente mercado se olvida así del consumo sostenible y respetuoso del medio ambiente?

En Suiza, en cuyo clima es imposible cultivar tomates durante todo el año, “¿debemos tener acceso a ellos en todo momento? Los grandes distribuidores consienten al consumidor con su oferta”, considera Martin Köchli. Este agricultor no tiene nada en contra de la oferta de esos productos en los anaqueles de los supermercados suizos, pero no de modo permanente. 

El productor biológico del poblado de Buttwil, en Argovia, es presidente del Bioforum SchweizEnlace externo, que apoya, por ende, una “agricultura variada y sostenible ecológica y socialmente”. Sin embargo, para Köchli el cultivo biológico va más allá de evitar fertilizantes y pesticidas químicos; también incluye el cuidado y la moderación del consumo de alimentos, dos virtudes que las sociedades de consumo no colocan entre sus principales valores. 

“Aquel político que no quiera ser reelegido solo debe decir la palabra ‘renuncia’”, indica Köchli, que en la década de los 80 trabajó en un proyecto de desarrollo agrícola en una región apartada de Zaire (hoy, República Democrática del Congo), donde aprendió el significado de privación:

“Estábamos en una zona de suelo arenoso, de poco rendimiento. Introducimos la producción de granos de soja, lo que resultaba mucho más eficiente que establecer un gran programa de crianza de ganado: la soja puede cubrir la necesidad de proteínas de modo eficiente. Cuando solo se consume carne de pollo y de cerdo, el efecto disminuye”, explica.

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Para el campesino suizo está claro que el efecto de este comercio ‘biológico’ puede ser negativo: «No se trata de importar de Brasil grandes cantidades de soja y maíz para alimentar a nuestros animales, pues allá, esas grandes superficies de cultivo impiden que la población brasileña tenga una alimentación como es debido”.

 

La soja de ultramar se vende en Suiza como un producto biológico, e incluso, parte de esta importación tiene el sello de “excelencia ‘Knospe’, otorgado a productos que cumplen las líneas directrices de la producción orgánica de Bio SuisseEnlace externo. «Estas exigencias responden a los más altos estándares mundiales“, indica la plataforma que reúne a alrededor de 6 000 productores. ¿Pero esta soja importada realmente respeta la sostenibilidad que pregona la producción orgánica, luego de ser vendida a 10 000 km. de distancia?

Mercado biológico en Suiza

En 2014, los ingresos de la venta de bioproductos ascendió 2 200 millones de francos, equivalentes al 7,5%. El orgánico representa el 7,1% del mercado total de productos alimenticios.

Bio Suisse no dispone de registros de las importaciones y exportaciones de productos orgánicos. Solo tiene registro de la mercancía con el certificado ‘Knospe’: un tercio de las importaciones son frutas y cereales.

En Suiza crece lentamente el número de negocios orgánicos desde 2010, aproximadamente un 2% anual. El récord se registró en 2004, con 6 320 nuevos negocios. La mayoría de los productos llevan el sello ‘Knospe’ de Bio Suisse.

En 2014, casi 6 000 negocios produjeron bajo esos lineamientos.

La superficie total dedicada a los cultivos biológicos ronda las 130 000 hectáreas, el 12,3% de la superficie agrícola útil.

(Fuente: Bio Suisse) 

El gerente de negocios de Bio Suisse, Daniel Bärtschi, argumenta que estas importaciones se deben a que en Suiza y en Europa se produce muy poca soja. Cabe indicar que en el balance ecológico de los productos certificados ‘Knospe’ no se toma en cuenta el transporte aéreo de los mismos, lo que permite mejorar los resultados. “Para un productor indio poder colocar sus productos ecológicos es una oportunidad”, añade.

Amplia y permanente oferta

Soja de India, agua de coco de Sri Lanka, cereales de Ucrania o Canadá. Yogur con fruta de Rumania, Polonia y Serbia… la lista de los bioproductos que se pueden comprar en Suiza es cada vez más larga.

Tan solo Bio Suisse permite la importación de productos ‘Knospe’ provenientes de 2 000 negocios en 60 países. “Solo cuando la demanda no puede ser cubierta por el mercado interior”, señala Bärtschi. “La fruta y los cereales con el certificado ‘Knospe’ representan el 60% de las importaciones totales de estos productos. Finalmente siempre se trata de importar para responder a la demanda de los consumidores”, subraya el gerente de Bio Suisse.

¿Qué demanda? ¿Los consumidores están tan consentidos como para recibir todos esos productos durante todo el año? El creciente comercio exterior de alimentos también observa una creciente influencia de la globalización en el sector orgánico. 

De esto se aprovechan también los productores suizos. Por ejemplo, la bio-familia AGEnlace externo, «en el corazón de Suiza, rodeada de montañas y aire fresco, a orillas del lago de Sarnen”, escribe esta marca en su página internet.

El ‘müesli’ (combinado de cereales y frutas secas) de esta empresa con 180 empleados se vende en casi 40 países. Los principales compradores están en los países europeos, Canadá y el Lejano Oriente. “bio-familia es una de las pocas empresas que tiene el biocertificado chino. Exportamos productos alimenticios para bebé a China”, indica Bettina Künzli, directora interina de mercadotecnia. Debido a que EEUU y Suiza en julio llegaron a un acuerdo mutuo de reconocimiento de sus estándares para la producción biológica, ahora bio-familia puede apuntar al mercado estadounidense, que puede convertirse en otro importante país para sus exportaciones, comenta Künzli.

“Al tratar con mesura nuestros recursos, podemos ser sustentables y producir productos saludables en el futuro”, promete bio-familia en su sitio. ¿Y qué hay entonces de los recursos empleados en el transporte de su ‘biomüesli’ a China, a 13 000 km. de distancia?

“Una pregunta oportuna”, acepta Bettina Künzli. “Es una realidad en el mundo globalizado. No podemos vivir solo del mercado interno. El 45% de nuestra producción total se dirige al extranjero, así como el 20% de nuestros productos biológicos, explica.

“Sin relación, pronto la irresponsabilidad” 

El presidente de Bioforum, Martin Köchli, expresa “todo su respeto por el desempeño de esta empresa familiar, que ya se encuentra en una región distante de los grandes núcleos productivos en Suiza. “Pero yo cuidaría de hacerme de una clientela cercana a la región, que pueda asegurar la existencia del negocio”, indica el campesino y compara esa empresa con la suya:

«Mi mujer transporta desde hace 25 años nuestros productos a un mercado a siete kilómetros de distancia. Allí establece una relación con los clientes. Sin relaciones, rápidamente aparece la irresponsabilidad”.

Köchli desea que el cuidado y la moderación vuelvan a ser valores fundamentales social y económicamente. También espera que se pague el costo que hay detrás de una producción esmerada y respetuosa. “La apertura al mundo y la relación de los países deben manifestarse bajo esos principios, en lugar de ser medidas con la cantidad de productos desplazados de un lugar al otro“.

Traducción del alemán: Patricia Islas

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