¿Los responsables de la colección hacen lo suficiente para encontrar a los propietarios de las obras que pudieron haber sido robadas por los nazis? La polémica se relanza en un nuevo libro, al tiempo que el Kunsthaus de Zúrich se prepara para recibir parte de la colección Bührle.
El título ya tiene un pequeño olor a azufre: ‘El libro negro Bührle’, bajo la dirección del historiador y periodista Thomas Buomberger y el historiador del arte Guido Magnaguagno, que pretenden relanzar el debate sobre la colección de arte del comerciante de armas Emil Bührle (1890-1956).
El momento elegido para publicar el libro no es casual. Con el subtítulo ‘¿Arte robado para el Kunsthaus de Zúrich?’, la obra aparece, efectivamente, en momentos en que comienzan los trabajos de ampliación del Museo de Bellas Artes de ZúrichEnlace externo. Una gran parte de la colección Bührle – que incluye sus 190 obras más destacadas, entre ellas cuadros de Monet, Cézanne o Van Gogh – serán exhibidas en el museo ampliado, que deberá quedar terminado en 2020.
«La discusión sobre el origen de los cuadros ha sido relanzada por el escándalo Gurlitt» Tim Guldimann
Las condiciones de compra de estas obras por Emil Bührle son bien conocidas gracias a los informes de la Comisión BergierEnlace externo sobre las relaciones de Suiza con el régimen nazi, publicados entre 1998 et 2002. También se sabe que un proceso celebrado en 1948 obligó al comerciante a restituir trece cuadros, que luego recompró. Siete de ellos pertenecen aún a la colección (según el dominical ‘NZZ am Sonntag’).
“Efecto Gurlitt”
¿Por qué aparece este libro justo ahora? En opinión de Tim Guldimann, exembajador de Suiza en Berlín que participó en un debate público sobre el escrito, “la discusión sobre el origen de los cuadros ha sido relanzada por el escándalo Gurlitt”, apellido del comerciante de arte alemán que legó su colección al Museo de Bellas Artes de Berna; y que también podría incluir obras espoliadas.
Los autores del ‘libro negro’ explican que su objetivo ha sido atraer la atención sobre el Kunsthaus, una institución respaldada con fondos públicos, cuando se prepara para recibir obras de origen incierto. Sostienen que la investigación sobre la procedencia de las obras de la colección Bührle no ha progresado lo suficiente y abordan diecinueve casos concretos..
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La colección Bührle, de las más bellas del mundo
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La colección Bührle es rica en obras de impresionistas franceses y de otros artistas del siglo XIX, precursores o contemporáneos de la corriente impresionista. Emil Bührle adquirió la mayor parte de las obras entre 1951 y 1956. El tema principal de la colección es la evolución progresiva de la nueva libertad artística, fundamentalmente del arte…
En su toma de posiciónEnlace externo sobre el libro, la Fundación de la Colección Bührle recuerda que la procedencia de quince de esas obras ha sido establecida con certeza.
Y agrega: “Los autores cierran voluntariamente los ojos al hecho de que las lagunas sobre el cambio de propietario de los lienzos, hace 70 años, no significa automáticamente que se trate de expropiaciones ilegales”.
El Kunsthaus de Zúrich también contesta a las acusaciones. “En ningún momento en las últimos dos años, los autores consultaron los archivos de la Fundación de la colección Bührle, ni tampoco los publicados por el Kunsthaus”.
“Las informaciones sobre la procedencia de las obras fueron presentadas durante la exposición de la colección Bührle en 2010. Esas indicaciones están disponibles en la página internet de la colección”, subraya el portavoz del Kunsthaus, Björn Quellenberg.
Comprender la noción de arte robado
Los autores de ‘Libro negro’ piden que se amplíe el debate sobre el arte robado. Consideran que Suiza debería reconocer la categoría de obras “cuya pérdida fue consecutiva a la persecución del régimen nacionalsocialista”.
En esta designación se incluyen, por ejemplo, las ventas que hicieron los dueños de las obras de arte, en la emergencia de su persecución. “Está totalmente fuera de la realidad que ese cambio de propietario se considere legal”, explica Thomas Buomberger.
En su opinión, Suiza debería seguir el ejemplo de Alemania, que “destinó muchos medios a la investigación” para descubrir detalles sobre eventuales obras espoliadas.
Reconocimiento solo en Alemania
Esta categoría de arte, fruto de un despojo sin equidad, no ha sido aún reconocida por la comunidad internacional.
Según un estudio solicitado por la Oficina Federal de la Cultura (OFC), “Alemania es el único país en haber inscrito esta noción en sus normas jurídicas”, explica Benno Widmer, jefe de la Oficina de arte espoliado de la OFCEnlace externo, en Berna.
“La historia particular de ese país, donde la espoliación de bienes de familias judías fue sistemático, al igual que el desplazamiento de obras en instituciones públicas, le otorga una responsabilidad particular”, añade Widmer.
Estas razones la empujan a ir más lejos de lo previsto en los Principios de Washington (‘Principios de la Conferencia de Washington aplicables a las obras confiscadas por los nazis’), que firmaron, en 1998, 44 Estados, entre ellos, Suiza.
En respuesta a una interpelación parlamentaria, el Gobierno indicó estar “abierto” a un reconocimiento a este tipo de obras, pero solo si la situación también cambiara en el seno de la comunidad internacional. Explicó que aun cuando la transferencia de la colección Gurlitt fue excepcional – razón de la interpelación -, esto no justifica una “solución suiza aislada”.
Nueva ayuda federal
El Gobierno de Suiza, en cambio, decidió actuar para mejorar las investigaciones sobre el origen de las obras, en posesión de los museos. Un informe publicado en 2010 examinó los esfuerzos en la materia realizados por 551 instituciones entre 2008 y 2010. Y los resultados mostraron que aún existían numerosas lagunas.
Para Berna, “es muy importante que la investigación sobre el origen de las piezas de arte sea efectuado y publicado y que se encuentren rápidamente soluciones justas y equilibradas, en el caso de obras espoliadas”, indica Benno Widmer.
Muchos museos se quejan de no tener los medios para efectuar esos trabajos, largos y difíciles. Pero a partir de 2016, estas instituciones no podrán argumentar la ausencia de apoyo por parte de las autoridades. En mayo, el Consejo Federal anunció que apoyará financieramente proyectos de investigación sobre el origen de las obras.
“Ahora preparamos el concepto, que debe estar listo de aquí a finales de año”, confirma Benno Widmer. El monto del respaldo acordado no se ha fijado todavía.
Documentos de la CIA
El Kunsthaus de Zúrich saluda este impulso y subraya que el trabajo efectuado por la Colección Bührle ya es, a toda vista, ejemplar. “Respaldamos todas las nuevas investigaciones sobre la procedencia de acuerdo con nuestras posibilidades y ayudamos también a hacer visibles estas informaciones”, asegura Björn Quellenberg.
El Kunsthaus recuerda también que hubo demandas de restitución retiradas tras la publicación de los archivos de la CIA. Esos documentos mostraron que determinadas obras no fueron “contaminadas” por compras abusivas relacionadas con el nazismo.
Por parte de Berna, Benno Widmer menciona que en septiembre de 2014, la Conferencia Judía de Reclamos de Restitución (‘Jewish Claims ConferenceEnlace externo’) calificó de buenos los esfuerzos realizados en suelo helvético. Suiza, efectivamente, figura entre los países que han realizado progresos “sustanciales” en la aplicación de los principios de Washington.
Emil Bührle
‘El libro negro Bührle’ indica las obras que Emile Bührle compró y describe con detalle la biografía del industrial (1890-1956).
‘La paradoja Bührle’, un capítulo del historiador Hans Urlich Jost, profesor emérito de la Universidad de Lausana, describe que el coleccionista, que estudió Historia del Arte, Literatura y Filosofía justo hasta la Primera Guerra Mundial, “jamás fraternizó con la derecha, por lo que no era ideólogo”.
En gran parte, Bührle, naturalizado suizo en 1937, debe su floreciente comercio de armas con Alemania al Gobierno de Suiza.
El coleccionista era el dueño de la empresa ‘Werkzeugmaschinenfabrik Oerlikon’ (Fábrica de herramientas para la maquinaria Oerlikon), conocida a partir de 1973 como Oerlikon-Bührle, y desde 2006, como OC Oerlikon.
“El Gobierno de Suiza decidió ofrecer servicios económicos y financieros al régimen nazi para que Suiza no fuera afectada”, explica el historiador.
“Cuando la derrota nazi era evidente, las autoridades suizas dejaron de apoyar a Bührle, chivo expiatorio perfecto. De este modo, decenas de otras empresas pudieron escapar de la atención pública. Bührle se enriqueció durante la Segunda Guerra Mundial diez veces más que su competidor directo suizo, Dixi au Locle.”
Traducción: Patricia Islas
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La pista de las obras robadas pasa por Suiza
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El tiempo apremia para los supervivientes de las familias judías a las que los nazis confiscaron colecciones de arte durante la Segunda Guerra Mundial. Las demandas de restitución son cada vez más complejas y abarcan varias jurisdicciones, por lo que muchos herederos desisten de emprender medidas. En junio pasado, la Oficina Federal de Cultura (OFC)…
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En aras de la transparencia, el Museo de Arte de Berna ha publicado una primera lista de las obras que integran la controvertida colección Gurlitt. La recopilación ofrece una imagen inesperada de lo que representa este tesoro artístico.
Para quienes esperaban la identificación de las miles de obras escondidas por un valor superior a los 1 000 millones de dólares, la publicación tardía de la lista puede resultar decepcionante. El inventario incluye obras de Rembrandt, Renoir, Chagall, Picasso, Monet y Toulouse-Lautrec, pero muchas de ellas en papel. La colección contiene también un número importante de litografías, grabados y carteles.
En contrapartida, la lista es profundamente reveladora con respecto a los motivos y las habilidades técnicas que permitieron a Hildebrand Gurlitt constituir esta colección. Las obras reunidas por este célebre negociante de arte nazi fueron escondidas durante años por su hijo Cornelius. Su existencia salió a la luz de forma accidental en 2012, cuando Cornelius murió y en su testamento designó como único heredero al museo de Berna.
Familia Gurlitt
Cornelius Gurlitt nació en Hamburgo el 28 de diciembre de 1932. Es hijo de Hildebrand Gurlitt (1895-1956), uno de los cuatro comerciantes oficiales de arte de los nazis, y de la bailarina Helene Gurlitt.
La hermana de Hildebrand, Cornelia (1890-1919) era artista.
El abuelo de Cornelius, con el mismo nombre de pila (1850-1938), era arquitecto e historiador del arte.
Su bisabuelo, Heinrich Louis Theodor Gurlitt (1812-1897), conocido como Louis, era un paisajista de origen germano-danés cuyo hermano –Cornelius (1820-1901)- era compositor.
Al tratar de ultimar las averiguaciones sobre la procedencia de las obras antes de revelar información sobre las mismas, las autoridades alemanas quizás ralentizaron las investigaciones sobre este proyecto y contribuyeron a ampliar su valor.
Dado que la lista se presentó en formato PDF, en vez de publicarla en una base de datos, es muy probable que haya más sorpresas una vez que se estudien detenidamente las obras.
Por ahora, una de las principales sorpresas es el gran número de obras de alemanes expresionistas y de pintores del movimiento ‘nueva objetividad’ (Neue Sachlichkeit), que el Tercer Reich consideraba como “degenerados”. Sin embargo, resulta improbable que todas estas piezas hayan sido adquiridas por una sola persona, por lo que surge la duda de si Gurlitt realmente operaba solo.
Listas de Múnich y Salzburgo
Tras la publicación de la lista, swissinfo.ch contactó de inmediato al museo para aclarar un comentario previo de la pinacoteca: “El Kunstmuseum de Berna no se hace responsable del grado de exhaustividad de las listas”.
Esto se debe en gran medida a que la información sobre la colección Gurlitt ha fluido fragmentada. La primera parte comprende todas las obras encontradas en el piso de Cornelius Gurlitt en Múnich, información que fue compilada por un grupo de expertos alemanes.
Sobre estos hallazgos, la portavoz del Museo de Arte de Berna, Ruth Gilgen, admitió que es un primer inventario que apenas sirve como punto de partida para una investigación mucho más amplia sobre la procedencia de las obras. Un compromiso que Berna también asume como propio.
Al preguntarle si la lista de Múnich está completa, Gilgen respondió que solo el grupo de expertos alemanes puede responder a esta cuestión.
El portavoz del citado grupo, Matthias Henkel, refirió que es muy complicado contestar esta pregunta, por lo que prefirió citar datos estadísticos. El hallazgo de Múnich contenía 1.278 piezas, incluidas las 34 obras que incorporaron a posteriori al registro inicial, pero sin las piezas que se encontraron posteriormente en la casa de Gurlitt en Salzburgo.
En enero de 2014, se agregaron 499 obras identificadas como potencialmente expoliadas, a la base de datos de ‘Arte Perdido’.
Un dato que podría cambiar ya que la colección íntegra se halla distribuida en tres partes. La primera está conformada por las 499 piezas citadas. La segunda comprende 477 obras de ‘arte degenerado’ –arte moderno detestado por Hitler, quien intentó eliminarlo por completo de Alemania–, pero hay al menos 30 que supuestamente fueron compradas por museos antes de 1933, por lo que “no pueden considerarse arte expoliado”. Y la tercera pertenece a la familia Gurlitt.
Henkel destacó, además, que la presencia de numerosos grabados y litografías complica aún más las cosas, ya que estas raramente incluyen el número de edición. Y esto hace virtualmente imposible determinar en qué museo se compró, consiguió o confiscó una obra determinada.
El experto alemán no mencionó la posibilidad que se trate de obras compradas directamente a los artistas, pero bajo coacción.
En febrero de 2014, dos años después de descubrir este tesoro artístico en Múnich y solo tres meses después de su divulgación pública, se han encontrado nuevas obras en la residencia austriaca de Cornelius Gurlitt.
La lista de este segundo hallazgo ha sido compilada por el museo suizo, pero también en este caso no contiene información útil para los supuestos legítimos propietarios que quisieran reclamarlas. Carece de indicaciones de procedencia y de índice alfabético.
Hombre de familia
Pero bajo la superficie de las dos listas hay tres retratos del mismo hombre. Muchas de las obras de la colección son un legado artístico de la familia. Sorprendentes son las 150 obras que pintó Heinrich Louis Thedor Gurlitt, el abuelo germano-danés de Hildebrand.
Además de los libros que reunieron otros familiares (ver recuadro), la colección incluye 120 obras de Cornelia Gurlitt, la hermana de Hildebrand que se suicidó en 1919 a los 29 años. De hecho, las piezas de la familia representan una quinta parte de la colección total de Cornelius Gurlitt.
Enviado por Hitler
Tanto la lista de Múnich como la de Salzburgo revelan la obsesión de un hombre que aceptó una misión singular. Hitler, un artista mediocre, quería crear el ‘museo de los museos’ en Linz, la ciudad donde pasó su niñez y juventud. Y Hildebrand se encargó de proporcionarle las obras necesarias para ello.
De ahí que falten muy pocas de las grandes figuras del arte europeo en la complicación de Gurlitt, que incluye tanto a exponentes del siglo XV, como Durero y Cranach, como a Rembrandt, Delacroix y Fragonard de los siglos XVII y XVIII.
En cambio, es difícil determinar si los innumerables trabajos de finales del siglo XIX de Rodin, Manet, Monet, Renoir, Maillol y Pissarro estaban destinados al abortado museo de Hitler. Posiblemente eran demasiado modernos para el gusto del ‘Führer’.
Cabe señalar que aunque la lista es impresionante, la mayoría de los trabajos de estos autores que figuran en la colección Gurlitt son probablemente obras menores.
Maravillas inesperadas
La parte más inquietante de la colección es la lista de “artistas degenerados” del siglo XX cuyas vidas fueron destruidas por la valoración que Hitler tenía de sus obras. Muchos de estos creadores se vieron obligados a huir de Alemania para salvar su vida. Hacerse con sus obras fue tarea fácil para Gurlitt.
La colección reúne un número sospechosamente alto de obras de Georg Grosz (más de 30), quien huyó a Estados Unidos en 1933; de Karl Schmidt-Rotluff (más de 25, incluidas varias acuarelas de gran belleza), expulsado del gremio de los artistas y a quien los nazis prohibieron seguir pintando. Rich Heckel (más de 40 obras), cuya producción entera fue confiscada a museos alemanes y sus grabados en madera e impresiones fueron destruidos. Y también el pronazi Emil Nolde (más de 34 obras) quien pese apoyar al régimen fue declarado ‘persona non grata’.
Entre las maravillas inesperadas de la colección está el redescubrimiento de artistas como Heinrich Campendonk (más de 28 obras), quien escapó a Ámsterdam; o Rolf Grossman (más de 84), quien desapareció durante la Segunda Guerra Mundial. O el tardío reconocimiento a Max Liebermann (más de 60 obras), cuya pieza ‘Dos jinetes en la playa” pronto será restituida a su legítima propietaria, la familia Friedman.
La investigación y sus conclusiones sobre la procedencia de la colección determinarán las condiciones en las que se obtuvieron las obras. Sin embargo, el hecho de que Gurlitt las ocultara después de la guerra podría ser un indicio de que actúo en función de sus intereses personales y no para preservar las obras de un destino fatal.
Para el Museo de Berna, esta compleja tarea es también un desafío que parece recibir con agrado. Hace poco recibió un donativo anónimo por 1 millón de francos (1,04 millones de dólares) que ayudará a la pinacoteca a llevar esta tarea a buen puerto.
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Las obras fueron halladas en 2012 en el apartamento de Cornelius Gurlitt en Múnich. Los materiales gráficos habían sido apilados del piso al techo, detrás de envolturas de alimentos y latas vacías. Más de 200 de esas pinturas, de un valor inestimable, eran objeto de órdenes internacionales de búsqueda desde hacía tiempo. (Fotos: AFP/Staatsanwaltschaft Augsburg)
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En duda la propiedad del Monet recuperado en Zúrich
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