El comerciante de arte Eberhard Kornfeld habló por primera vez a la prensa sobre el solitario Cornelius Gurlitt y reveló detalles sobre sus viajes a Suiza para vender obras heredadas de su padre, muchas de las cuales habían sido robadas por los nazis.
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Catherine Hickley
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Gurlitt’s Swiss dealer breaks silence on his client
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Kornfeld, de 94 años, indicó que su cliente viajaba regularmente a Zúrich desde su hogar en Múnich para retirar de su cuenta, en efectivo, los ingresos de sus ventas de arte con el fin de pagar sus gastos de manutención.
En su primera entrevista sobre Gurlitt – fallecido en 2014, un año después de que su colección secreta ocupara los titulares de la prensa – Kornfeld dijo a la televisión pública suiza, SRF, que pagó en efectivo o con un cheque las obras de arte adquiridas a Gurlitt, el cual nunca había tenido un trabajo y necesitaba el dinero para vivir y pagar su tratamiento médico.
“Probablemente depositaba las ganancias en su cuenta de Zúrich”, anotó Kornfeld. Después de eso viajaba a Zúrich cada cuatro o seis semanas y recogía sus 9 000 euros para pagar sus gastos de manutención. No tenía trabajo. Vivía de la venta de las obras de esa colección. No tenía otros ingresos”.
Fue durante uno de esos viajes, a bordo de un tren rápido de Zúrich a Múnich, el 22 de septiembre de 2010, que ese viejo solitario llamó la atención de las autoridades aduanales alemanas. Lo cachearon y le hallaron 9 000 euros en efectivo, una cantidad por debajo del límite permitido de 10 000, pero suficiente para despertar sospechas.
Matisse, Picasso y compañía
La investigación condujo al allanamiento de la vivienda de Gurlitt en 2012. Los funcionarios de aduanas y la policía confiscaron en ella miles de dibujos, grabados y pinturas, incluidas obras de Henri Matisse, Max Liebermann, Pablo Picasso, Marc Chagall, Otto Dix y Edgar Degas.
Gurlitt había heredado la colección de su padre, Hildebrand Gurlitt, quien había fungido como traficante al servicio de los nazis. La pesquisa reveló que parte de las piezas habían sido robadas a los judíos por los nazis.
Kornfeld aseguró que visitó varias veces la vivienda de Gurlitt en Múnich antes de la irrupción policial. “Era un apartamento normal”, acotó. “No se podía entrar en una de las habitaciones, donde presumiblemente guardaba la colección”, pero recordó un gran conjunto de estantes que contenían piezas de arte.
Procedencia de las compras de Kornfeld
El comerciante de arte, residente en Berna, no reveló ningún detalle sobre las obras que compró a Cornelius Gurlitt y se limitó a señalar que en su mayoría se trataba de ‘arte degenerado’ o piezas incautadas a museos alemanes más que a coleccionistas judíos. El catálogo de la investigación realizada por el Instituto Central de Historia del Arte de Múnich reveló que Gurlitt vendió 11 obras a través de Kornfeld en 1988, entre ellas un pastel de Degas. Kornfeld se ha negado hasta ahora a hablar sobre la procedencia de esas obras o su comprador.
Gurlitt legó inesperadamente su colección al Museo de Arte de Berna. Kornfeld comentó que no “pondría demasiado énfasis” en su propia influencia sobre la decisión.
“Pero Gurlitt fue tratado de una manera tan terrible por Alemania que su prioridad era, sin duda, que la colección no permanecería ahí”, subrayó Kornfeld para referirse luego al interés que Gurlitt había mostrado en Berna. “Fuimos en varias ocasiones al Museo de Arte. Fuimos al Ministerio y por los alrededores del centro histórico”.
La controvertida colección de Gurlitt es el tema de dos exposiciones paralelas en Bonn y Berna. Esta última será inaugurada el 2 de noviembre bajo el título ‘Gurlitt: Informe de situación. Arte degenerado – confiscado y vendido’, y explorará la venenosa campaña de Joseph Goebbels contra el arte que los nazis percibieron como “degenerado” y que sustrajeron de los museos alemanes.
La exposición de Bonn,’Gurlitt: Informe de situación. El robo nazi de arte y sus consecuencias’, abrirá sus puertas un día después y se centrará en el saqueo nazi del arte a particulares, la mayoría judíos.
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Al interior de la Colección Gurlitt
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Las obras fueron halladas en 2012 en el apartamento de Cornelius Gurlitt en Múnich. Los materiales gráficos habían sido apilados del piso al techo, detrás de envolturas de alimentos y latas vacías. Más de 200 de esas pinturas, de un valor inestimable, eran objeto de órdenes internacionales de búsqueda desde hacía tiempo. (Fotos: AFP/Staatsanwaltschaft Augsburg)
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Arte nazi: “Berna puede ser un ejemplo para el mundo”
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En aras de la transparencia, el Museo de Arte de Berna ha publicado una primera lista de las obras que integran la controvertida colección Gurlitt. La recopilación ofrece una imagen inesperada de lo que representa este tesoro artístico.
Para quienes esperaban la identificación de las miles de obras escondidas por un valor superior a los 1 000 millones de dólares, la publicación tardía de la lista puede resultar decepcionante. El inventario incluye obras de Rembrandt, Renoir, Chagall, Picasso, Monet y Toulouse-Lautrec, pero muchas de ellas en papel. La colección contiene también un número importante de litografías, grabados y carteles.
En contrapartida, la lista es profundamente reveladora con respecto a los motivos y las habilidades técnicas que permitieron a Hildebrand Gurlitt constituir esta colección. Las obras reunidas por este célebre negociante de arte nazi fueron escondidas durante años por su hijo Cornelius. Su existencia salió a la luz de forma accidental en 2012, cuando Cornelius murió y en su testamento designó como único heredero al museo de Berna.
Familia Gurlitt
Cornelius Gurlitt nació en Hamburgo el 28 de diciembre de 1932. Es hijo de Hildebrand Gurlitt (1895-1956), uno de los cuatro comerciantes oficiales de arte de los nazis, y de la bailarina Helene Gurlitt.
La hermana de Hildebrand, Cornelia (1890-1919) era artista.
El abuelo de Cornelius, con el mismo nombre de pila (1850-1938), era arquitecto e historiador del arte.
Su bisabuelo, Heinrich Louis Theodor Gurlitt (1812-1897), conocido como Louis, era un paisajista de origen germano-danés cuyo hermano –Cornelius (1820-1901)- era compositor.
Al tratar de ultimar las averiguaciones sobre la procedencia de las obras antes de revelar información sobre las mismas, las autoridades alemanas quizás ralentizaron las investigaciones sobre este proyecto y contribuyeron a ampliar su valor.
Dado que la lista se presentó en formato PDF, en vez de publicarla en una base de datos, es muy probable que haya más sorpresas una vez que se estudien detenidamente las obras.
Por ahora, una de las principales sorpresas es el gran número de obras de alemanes expresionistas y de pintores del movimiento ‘nueva objetividad’ (Neue Sachlichkeit), que el Tercer Reich consideraba como “degenerados”. Sin embargo, resulta improbable que todas estas piezas hayan sido adquiridas por una sola persona, por lo que surge la duda de si Gurlitt realmente operaba solo.
Listas de Múnich y Salzburgo
Tras la publicación de la lista, swissinfo.ch contactó de inmediato al museo para aclarar un comentario previo de la pinacoteca: “El Kunstmuseum de Berna no se hace responsable del grado de exhaustividad de las listas”.
Esto se debe en gran medida a que la información sobre la colección Gurlitt ha fluido fragmentada. La primera parte comprende todas las obras encontradas en el piso de Cornelius Gurlitt en Múnich, información que fue compilada por un grupo de expertos alemanes.
Sobre estos hallazgos, la portavoz del Museo de Arte de Berna, Ruth Gilgen, admitió que es un primer inventario que apenas sirve como punto de partida para una investigación mucho más amplia sobre la procedencia de las obras. Un compromiso que Berna también asume como propio.
Al preguntarle si la lista de Múnich está completa, Gilgen respondió que solo el grupo de expertos alemanes puede responder a esta cuestión.
El portavoz del citado grupo, Matthias Henkel, refirió que es muy complicado contestar esta pregunta, por lo que prefirió citar datos estadísticos. El hallazgo de Múnich contenía 1.278 piezas, incluidas las 34 obras que incorporaron a posteriori al registro inicial, pero sin las piezas que se encontraron posteriormente en la casa de Gurlitt en Salzburgo.
En enero de 2014, se agregaron 499 obras identificadas como potencialmente expoliadas, a la base de datos de ‘Arte Perdido’.
Un dato que podría cambiar ya que la colección íntegra se halla distribuida en tres partes. La primera está conformada por las 499 piezas citadas. La segunda comprende 477 obras de ‘arte degenerado’ –arte moderno detestado por Hitler, quien intentó eliminarlo por completo de Alemania–, pero hay al menos 30 que supuestamente fueron compradas por museos antes de 1933, por lo que “no pueden considerarse arte expoliado”. Y la tercera pertenece a la familia Gurlitt.
Henkel destacó, además, que la presencia de numerosos grabados y litografías complica aún más las cosas, ya que estas raramente incluyen el número de edición. Y esto hace virtualmente imposible determinar en qué museo se compró, consiguió o confiscó una obra determinada.
El experto alemán no mencionó la posibilidad que se trate de obras compradas directamente a los artistas, pero bajo coacción.
En febrero de 2014, dos años después de descubrir este tesoro artístico en Múnich y solo tres meses después de su divulgación pública, se han encontrado nuevas obras en la residencia austriaca de Cornelius Gurlitt.
La lista de este segundo hallazgo ha sido compilada por el museo suizo, pero también en este caso no contiene información útil para los supuestos legítimos propietarios que quisieran reclamarlas. Carece de indicaciones de procedencia y de índice alfabético.
Hombre de familia
Pero bajo la superficie de las dos listas hay tres retratos del mismo hombre. Muchas de las obras de la colección son un legado artístico de la familia. Sorprendentes son las 150 obras que pintó Heinrich Louis Thedor Gurlitt, el abuelo germano-danés de Hildebrand.
Además de los libros que reunieron otros familiares (ver recuadro), la colección incluye 120 obras de Cornelia Gurlitt, la hermana de Hildebrand que se suicidó en 1919 a los 29 años. De hecho, las piezas de la familia representan una quinta parte de la colección total de Cornelius Gurlitt.
Enviado por Hitler
Tanto la lista de Múnich como la de Salzburgo revelan la obsesión de un hombre que aceptó una misión singular. Hitler, un artista mediocre, quería crear el ‘museo de los museos’ en Linz, la ciudad donde pasó su niñez y juventud. Y Hildebrand se encargó de proporcionarle las obras necesarias para ello.
De ahí que falten muy pocas de las grandes figuras del arte europeo en la complicación de Gurlitt, que incluye tanto a exponentes del siglo XV, como Durero y Cranach, como a Rembrandt, Delacroix y Fragonard de los siglos XVII y XVIII.
En cambio, es difícil determinar si los innumerables trabajos de finales del siglo XIX de Rodin, Manet, Monet, Renoir, Maillol y Pissarro estaban destinados al abortado museo de Hitler. Posiblemente eran demasiado modernos para el gusto del ‘Führer’.
Cabe señalar que aunque la lista es impresionante, la mayoría de los trabajos de estos autores que figuran en la colección Gurlitt son probablemente obras menores.
Maravillas inesperadas
La parte más inquietante de la colección es la lista de “artistas degenerados” del siglo XX cuyas vidas fueron destruidas por la valoración que Hitler tenía de sus obras. Muchos de estos creadores se vieron obligados a huir de Alemania para salvar su vida. Hacerse con sus obras fue tarea fácil para Gurlitt.
La colección reúne un número sospechosamente alto de obras de Georg Grosz (más de 30), quien huyó a Estados Unidos en 1933; de Karl Schmidt-Rotluff (más de 25, incluidas varias acuarelas de gran belleza), expulsado del gremio de los artistas y a quien los nazis prohibieron seguir pintando. Rich Heckel (más de 40 obras), cuya producción entera fue confiscada a museos alemanes y sus grabados en madera e impresiones fueron destruidos. Y también el pronazi Emil Nolde (más de 34 obras) quien pese apoyar al régimen fue declarado ‘persona non grata’.
Entre las maravillas inesperadas de la colección está el redescubrimiento de artistas como Heinrich Campendonk (más de 28 obras), quien escapó a Ámsterdam; o Rolf Grossman (más de 84), quien desapareció durante la Segunda Guerra Mundial. O el tardío reconocimiento a Max Liebermann (más de 60 obras), cuya pieza ‘Dos jinetes en la playa” pronto será restituida a su legítima propietaria, la familia Friedman.
La investigación y sus conclusiones sobre la procedencia de la colección determinarán las condiciones en las que se obtuvieron las obras. Sin embargo, el hecho de que Gurlitt las ocultara después de la guerra podría ser un indicio de que actúo en función de sus intereses personales y no para preservar las obras de un destino fatal.
Para el Museo de Berna, esta compleja tarea es también un desafío que parece recibir con agrado. Hace poco recibió un donativo anónimo por 1 millón de francos (1,04 millones de dólares) que ayudará a la pinacoteca a llevar esta tarea a buen puerto.
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