Diálogo y no la guerra para la gestión del agua
El cambio climático está exacerbando los conflictos por el agua en Bolivia. Un proyecto de la cooperación suiza al desarrollo en Bolivia tiene por objeto contribuir a una mejor gestión de los recursos hídricos mediante la participación de todos los usuarios. Mujeres y niños incluidos.
«Es un asunto de vida o muerte.» Benjamín Vargas, de 38 años, no utiliza medias palabras para explicar la importancia de la gestión compartida de los recursos hídricos. Agricultor de Tiquipaya, en el departamento de Cochabamba, Vargas está acostumbrado a los conflictos por el agua, un bien cada vez más escaso en esta parte central de Bolivia.
Durante su juventud fue testigo de la ‘Guerra del agua de CochabambaEnlace externo‘, un acontecimiento que tuvo repercusiones mucho más allá de las fronteras nacionales. A principios del 2000, cientos de miles de personas salieron a las calles para oponerse a la privatización del servicio de agua de la ciudad, obligando a las autoridades a dar un paso atrás.
Ya adulto, Vargas debe tratar con otros agricultores que, como él, reclaman el derecho a usar el agua que baja de la montaña. Una lucha desigual que enfrenta a la pequeña comunidad agrícola de Vargas, es decir, 90 familias que viven a 3 500 metros de altitud, frente a las grandes cooperativas de productores de las llanuras, política y sindicalmente más fuertes.
«Debido al cambio climático y a la deforestación, tenemos menos lluvias. Al mismo tiempo, la población de las llanuras ha aumentado y necesita más agua», señala Vargas. Según él, reclamar el acceso al agua sobre la base de las viejas convenciones no lleva a ninguna parte. «Las leyes y los derechos de uso no hacen que se produzca más agua. Si no hablamos y trabajamos juntos, no habrá agua para nadie.”
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¡Queremos agua!
Un embalse para regar y apagar el fuego
Junto con Benjamín Vargas subimos por la ladera de la montaña con vistas a la aglomeración de Cochabamba. Para el agricultor es esencial entender primero de dónde proviene el agua. Esto nos lleva a un embalse de unos sesenta metros de diámetro.
El embalse, construido con el apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), permite recoger y almacenar el agua de lluvia, que luego se utiliza para el riego de los campos. No solo eso, añade Vargas: «También es útil para evitar grandes incendios, muy frecuentes en esta zona tan seca”.
No es solo la comunidad la que se beneficia del lago artificial, sino también las comunidades más abajo en el valle y en la llanura. A cambio, el agricultor solicita que todos participen en la conservación del sitio. Los usuarios, dice Vargas, tienen que contribuir al mantenimiento de la cuenca, por ejemplo, para eliminar los sedimentos que se acumulan en el fondo o en los arroyos o reforestar la ladera de la montaña.
Riego como si fuese lluvia
Para usar el agua con más moderación, Vargas ha cambiado la técnica de irrigación. En lugar de inundar las parcelas, como es lo habitual, distribuye el agua con el riego en forma de lluvia. Vargas trata de convencer a otros agricultores para que utilicen esta táctica, pero subsiste cierta reticencia.
El sistema de esparcidores cuesta alrededor de 1 000 francos suizos. Suiza lo financia en el marco del proyecto ‘Gestión integral del aguaEnlace externo‘, implementado por la organización HelvetasEnlace externo. Algunos agricultores son reacios, sin embargo, señala Vargas: «Creen que el riego desde arriba puede arruinar las plantas.
La que no tuvo que ser convencida de este método fue Judith Gonzales, agricultora y representante de la autoridad local. El riego por lluvia, sostiene, es la técnica más apropiada para la floricultura, una de las actividades más extendidas en la comunidad. Gracias a una mejor disponibilidad y gestión del agua, la mujer ha diversificado su producción. Además de margaritas y claveles, también cultiva gladiolos, que vende en los mercados de la región.
«Cada familia dispone durante seis horas de agua en un período de 13 días. Lo suficiente. En el pasado tenían que esperar a que los otros no usaran toda el agua disponible», recuerda Gonzales.
Más poder para las mujeres
Para Judith Gonzales, las innovaciones introducidas gracias a la contribución suiza van más allá de la mera actividad agrícola. «Cuando era niña», recuerda, «las voces de las mujeres no importaban. Ahora disfrutamos de más consideración», señala.
La integración de las mujeres en la gestión de los recursos hídricos es una de las prioridades del proyecto Helvetas, destaca Carlos Saavedra, experto en gestión ambiental y cambio climático. «Las mujeres desempeñan un papel importante en el uso productivo y la gestión de la tierra y el agua, así como en la conservación de los ecosistemas. Sin embargo, frente a los estereotipos y las normas culturales de un contexto machista y patriarcal no se reconocen sus conocimientos y habilidades.
En el municipio de Tiquipaya, señala el colaborador de Helvetas, la mentalidad está cambiando lentamente y cada vez más mujeres participan en las decisiones de la comunidad y del municipio. «Podemos decidir y votar, por ejemplo, sobre la mejor manera de gestionar el embalse o sobre qué cultivar», dice Silvia Vargas Solda, de 25 años. «Mi madre está contenta de que tenga más derechos que cuando era joven.»
Formar a los líderes del mañana
A pesar de este mayor poder de decisión de las mujeres, la floricultora Judith Gonzales es consciente de que la gestión sostenible de los recursos no puede limitarse solo a los adultos. Porque, como bien dice, «enseñar a los adultos es más difícil que enseñar a los niños».
La formación de futuros líderes (en gestión del agua) está en el centro del programa educativo de la escuela Cruzani, a pocos kilómetros río abajo del embalse. Además de concienciar sobre el reciclaje y la ecología, los estudiantes aprenden, a través de juegos de roles, a utilizar los recursos de forma sostenible.
Cinco niños – Danesa, Ronald, Denis, Michell y Shirley – forman parte del joven comité para la gestión local del agua. Una manera de aprender a comparar, dialogar y tomar decisiones consensuadas.
Benjamín Vargas, padre de una niña de 2 años, está encantado con esta posibilidad. «Tal vez algún día mi hija sea una de las líderes de la comunidad.»
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¿Por qué el agua es importante?
(Traducción del italiano: Patricia Islas)
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