Cuenta regresiva para los árboles
Las temperaturas aumentan muy rápido y los bosques suizos reaccionan a esos cambios climáticos. Los ingenieros forestales suizos se preparan ante el escenario del año 2080, cuando la temperatura, según sus predicciones, haya ascendido 4 grados más.
Los signos del cambio climático se multiplican. solo basta con mirar el bosque. En la región de Zúrich, la primavera fue muy calurosa y el suelo se erosionó demasiado. Esto provocó que los abetos solo desarrollaran sus raíces de modo muy superficial. De esto se aprovecha el escarabajo Ips typographus.
Normalmente, el árbol logra deshacerse de este coleóptero ahogándolo en su resina. Pero para ello requiere de suficiente líquido, lo que este año no pudo obtener de su hábitat. Por ello en el bosque de Zúrich se observan tantos troncos caídos. Es el único modo que tienen para impedir que se propague la plaga de este intruso.
Cuando las temperaturas suben, el coleóptero encuentra mucho de qué alimentarse y se puede reproducir mucho mejor, exponencialmente mucho más de lo normal: en estas condiciones reproduce tres generaciones completas al año, en lugar de una o dos, como lo hacía en veranos anteriores. Esto significan 3,2 millones de escarabajos al año, en lugar de 160 000 en “temperaturas normales”, o 8 000 en un año de temperaturas bajas.
Demasiado calor para los abetos
En las regiones de baja y mediana altitud en Suiza, los abetos dominan el paisaje forestal. Pero esto no durará mucho tiempo ya que no pueden subsistir con el aumento de las temperaturas, estiman los expertos forestales. Solo en algunos lugares más frescos en la planicie podrán seguir subsistiendo.
Por ello la importancia de imaginarse cómo será el bosque suizo en unos 50 a 100, cuando Suiza registre, en promedio, temperaturas cuatro grados superiores a las actuales. Y atención, estos estudiosos no son alarmistas climáticos sino científicos al servicio del Gobierno Federal. Christian Küchli, por ejemplo, trabaja en la Oficina Federal del Medioambiente. Durante una década participó en el programa de investigación ‘Bosque y Cambio Climático’, en el que también trabajaron miembros del Instituto Federal de Investigaciones sobre los Bosques, la Nieve y el Paisaje.
El proyecto se inició tras los daños que dejó el paso del huracán Lothar en 1999 y la canícula de 2003. Sendos eventos provocaron grandes cambios en la imagen del bosque suizo. Los resultados de sus análisis se encuentran en un estudio de 400 páginas. Este libro evalúa las consecuencias del cambio climático en Suiza y las estrategias gubernamentales en el sector forestal en caso de drásticas transformaciones climáticas.
“Los árboles que hoy plantamos crecerán en un clima distinto al que hoy conocemos”.
“Los árboles que hoy plantamos crecerán en un clima distinto al que hoy conocemos”, indica Küchli, que forma parte de la dirección del programa de investigación. Con minuciosidad suiza, los científicos estudian los bosques en toda su diversidad con la ayuda de cuarenta proyectos, entre los que se centran en el microclima, las condiciones del suelo y las elevaciones, pues todo influye en el aumento de las temperaturas.
Las autoridades calculan que hasta el 2080 Suiza observará un aumento de temperaturas de entre 3,1 a 4,3 grados centígrados. Ante estos cambios la pregunta es qué tipo de árboles hay que plantar si los abetos y las hayas no resistirán el calor futuro. Y si la vegetación actual en la planicie, para sobrevivir tendrá que montar unos 700 metros de latitud, entonces ¿qué crecerá en las partes bajas en 50 años?
Con minuciosidad suiza, los científicos estudian los bosques en toda su diversidad
Mientras que Alemania ya comenzó a plantar en zonas kilométricas nuevos tipos de árboles traídos de Croacia, Suiza intenta responder con precisión casi quirúrgica a la cuestión. “Nuestra prioridad no es introducir otras especies. Buscamos primero favorecer la multitud de plantas locales”, explica Christian Küchli.
Lo especial de ese plan es que los expertos forestales no solo buscan tipos de plantas robustas, sino también que se puedan producir comunidades boscosas, es decir, que haya asociaciones de especies que, unidas, se adecuen al medio. Estudian como esos grupos podrían adaptarse al cambio climático, porque están convencidos de que los bosques ricos en diversidad soportan mejor las altas temperaturas y la alternancia de inviernos húmedos y veranos secos.
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Olas de calor en verano e inviernos húmedos
La naturaleza reacciona siempre, a su modo
Es útil saber que el bosque suizo no es producto solo de la naturaleza. El hombre intervine desde hace siglos en su desarrollo. En un país con la densidad poblacional de Suiza, el bosque cumple diversas funciones: filtra el agua potable, protege de aludes y desprendimientos rocosos, absorbe el ruido del viento, ofrece leña y contribuye a la salud pública. Según un estudio federal, el valor recreativo de nuestros bosques puede superar los 4 mil millones de francos al año.
“El bosque es desde hace 7 000 años el resultado de una actividad cultural”, subraya Küchli. El abeto es el árbol más importante en el bosque suizo. Pero esto se debe a que el hombre lo eligió para plantarlo hace un siglo, convirtiéndolo en el más popular. En el siglo XIX, según informes de la época, había por todas partes bosques en mal estado donde predominaba el roble. Por eso se comenzaron a plantar abetos.
En Suiza vuelve de nuevo el roble, que puede soportar más el calor, las tormentas y la sequía. «El bosque será dominado por el roble en partes bajas y medianas», considera Küchli.
El huracán pasado fue un desastre para la economía forestal, pero para la naturaleza no fue un problema. Encontró una respuesta, lenta y a su manera. Sin embargo, el cambio climático puede ser tan rápido que pudiera amenazar las contribuciones del bosque, si el ser humano no contribuye a apoyarlo en su adaptación, sentencia el experto.
(Adaptación: Patricia Islas)
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