Las granjas de Sudamérica juegan en otra liga
Los ganaderos suizos están inquietos ante la posibilidad de que se firme un Tratado de Libre Comercio con Mercosur, bloque económico integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Temen enfrentarse a un sector agrícola brasileño fuertemente competitivo y mucho más grande.
El miércoles, durante la gira de una semana que realiza por los países de Mercosur, el ministro suizo de Economía, Johann Schneider-Ammann, confirmó su intención de seguir adelante con las negociaciones en favor del libre comercio. “Si la Unión Europea logra condiciones preferenciales con los países de Mercosur, también nos concederán las mismas ventajas a nosotros [si se alcanza un acuerdo]; si no, perderemos estos mercados, y esto resulta totalmente inaceptable”, expresó al asistir al Salón de la Agricultura de Ribeirão Preto, el más importante de este tipo que se celebra en Brasil.
Una declaración que aplauden las industrias de la maquinaria o de la farmacéutica que son altamente exportadoras. Pero que pone nerviosos a los ganaderos suizos, que temen ser aniquilados por la competencia que supone el sector agrícola del Brasil.
Otras reglas, otras ligas
“Ellos producen a un precio muy bajo porque prácticamente no tienen que enfrentar casi ninguna exigencia relacionada con la producción animal y sus granjas, además, son extraordinariamente grandes”, afirma Sandra Helfenstein, portavoz de la Unión Suiza de Campesinos (USP en francés).
Las cifras conceden la razón a Helfenstein. La mayoría de los productores bovinos suizos poseen entre 100 y 200 cabezas de ganado y la granja helvética de mayor tamaño tiene unas 690 cabezas. Un perfil que no le quita el sueño en absoluto a sus contrapartes brasileñas, cuyas pequeñas granjas tienen unas 3 000 cabezas, mientras las grandes pueden alcanzar las 200 000 cabezas.
Actualmente, Brasil es el principal exportador de carne del mundo, con 220 millones de cabezas de ganado diseminadas varios cientos de miles de hectáreas.
Interrogado el miércoles por el noticiario televisivo ‘19h30’ de RTS, André Reis, próspero ganadero brasileño, afirmó que engorda a 15.000 animales en un tiempo récord: tres meses. Una vez transcurrido este lapso, dijo, están en condiciones de ir al matadero.
“Nuestro método consiste en darles de comer el mismo alimento y en los mismos horarios a todos los animales, a diferencia de las granjas clásicas en donde los animales son libres, pueden correr y alimentarse cuando les apetece. Con nuestro método, conseguimos cuadriplicar la producción”, detalla.
La mejor parte es para la UE
Actualmente, más de 15% de la carne bovina que importa Suiza proviene ya de los países de Mercosur, lo que en 2016 supuso un total de 3.587 toneladas. Sin embargo, la Unión Europea (UE) sigue siendo la principal proveedora extranjera de cárnicos para Suiza (75% del total).
Brasil tiene un peso más importante en la importación suiza de aves, pues representa más de 40% de este mercado.
No habrá libre comercio total
Así, atrapados entre dos gigantes -la Unión Europea y Brasil-, ¿lograrán los ganaderos suizos sobrevivir y hacer una diferencia?
«En la agricultura, jamás existirá el libre comercio absoluto», sostiene Tim Kränzlein, subdirector de relaciones comerciales de la Oficina Federal de Agricultura de Suiza para infundir confianza a los escépticos. Explica que se debate actualmente entre las dos partes negociadoras es una mezcla de concesiones y apertura, pero «muy parciales y específicas».
La oposición que muestran los criadores suizos de ganado con respecto a la posibilidad de un TLC con Mercosur no es privativa de este grupo, los campesinos dedicados a producir cereales están igual de preocupados. Los países sudamericanos también son conocidos por el desarrollo intensivo de su producción de cereales.
«En ningún caso vamos a eliminar por completo los aranceles”, advierte Tim Kränzlein y añade que Suiza sigue de cerca las negociaciones entre la Unión Europea y Mercosur con objeto de alinearse a los resultados que obtengan.
Por ahora, la UE solo ha otorgado a Mercosur cuotas equivalentes a entre 1 y 2% del consumo del mercado europeo. Y Tim Kränzlein recuerda que Suiza está obligada a importar una cierta cantidad de productos agrícolas para responder a las exigencias que le impone ser un país miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Exigencia que, no obstante, están por debajo de las necesidades reales de Suiza.
Cuotas y tarifas arancelarias
En la actualidad, la mecánica de protección de aduanas se basa en un sistema de cuotas y aranceles.
¿Cómo funciona en Suiza? Por ejemplo, el consumo nacional anual de cárnicos asciende a alrededor de 95 000 toneladas. Los agricultores suizos producen 77 000 toneladas y exportan alrededor de 5 000 toneladas.
Por lo tanto, Suiza debe recurrir a las importaciones para cubrir el faltante de 23 000 toneladas de carne que necesita para abastecer las necesidades de su población.
Esas 23 000 toneladas constituyen una cuota, que al ingresar a Suiza paga una tarifa de importación relativamente baja. Sin embargo, una vez cumplida la cuota, la importación adicional de carne debe cubrir un arancel casi prohibitivo, llegando incluso a duplicar el valor del producto mismo.
Traducción del francés: Andrea Ornelas
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