El reino de la banana a orillas del lago Lemán
Aunque la banana no se da en Suiza, el municipio de Etoy, acoge una de las dos sedes de Chiquita, líder mundial en la producción de este fruto. Y Etoy está cerca de las riberas del lago Lemán, que “tiene la forma de una banana”, dice Carlos López Flores, el presidente de Chiquita.
“Este fruto se cultiva en cualquier sitio donde exista calor y humedad. Cada año, se producen y consumen 15 000 millones de bananas cosechadas en 114 países, aunque el 80% de la producción mundial se concentra en América Latina. Hay más de 150 variedades. Y más de 400 millones de personas dependen de esta fruta para su alimentación o comercio”.
Carlos López Flores, de 44 años, pasó toda su juventud en Honduras, donde crece generosamente este fruto, magro y sin colesterol, pero rico en potasio y vitaminas: “Siempre he comido bananas, crecí entre ellas y son parte de mi alimentación diaria”.
Una multinacional responsable
Chiquita tuvo mala prensa en el pasado. En 2007, una oenegé denunció que no respetaba los derechos de sus trabajadores en Costa Rica, utilizaba pesticidas y recurría a servicios de seguridad privados “para intimidar a su personal”, según los sindicatos.
Hoy, Carlos Flores no teme en absoluto la iniciativa popular que votan los suizos en febrero de 2020 y que aboga por multinacionales responsablesEnlace externo. Presentada en 2016 cita que tienen los suizos con las urnas en febrero de 2020 para votar la, esta iniciativa busca obligar a las empresas con sede en Suiza a analizar constantemente si sus actividades en el extranjero violan algún derecho humano o medioambiental. Asimismo, las compromete a tomar las medidas necesarias para remediar fallos y rendir cuenta de los avances. Más aún, las firmas pueden ser llamadas a cuentas ante tribunales suizos si incurren en faltas graves.
“Hace mucho tiempo ya que la salud y bienestar de nuestros trabajadores están en el centro de nuestras preocupaciones. Tomamos las medidas necesarias para cumplir con el objetivo de lograr ‘cero accidentes’ en el largo plazo. Cada año registramos un 10% menos de trabajadores heridos en América Latina. Todo un desafío para una empresa con 20 000 empleados y 3 000 contratistas. Siempre les proveemos cascos, guantes y botas de trabajo. Y si tienen que utilizar productos químicos, también les damos trajes para protegerles y duchas. Desde 2011, no hemos tenido ninguna víctima que lamentar. Diseñamos también un código de conducta con respecto al personal femenino y apoyamos la existencia de infraestructura escolar para sus hijos”.
Un gigante mundial
Pero las bananas no siempre fueron así de espléndidas con la marca que otrora fuera conocida como Union Fruit Company (UFC)Enlace externo . Fundada en Boston (Massachusetts) en 1889, la compañía no solía publicar nunca sus cifras. En 1954, aún bajo el nombre de UFC, se convirtió en la empresa bananera más importante del mundo, con un 33% del mercado global.
En 1989 decidió cambiar de nombre para tomar el de Chiquita Brands International, en honor de su mascota. En 2011, el grupo cayó en la bancarrota, pero consiguió salir del abismo restructurando su capital y abriendo la puerta a nuevos acreedores. En 2014, Chiquita fue adquirida por 682 millones de dólares por Cutrale, una empresa brasileña de zumos de frutas, y por los fondos de inversión del banquero Joseph Safra, que tiene presencia en Suiza, Brasil, Estados Unidos y las Islas Caimán.
De un negocio centrado exclusivamente en las bananas, Chiquita pasó a ocuparse también del negocio de la piña y el zumo de naranja. Se crearon buques de carga “naranjeros” para transportar el jugo recién prensado con pulpa, que atravesaban el Atlántico desde Brasil para abastecer a Granini (socia de Nestlé), bajo control de un armador ubicado cerca de Vevey.
La elección de Etoy
Chiquita, número uno mundial en la comercialización de bananas, tiene una de sus dos sedes en internacionales en Etoy, Suiza, donde laboran 90 empleados. La otra, destinada a atender el mercado estadounidense, está en Fort Lauderdale, Florida. Cuando la empresa se instaló en Rolle, hace 10 años, negoció un acuerdo fiscal con el cantón de Vaud: “La proximidad del aeropuerto, la localización en el corazón de Europa y el nivel de formación [del equipo] tuvieron también un papel importante”.
El mercado suizo se abastece esencialmente con bananas llegadas de Panamá y Costa Rica, donde acaba de inaugurarse un nuevo centro bananero. Los frutos son cosechados verdes y mantenidos a 13 grados centígrados en contenedores que los protegen hasta ser descargados 15 días después en Vlissingen, en los Países Bajos. Chiquita tiene una flotilla de 16 000 contenedores con cámaras frigoríficas; la mitad de ellos, con una atmósfera controlada [para retrasar la maduración de los frutos]. Las bananas adquieren su color característico ya en Europa, gracias al sol y al etileno, que les da distintos matices, según la preferencia del mercado: “Los holandeses prefieran las bananas muy amarillas; los suizos, entre verdes y amarillas; en el sur de Europa, más bien verdes”.
Fruto amenazado por un hongo
A Carlos Flores se le despinta la sonrisa del rostro cuando le hablamos de un hongo devastador que es una amenaza para sus cosechas. Es una plaga fúngica que ataca a la variedad Cavendish. También conocida como “enfermedad de Panamá”, daña las raíces y hace que el árbol de banana se marchite y muera en cuestión de meses. No hay tratamiento para contrarrestar su efecto una vez que atacó la raíz del banano. Esta plaga amenaza a toda la industria bananera en la actualidad”.
De Asia a Medio Oriente, pasando por Australia y Mozambique, los plantíos de 12 países se han visto afectados. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzó incluso un programa mundial para luchar contra este problema. La estrategia de bloqueo consiste, esencialmente, en evitar el transporte terrestre de productos provenientes de áreas infestadas hacia zonas que aún están a salvo. La Universidad de Wageningen, en los Países Bajos, trabaja en el desarrollo de una especie resistente a esta plaga, pero sin alterar el gusto del producto, gracias a los avances de la ciencia genética.
Una oleada orgánica
En Chiquita crece la tendencia a producir bananas orgánicas, respondiendo a la creciente demanda que existe por parte de los consumidores. Las bananas orgánicas representan el 10% de las ventas y pronto alcanzarán el 20% de la facturación, aun cuando su precio es hasta un 50% más alto que el de una banana tradicional. Los cultivos orgánicos requieren un clima especial y una serie de medidas de cuidado más específicas.
Abajo del ecuador, los requerimientos de agua son muy importantes, ya que el periodo de lluvias dura solo unos cuantos meses. Carlos Flores refiere que, con el cambio climático, los cultivos sufren y su empresa ha tenido que instrumentar medidas para proteger la vegetación y la fauna de Panamá y Costa Rica. “La banana es el alimento más consumido y comercializado en el mundo después del arroz, el trigo y el maíz. Si desapareciera, sería una catástrofe alimentaria”, alerta.
Traducción del francés: Andrea Ornelas
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