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¿Podrá Google alterarlo todo en Zúrich?

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Las oficinas de Google en Zúrich tienen 2.400 colaboradores. Keystone

La digitalización y el auge tecnológico están cambiando el rostro de las ciudades. La expansión de las empresas emergentes suele afectar a los artistas, pequeños comerciantes, extranjeros y población con menos recursos. ¿Zúrich enfrenta una amenaza parecida a la que han vivido Berlín o San Francisco?

Con más de 2 400 colaboradores de 85 países, Zúrich se ha convertido en el principal centro de investigación de Google fuera de Estados Unidos. En 2017, la firma abrió nuevas oficinas a un costado de la estación central de trenes de Zúrich. Como resultado de esta decisión, ahora tiene espacio para acoger a 5 000 empleados. Apple y Facebook / Oculus también han decidido mudarse al centro de Zúrich recientemente. Los equipos suizos que trabajan para los gigantes de Silicon Valley aún son modestos comparados con sus plantillas en EE UU. Sin embargo, Zúrich se ha convertido en pocos años en un polo cada vez más atractivo para la economía digital.

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Niklaus Scherr, exconsejero comunal, vivió y trabajó durante más de 40 años en el Kreis 4 de Zúrich. Keystone

Como en otras ciudades europeas, el auge tecnológico está impulsando una metamorfosis en los barrios antiguos de Zúrich, donde hasta hace poco vivía la clase obrera de la ciudad. Una realidad que se hace claramente patente en la calle Langstrasse, en el Kreis 4 (distrito 4 de la ciudad): las pequeñas tiendas, restaurantes y bares de toda la vida se extinguen para dar paso a tiendas de telefonía móvil y bares de moda. Los viejos edificios se venden, los apartamentos se renuevan y ahora los nuevos inquilinos son expatriados pudientes. «El desarrollo de Europaallee (zona con edificios de gran modernidad) se expande por todo el barrio», dice Niklaus Scherr, exconsejero comunal, habitante y trabajador del Kreis 4 durante más de 40 años. Hasta 2009, Scherr era también presidente de la Asociación de Inquilinos de Zúrich.

Desde los albores de este siglo, el precio de los terrenos ha aumentado más del 100%. Y durante los últimos años, cientos de apartamentos han desaparecido para convertirse en viviendas comercializadas a un precio mucho mayor, «pisos vacíos y amueblados se alquilan para estancias cortas de turistas y empleados de las multinacionales. Y los gigantes digitales no son los únicos responsables [de esta mutación], explica Niklaus Scherr.

El antecedente berlinés

En Berlín, el injustificado repunte de los alquileres y la gentrificación urbana levanta airadas protestas. En abril pasado, miles de personas tomaron las calles para manifestarse en contra de Google.

Si bien el gigante californiano está presente en la capital alemana desde hace años con una oficina, fue solo hace dos años que decidió crear el llamado «Campus de Berlín», que será inaugurado este otoño en el distrito de Kreuzberg. Y Google ya opera sitios similares en Londres, Madrid, Tel Aviv, Seúl, São Paulo y Varsovia. Su objetivo es claro: convertirse en plataforma e incubadora de nuevas tecnologías. Originalmente, solo concibió este espacio berlinés para albergar entre 5 y 10 empleados. Pero se presume que el alcance será mucho mayor, ya que la firma acaba de presentar su proyecto como «la oportunidad de crear valor añadido para Kreuzberg».

Muchos opinan que es una mala idea. «Les preocupa que Google actúe como un imán de empresas nuevas de todo el mundo», dice Felix Hartenstein, del Instituto de Economía Urbana de Berlín, especialista en analizar los efectos de la economía digital sobre las ciudades. En pocas décadas, Berlín se ha convertido en la meca de las nuevas tecnologías en Europa, lo que explica hasta el 20% de su crecimiento económico reciente. Una expansión que las autoridades saludan (como sucede en Zúrich también), pero que no agrada a la población.

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Hay solo un paso de la estación central de ferrocarriles a Google: ¿la estrategia ofensiva de esta multinacional le aporta algo realmente a Zúrich? Keystone

El antecedente berlinés

En Berlín, el injustificado repunte de los alquileres y la gentrificación urbana levanta airadas protestas. En abril pasado, miles de personas tomaron las calles para manifestarse en contra de Google.

Si bien el gigante californiano está presente en la capital alemana desde hace años con una oficina, fue solo hace dos años que decidió crear el llamado «Campus de Berlín», que será inaugurado este otoño en el distrito de Kreuzberg. Y Google ya opera sitios similares en Londres, Madrid, Tel Aviv, Seúl, São Paulo y Varsovia. Su objetivo es claro: convertirse en plataforma e incubadora de nuevas tecnologías. Originalmente, solo concibió este espacio berlinés para albergar entre 5 y 10 empleados. Pero se presume que el alcance será mucho mayor, ya que la firma acaba de presentar su proyecto como «la oportunidad de crear valor añadido para Kreuzberg».

Muchos opinan que es una mala idea. «Les preocupa que Google actúe como un imán de empresas nuevas de todo el mundo», dice Felix Hartenstein, del Instituto de Economía Urbana de Berlín, especialista en analizar los efectos de la economía digital sobre las ciudades. En pocas décadas, Berlín se ha convertido en la meca de las nuevas tecnologías en Europa, lo que explica hasta el 20% de su crecimiento económico reciente. Una expansión que las autoridades saludan (como sucede en Zúrich también), pero que no agrada a la población.

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Símbolo tangible de una ciudad en mutación: destrucción de la última vieja casa que quedaba en el barrio antiguo de Zúrich en el año 2016. Keystone

Los colaboradores de estas nuevas empresas son, esencialmente, jóvenes altamente cualificados y con una gran movilidad, explica Felix Hartenstein. Muchos de ellos no tienen familia ni personas a su cargo, lo que les permite pagar elevados alquileres. Y aunque las condiciones precarias con frecuentes en muchas empresas emergentes, los ingresos son suficientes para que los empleados paguen una habitación renovada en pisos compartidos. Resultado: entre 2004 y 2006, los alquileres berlineses aumentaron un 70% en promedio.

Víctimas de su creatividad

En Berlín, los grandes perdedores han sido las personas con ingresos más modestos que, frecuentemente, son inmigrantes. También se han visto afectados los músicos, actores, bailarines, pintores, escultores y, en general, hedonistas que llegaron algún día atraídos por la diversidad y el encanto de la ciudad, y porque los bajos precios inmobiliario les permitían pagar una vivienda y un taller donde realizar su trabajo creativo. “Hace solo 10 años, ellos intentaban deliberadamente desarrollar la industria de la creatividad en Berlín”, recuerda Hartenstein. “Hoy, han sido devorados por las empresas tecnológicas emergentes”.

Además, hablar de Google, no es hablar de cualquier empresa. Mucho se ha dicho sobre su controvertida política de optimización fiscal y es fácil concebirlo como un pulpo que aspira millones de coordenadas sensibles para luego venderlas al mejor postor, sin importarle demasiado la protección de la vida privada de sus usuarios. Ahora, este gigante cuya facturación supera los 110 000 millones de dólares anuales, ha decido incursionar activamente en el urbanismo a través de su filial “Sidewalk Labs”. En Toronto, Google ha comenzado ya a trabajar con las autoridades locales en el desarrollo de un barrio de 325 hectáreas -cercano a sus instalaciones- que llamará “Smart City” y donde experimentará con todo tipo de tecnologías digitales.

“Estamos presenciando una suerte de reacción ‘antitecnológica’ en mucha gente”, dice Felix Hartenstein. “Cada vez más personas critican a las grandes firmas tecnológicas y los proyectos que desarrollan. Naturalmente, Google es el enemigo perfecto, aquel sobre el cual es posible proyectar todo tipo de cosas”.

Vivienda de lujo
Visita a un apartamento de lujo. «Este nuevo capitalismo y los empleados del mismo están destruyendo de alguna forma la ciudad». swissinfo.ch

Fondos vecinales e impuesto tecnológico

San Francisco muestra claramente cómo las compañías tecnológicas, que valen varios miles de millones de dólares, pueden transformar el rostro de una ciudad. En este lugar, los elevados precios del sector inmobiliario provocaron un éxodo de los habitantes originales de esta urbe. «San Francisco se ha convertido en un monumento», dice Hans-Hermann Albers, cofundador (junto con Feliz Hartenstein) del Instituto Berlinés para la Economía Urbana. Ambos han abogado enérgicamente por obligar a las empresas a asumir responsabilidad social y a compensar las consecuencias que tiene su establecimiento en algunas ciudades.

Consideran que los gigantes tecnológicos podrían crear un fondo financiero vecinal, administrado por un consejo ciudadano, que se dedicaría a comprar edificios o terrenos, en donde deben construirse viviendas de bajo costo y establecerse pequeños comercios. «La gente debe tomar conciencia de que este nuevo capitalismo y sus empleados bien remunerados están destruyendo algo importante en sus ciudades», refiere Hans-Hermann Albers.

Otra forma de contrarrestar parcialmente la gentrificación sería crear un «impuesto tecnológico». La ciudad de Seattle, por ejemplo, quiere imponer un impuesto a Amazon que recaude fondos para ayudar a las personas sin hogar, como una medida de responsabilidad social corporativa.

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Permitiendo a los okupas vivir en las afueras de Zúrich, se ha preservado la tranquilidad en el centro de la ciudad. Keystone

Hasta ahora, Zúrich no ha recibido protestas contra Google u otras empresas tecnológicas emergentes. La última gran concentración que hubo, que reunió a la izquierda y a asociaciones de propietarios e inquilinos para debatir el tema «¿a quién pertenece Zúrich?», tuvo lugar hace cinco años. Para Niklaus Scherr, esto se debe esencialmente a que la ciudad ha sido capaz de «calmar» el movimiento de ocupaciones legalizándolas en la periferia zuriquesa. Como las autoridades de izquierda -a cargo del gobierno actual- buscan soluciones pragmáticas, intentan compensar la pérdida de viviendas a precios asequibles en la zona central creando apartamentos en las afueras. En Zúrich, a diferencia de Berlín, nadie cree que sea posible detener el movimiento de gentrificación que experimenta la zona centro de la ciudad.

San Francisco: menos familias y más sin techo

San Francisco se mantiene como el ejemplo más claro de la gentrificación inducida por las empresas tecnológicas: las compañías basadas en el área de la bahía, como Facebook, Apple y Google, pagan elevados salarios a los mejores especialistas del mundo. Pero estos no quieren vivir en los suburbios de Menlo Park o Palo Alto, sino en la zona centro de la ciudad. La belleza del urbanismo del centro y la reputación mítica de algunos barrios han sido poderosos argumentos que atraen a los talentos tecnológicos a instalarse ahí.

El resultado: el metro cuadrado en San Francisco es más costoso que en cualquier otro lugar de EE UU, lo que ha provocado que aquellos trabajadores tecnológicos que ganan salarios bajos deban viajar dos, o más horas, para llegar a su lugar de trabajo, ya que no pueden permitirse vivir en el centro. Las familias están desapareciendo del paisaje urbano. San Francisco tiene la tasa de habitantes menores de 18 años más baja del país (solo 13%); en las calles del centro, como Harrison Street, algunos han comenzado a vivir en tiendas de campaña tras haber sido desalojados de sus hogares. Y es común que arrojen piedras a los autobuses de Google que diariamente transportan empleados de San Francisco a Palo Alto.

Traducción del francés: Andrea Ornelas

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