¿Si en vez de 2°C de más tuviéramos 2 de menos?
La comunidad internacional intenta limitar a 2 grados el aumento de la temperatura global. Los combustibles fósiles, entre los principales enemigos del clima, constituyen la fuente de calefacción más común en Suiza. Si redujéramos, aunque fuera un poco, la temperatura en las viviendas, ¿cuál sería el efecto sobre el clima?
¿Demasiado caliente? ¿Demasiado frío? En cierta forma, la percepción de la temperatura es como la belleza física: subjetiva. Que levante la mano quién en alguna ocasión no ha discutido con colegas o familiares sobre el hecho de cerrar una ventana o sobre el nivel de regulación del termostato. Sin embargo, en un punto estamos todos de acuerdo: para producir calor se necesita energía. Y cuanto más se calienta una pieza, más aumenta el consumo energético.
Obviamente, lo contrario también es cierto. Justamente, para ahorrar corriente, los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) redujeron de 22 a 20°C, la temperatura en el interior de algunos trenes de la red metropolitana de Zúrich. Si los viajeros responden positivamente a la medida –la fase de prueba lanzada a inicios de enero durará un mes- los FFS podrían disminuir la temperatura en todos los trenes del tráfico regional de Zúrich. Según sus cálculos, esta medida permitiría ahorrar 3,7 Gwh de electricidad, lo que equivale al consumo de una comuna de 2 200 habitantes.
La iniciativa de la empresa ferroviaria tiene un impacto limitado sobre el clima: de hecho, su red es alimentada en gran parte con energía renovable. En cambio, es diferente el problema en los inmuebles, responsables de cerca del 30% del consumo total de energía y de la emisión de C02 en el país. En Suiza, subraya la Oficina Federal de Estadísticas Enlace externo, los combustibles fósiles, (petróleo para calefacción y gas natural) se usan en dos de cada tres inmuebles. ¿Por qué entonces no contribuir a la lucha contra el calentamiento climático reduciendo la temperatura en la propia casa?
¿Qué temperatura en la casa?
SvizaEnergíaEnlace externo recomienda regular la temperatura interna a cada uno de los diferentes ambientes de cada casa: en el baño 23°, 20° en el comedor y 17° en los dormitorios.
Camiseta en lugar del pullover
Contrariamente a países como Italia, donde está definido un límite máximo de 20°C (con una tolerancia de dos grados) para los locales cerrados, en Suiza no existe una ley nacional que determine la temperatura en el interior de las viviendas. “Existen, sin embargo, normas que los constructores deben respetar y que sirven de base legal para la elaboración de políticas energéticas en los cantones”, explica Luca Pirovino, experto en energía renovable en la Sociedad Suiza de Ingenieros y Arquitectos” (SIAEnlace externo).
Según dichas normas, prosigue, la temperatura en los hogares y en las oficinas debe ser de 20°. “Sin embargo, hemos constatado que la temperatura efectiva es 2 o 3 grados superior”. También Robert Diana, responsable del sector “calefacción” en la Asociación de Técnicos de la Construcción suissetecEnlace externo, subraya que la temperatura interna media en invierno va en aumento. “Pero no necesariamente porque se calienta más”, puntualiza.
Si por una parte, existen exigencias de confort que cambian -“en una época se usaba un pullover, ahora queremos estar con camiseta incluso en invierno”- , por otra parte, las técnicas de construcción evolucionan. “Algunos inmuebles nuevos están tan bien aislados que el calor de los rayos solares se mantiene al interior, sobrecalentando el ambiente. A esto se agregan las fuentes de calor internas como luces y electrodomésticos”, obseva Robert Diana.
Como se indicó anteriormente, no existe una temperatura “correcta”. La noción de confort es individual y depende de múltiples factores (estado de salud, edad, tipo de actividad…) De todas formas, es importante saber que una reducción de la temperatura en las viviendas, aunque sea de un solo grado, puede tener importantísimas repercusiones. Tanto para el bolsillo como para el clima.
+ La casa del futuro produce su propia energía
2°C menos para “sentirse en las Maldivas”
Para los edificios construidos antes del año 2000, que representan el 85% de los inmuebles en Suiza, una disminución de la temperatura interna de 1°C produciría una reducción del 6% del consumo energético, indica Olivier Meile de SuisseEnergie, el programa del Gobierno helvético para la promoción de la eficiencia energética y de las energías renovables. “Lo mismo vale para las emisiones de CO2 generadas por el petróleo y el gas natural”, agrega Elmar Grosse Ruse, responsable del clima y energía en el WWF Suiza.
Con base en el inventario suizo de gases de efecto invernadero 2015Enlace externo, Grosse Ruse calculó que simplemente controlando el termostato se podría evitar anualmente une emisión atmosférica de gas de efecto invernadero equivalente a 762 000 toneladas de CO2. Al disminuir 2°C la temperatura en las viviendas, el ahorro sería de más de 1,5 millones de toneladas de CO2, cifra equivalente a la emisión total de países como Sierra Leona o las Maldivas.
Prohibir el uso de petróleo en las casas
Una contribución no despreciable, si se considera que, en el marco del Acuerdo de París sobre el Clima, Suiza se comprometió a reducir sus emisiones de CO2 en cerca de 20 millones de toneladas por año hasta el 2030. “Según nuestro punto de vista, disminuir la temperatura en las viviendas es una buena idea, siempre y cuando nadie sufra frío. Pero no es suficiente”, comenta el experto del WWF.
Considerándolo como el “problema climático más grande de Suiza”, la asociación ambientalista pide que todas las instalaciones de combustible fósil sean sustituidas por sistemas más ecológicos. Una transformación que ya se produce, en particular, gracias a la promoción de las bombas de calorEnlace externo. Según las previsiones de la Oficina Federal de Energía, el número de bombas de calor debería triplicarse y llegar a 400 000 hasta 2020.
Impuesto sobre combustibles fósiles
Para limitar el uso de petróleo para calefacción, gas natural y carbón, Suiza introdujo en 2008 un impuesto a los combustibles fósiles. Si no se logran los objetivos intermedios de reducción de las emisiones, el mismo será automáticamente aumentado. El 1º de enero del 2018, pasó de 84 a 96 francos por tonelada de CO2.
El producto del impuesto al CO2 (1,17 billones en 2016) es redistribuido entre la población y las empresas. Cerca de un tercio se destina al denominado Programa de Inmuebles, que tiene como objetivo promover la recuperación de energía y la energía renovable. Se estima que dos de cada tres edificios en Suiza (cerca de un millón en total) necesitan una renovación. El impuesto al CO2, en cambio, no se aplica a los carburantes (bencina o diésel)
Fuente: Oficina Federal del Medio Ambiente
(Traducción del italiano: Sergio Ferrari)
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