Competencia fiscal: los cantones «frenan»
Durante años, los cantones suizos pelearon por ofrecer las tasas impositivas más bajas. Hoy, los de la Suiza central se preguntan si esta competencia desenfrenada fue correcta. El crecimiento demográfico que provocó ahora está llevando sus finanzas al abismo.
En la Suiza central, los paraísos son naturales y también fiscales: lagos majestuosos, pendientes nevadas, naturaleza virgen, y autoridades cantonales que gravan de forma discreta a los particulares y a las empresas. A tal grado, que los extranjeros se han precipitado a la región provocando la molestia de la Unión Europea (UE).
Durante la primera década del siglo XXI, los cantones suizos emprendieron una intensa carrera para convertirse en auténticos “paraísos fiscales” y, paradójicamente, hoy, la inconformidad no existe solo en Bruselas o entre los cantones que han sufrido los estragos de ser menos aguerridos que sus homólogos, sino también al interior de la propia Suiza central. Y fue el político democristiano, Othmar Reichmuth, miembro del Ejecutivo cantonal de Schwyz, el responsable de lanzar a finales del 2012 una amplia discusión sobre este tema.
A través de la prensa, lanzó la pregunta: “¿Qué queremos verdaderamente?” Y denunció los efectos colaterales que ha provocado la continua baja de impuestos: un crecimiento de 49% en el número de habitantes durante los últimos 30 años, la incorporación 3.000 autos adicionales al año, alquileres y seguros cada vez más costosos, y “trenes y carreteras abarrotadas mañana y tarde”.
Este productor de quesos inserto en la política compartió su propia evaluación sobre el tema: “Yo no necesito autopistas de seis carriles ni directivos con salarios desorbitados o extranjeros beneficiándose de tratamientos preferenciales en materia impositiva”.
Impuestos al alza
Las reflexiones de Othmar Reichmuth provocaron un pequeño electroshock en la Suiza central. Efecto que se acentuó en diciembre, cuando los ciudadanos de Lucerna aceptaron un incremento de tres puntos en los impuestos. Hasta el año 2007, Lucerna había gozado de una administración sana y sin deudas y hoy esta zona turística que bordea al lago de los Cuatro Cantones se encuentra en “números rojos”. Todos los partidos dieron el “sí” al aumento de impuestos, excepto la derecha conservadora de la UDC.
Con ello, y de un día para otro, Othmar Reichmuth se convirtió –involuntariamente, dice él- en una especie de símbolo del hartazgo de la gente. Un sondeo realizado por el periódico Bote der Urschweiz –traducido literalmente, El mensajero de la Suiza primitiva– indicó que 57% de los habitantes de Schwyz opina hoy que el crecimiento de la población derivado de los atractivos fiscales es una “maldición”. Hace solo cuatro años, 55% de los pobladores del cantón consideraba que la llegada de más habitantes era una “bendición”.
El crecimiento demográfico es una realidad irrefutable. En la Suiza central -que comprende los cantones de Schwyz, Lucerna, Nidwalden, Obwalden, Uri y Zug-, la población creció alrededor de 40% de 1972 a la fecha, según la Oficina Federal de Estadística (OFS). Una trayectoria que solo supera la zona del lago de Ginebra –que incluye a los cantones de Ginebra, Vaud y el Valais-, cuyos número de habitantes aumentó 41,5% en ese mismo lapso.
El porcentaje de la población con haberes superiores a los 10 millones de francos suizos con respecto a la población total del cantón (2009): Schwyz (0,84%), Nidwalden (0,8%), y Zug (0,76%) encabezan la clasificación. Y al final del listado nacional se ubican el Valais (0,05%), y los cantones de Uri, Friburgo y Jura (0,06%).
De acuerdo con el Instituto BAKBasel, los cantones de Nidwalden y Lucerna ofrecen los marcos fiscales más favorables para las empresas (con una carga impositiva media de 10,6%). Aparecen después (en una lista no exhaustiva): Obwald (11,1%), Schwyz (11,6%) y Zug (12,8%). En la Suiza francófona, los cantones menos favorables para las empresas son el Valais (con una carga fiscal de 19,6%) y Vaud (19,7%).
En comparación con otros países, solo Hong Kong presenta una carga fiscal media inferior a la de Suiza (9,7%). En Europa, Irlanda aplica cargas impositivas comparables a las helvéticas.
Fuente: Oficina Federal de Estadística (OFS) y BakBasel Economics (julio 2012).
Limitar el número de recién llegados
En 2013, los presupuestos públicos anticipan “números rojos” para la región de Suiza central, y particularmente para Schwyz y Zug. Para muchos, es la consecuencia directa de los recortes impositivos de los años previos. Para otros, es más bien el resultado de la euforia que vivieron estos cantones debido a los buenos tiempos financieros que atravesaron durante años. Relajaron la cartera y engrosaron el número de efectivos de la administración pública. Schwyz, en particular, abandonó su conservadora política presupuestaria de antaño y creó más plazas para la policía y otros empleados públicos.
En tanto, en el cantón de Zug, una zona que ha sido un oasis para las empresas internacionales y que tiene la ventaja de estar situado a tiro de piedra de Zúrich, la falta de viviendas a precios asequibles es el problema que desata más inconformidad. Por ello, no sorprende a nadie que Othmar Reichmuth haya cosechado múltiples seguidores en Zug.
A principios de año, el jefe del gobierno local, Beat Villiger, expresó en el diario dominical del Neue Zürcher Zeitung (NZZ) que ya era tiempo de frenar el crecimiento demográfico aplicando, por ejemplo, un límite a la llegada de nuevos habitantes: 11.000 en lugar de 22.000 hasta el año 2030, era el deseo de esta administración.
Pero, ¿es realmente imaginable dar marcha atrás por completo a la política fiscal que se ha segundo hasta ahora? Por el momento, este escenario luce excesivo…
Nils Soguel, profesor de Finanzas Públicas por el Instituto de Estudios Superiores en Administración Pública (IDHEAP), asegura que se vive un momento particular en la historia y precisa que, más allá de presión internacional, las iniciativas locales para poner ‘freno de mano’ a los recortes de impuestos marcan el fin de un ciclo coyuntural.
Pero advierte también que la llegada masiva de habitantes a esta región ha conducido a cuestionamientos de identidad como la necesidad de integrar a los recién llegados, una tarea que se erige como un nuevo desafío.
Confrontado a vecinos muy poderosos en materia tributaria –como Schwyz, Zug y Obwalden-, el cantón de Lucerna también fue muy lejos en la búsqueda del “Santo Grial” de la atracción de empresas y particulares. De hecho, redujo a la mitad el impuesto que grava a los beneficios corporativos.
En total, el cantón realizó tres reformas a su política fiscal en menos de una década (2005, 2008 y 2011). Debido a ello, las pérdidas fiscales del cantón alcanzaron los 207 millones de francos en 2011, de los cuales 155 millones se debían a los contribuyentes particulares, y el resto a las empresas.
Los socialistas y Los Verdes denunciaron la necesidad de realizar ahorros y de enderezar las finanzas. Y reclaman aumentos de impuestos, sobre todo sobre las ganancias empresariales.
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Imagen campesina
Para Beat Kappeler, economista y editorialista, la toma de posiciones concretas es algo que corresponde, ante todo, a los electores de los cantones concernidos. Pero el hartazgo de la población es palpable, continúa.
“Y esta reacción muestra también hasta qué punto los cantones pequeños, como Schwyz y Zug, sienten apego por la imagen ‘campesina’ que siempre han tenido, a pesar de que su apariencia física haya cambiado. Zúrich, en contrapartida, no tiene el menor problema en mirar cómo se construyen torres inmensas, incluso experimenta un cierto orgullo cuando esto sucede”, añade Kappeler.
Otro de los problemas de los que se quejan Schwyz y Zug está ligado a las aportaciones que hacen a los fondos de perecuación que tiene en marcha el gobierno federal, y que en opinión de ambos cantones son excesivas. Dichos fondos son un mecanismo federalista por excelencia, y han permitido redistribuir los subsidios en función de los ingresos y las necesidades de gasto de cada cantón.
“Estos cantones tienen la impresión de pagar los platos rotos de los otros. Pero son cantones ricos”, dice Nils Soguel, “cuestionar la perecuación equivale a cuestionar también la solidaridad de sus mecanismos”.
Por su parte, Josef Lang, vicepresidente de los Verdes suizos y ex parlamentario federal por Zug, afirma que “algo ha cambiado en espíritu crítico, en la gente en general, pero no hay que hacerse ilusiones. Políticamente, aún estamos lejos de aplicar alzas de impuestos, aun cuando la votación de la ciudad de Lucerna generará un cierto impacto en ese sentido”.
Y tras el debate que suscitó, ¿se mira Othmar Reichmuth a sí mismo como el “héroe valiente” de una nueva causa? “Más bien, todo lo contrario”, dice.
Se dice realista, sabe que el crecimiento poblacional de esta zona no será fácil de frenar, pero “quería darle un impulso al cambio”, afirma. Y algo de eso, porque 25 de las 30 circunscripciones fiscales del cantón de Schwyz ya avalaron un aumento en los impuestos.
Traducción: Andrea Ornelas
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