Suiza: imán visita a musulmanes en prisión
En la cárcel puede comenzar la radicalización que emprenden grupos terroristas para sumar a sus filas a los creyentes. Para evitar este fenómeno, la prisión de Berna se apoya en un imán.
Se trata de la cárcel regional bernesa, donde desde hace 24 años un imán ofrece asistencia espiritual a los musulmanes, a pedido de las propias autoridades de la prisión.
Monika Kummer tiene siempre una palabra amable y una sonrisa para los detenidos, los colaboradores y las visitas. Es la directora de la Prisión regional de BernaEnlace externo. De este modo contribuye a la atmosfera distendida en el lugar. El respeto es la base para la sexagenaria. Sus colaboradores están confrontados a personas con las que no se puede bromear.
El lugar tiene capacidad para 126 reclusos y actualmente no hay un solo sitio libre. La mayoría de los que ocupan las celdas están a en detención preventivo, cumplen ya una pena o esperan su expulsión del país. Las mujeres están en el primer piso y los hombres en el segundo y el quinto. El establecimiento recibe regularmente a personas señaladas por tener relación con delitos terroristas.
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Un imán busca evitar la radicalización en la prisión
Todos comen lo mismo
Cuatro detenidos de cinco son extranjeros y casi un tercio de ellos, musulmanes. La prisión tiene en cuenta sus requerimientos religiosos y espirituales. “Respetamos los horarios de rezo. Pero los detenidos deben ser interrumpidos cuando es indispensable, por ejemplo, para los interrogatorios”, indica Monica Kumer, quien se aseguró de que la teología musulmana tolerara ese tipo de interrupciones.
Treinta y un detenidos musulmanes siguen el ramadán. A la hora de la cena reciben en su celda de una sola vez la comida que no pudieron ingerir a medio día y el desayuno para la mañana siguiente. Algunos esperan pacientes la llegada de los alimentos, otros golpean la ventana de su cuarto para acelerar la entrega.
A fin d evitar toda discusión, el establecimiento no sirve jamás carne de puerco, para nadie. Y la carne, servida varias veces por semana no es halal. El personal come lo mismo que los detenidos. Hoy en la mesa hay bastoncitos de pescado, cereales y legumbres sin salsa, aderezados con especies, bien cocidos y tibios.
“No lo vuelvo a hacer”
También Irhad* respeta el ramadán, y es la primera vez que lo hace desde una prisión. El bosnio vive en Alemania, pero en Suiza tuvo problemas con la justicia. No dice porqué. Solo que „se juntó con las personas incorrectas“. La vida de la prisión le pesa y sufre especialmente de estar separado de su familia. Dormir, leer, rezar y un trabajo monótono en la prisión para una empresa relojera suiza: pega decenas de etiquetas en los paquetes. Todo esto le ayuda un poco a combatir el aburrimiento de esta estancia forzada.
Agradecido por cada nueva actividad, Irhad recurre cada martes por la tarde a los servicios de Mustafa Memeti, imán suizo de raíces albanesas. “Puedo confiarle todo a Memeti. Cuando hablo con él, tengo una buena sensación y puedo dormir mejor”, indica el joven para quien es importante escuchar la palabra de un teólogo. El hecho de que estemos con cámara y micrófono en ese momento no le molesta.
Le repugna la acción terrorista, indica al inicio de nuestra conversación y sin que el imán aborde el tema. Vio en la televisión que los autores de un atentado rezaron. “Pero la gente que mata personas inocentes e incluso niños en un concierto no son musulmanes”.
Los terroristas sufren de problemas psíquicos, responde el teólogo. “Su interpretación de la religión es falsa. Son incapaces de distinguir entre el bien y el mal y culpabilizan siempre a otros”. Y el imán dirige un mensaje directamente al incriminado: Es muy importante que en la desagradable situación actual que uno mismo se cuestione, piense positivamente y continúe a creer en un futuro profesional y familiar. Ahora ha aprendido una lección en la cárcel y puede aprender algo de esto, le indica el delgado imán al detenido de casi dos metros de altura. Irhad promete: “No lo vuelvo a hacer. Cuando salga de aquí, me dirigiré directamente a casa con mi familia y mis hijos”.
Primero el Estado de derecho
Imán Memeti estudió Teología en diversos países árabes. Desde 1993 vive en Suiza y desde hace 20 acude una tarde a la semana a la cárcel bernesa para visitar a los reos musulmanes que se encuentran sin contactos, sin libertad y a veces sin perspectiva alguna en la que puedan apoyar sus pensamientos sobre el futuro.
Mustafa Memeti pertenece también desde hace varios años al equipo multicultural de atención religiosa del penitenciario Thorberg, donde hoy 169 reos cumplen sus condenas. Más de 80% son extranjeros y el 40%, musulmanes. Actualmente nadie está relacionado con delitos terroristas.
Unos cinco o seis detenidos a la semana solicitan conversar con Memeti, y no son siempre los mismos, explica el experto en asuntos penitenciarios, Christoph Schmutz. En su opinión, la experiencia con el imán es positiva. Memeti pertenece a los imanes liberales que cuidan del diálogo con otras religiones.
El penitenciario de Thorberg concede gran atención al peligro de la radicalización, no solo con relación al islam. En caso de señales de sospecha, el establecimiento llama a expertos en la materia para estudiar el caso.
“Nuestras competencias son limitadas. No nos podemos inmiscuir en el procedimiento jurídico, pero podemos aportarles un apoyo mental para que no se concentren en pensamientos negativos. Estos últimos se basan en el sentimiento de que la persona no se siente aceptada. De allí puede desarrollarse una radicalización, explica Memeti.
A veces los encuentros con Memeti son en grupo. “Esto puede ser enriquecedor espiritualmente porque los detenidos comprueban que no están solos en esta difícil situación”.
La dirección de la cárcel valora el trabajo de Memeti no solo por la amenaza terrorista que se escuda en la religión, “pero en estas circunstancias nos alegra poder contar con este apoyo”.
Es voluntaria la decisión de conversar con Memeti y no todos los reclusos aprovechan esta posibilidad. Pero cuando hay alguno de ellos que de pronto tiene un cambio radical en su comportamiento, no escucha más música, ni ve televisión, se deja crecer la barba y comienza a hacer comentarios desequilibrados, se le pide a Memeti que hable con él. “Esta acción puede tener una influencia. Yo aprecio su presencia, su competencia en el tema y su apertura”, indica Kummer.
La directora descarta toda eventualidad de que el imán pueda traer a la prisión pensamientos radicales, como ha pasado ya en otros reclusorios. Mustafa Memeti es conocido en como un teólogo musulmán moderado, para el que el Estado de derecho es superior a las leyes religiosas, aclara.
También los empleados de la prisión respetan la libertad de creencia y el trabajo del imán, aun cuando ninguno de ellos sea musulmán. “Las competencias interculturales forman parte de la formación de base de dos años que reciben para trabajar aquí. Hay oferta de formación en temas como la radicalización y el yihaidismo”, añade.
“Nuestro personal debe tener esos conocimientos porque está al frente de situaciones donde bien pueden ser los primeros en reconocer si alguien debe ser objeto de una atención particular”.
(*Su nombre completo es conocido por la redacción)
(Traducción: Patricia Islas)
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