Suiza, alentada a aumentar la deuda para apoyar su economía
La crisis del coronavirus podría ocasionar un déficit de varias decenas de miles de millones de francos a las arcas de la Confederación. Una pérdida colosal. No obstante, Suiza dispone de los medios para compensarla fácilmente gracias a una gestión muy prudente que se ha hecho de los fondos públicos, si la comparamos a otros países.
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Periodista y jefe adjunto de la redacción que agrupa los tres idiomas nacionales de swissinfo.ch (alemán, francés e italiano). Anteriormente trabajó en Teletexto y rts.ch.
Mi especialidad es contar historias, descifrar lo que está pasando en Suiza y en el mundo a partir de datos y estadísticas. Expatriada en Suiza durante varios años, anteriormente fui periodista multimedia en Radio Televisión Suiza (RTS).
Aumento del desempleo, disminución de los ingresos fiscales, costoso plan de apoyo a los sectores económicos más afectados: la factura de la crisis del coronavirus se anuncia muy alta para las cuentas públicas, tanto en Suiza como en el extranjero. A finales de abril, el ministro de Finanzas, Ueli Maurer, hizo una primera estimación: las pérdidas podrían ascender este año a cerca de 80 000 millones de francos, es decir, más o menos el presupuesto anual de la Confederación.
Por el momento no se habla de aumentar los impuestos o de disminuir el gasto público, dos medidas que probablemente podrían ahogar la esperada recuperación del crecimiento económico a partir del próximo año. “Un aumento de los impuestos conduciría a empeorar la situación de las empresas y de las personas que se encuentran ya en el límite”, señaló recientemente el ministro de Economía, Guy Parmelin, a preguntas de la televisión pública RTSEnlace externo.
Para compensar el déficit las autoridades apuestan sobre todo por un aumento de la deuda. Mientras muchos países han abordado la crisis del coronavirus estando ya fuertemente endeudados, Suiza se encuentra en una situación bastante más favorable, afirmaba la semana pasada el presidente del Banco Nacional Suizo (BNS) Thomas Jordan. “La deuda pública se ha contraído en los últimos diez años gracias a que se ha frenado el endeudamiento, mientras que en Europa y EE.UU. la deuda ha aumentado mucho debido a la crisis financiera de 2008”, afirmó Jordan en una entrevista a los dominicales Le Matin DimancheEnlace externo y SontagsZeitung.
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Desde 2006, la Confederación ha acumulado cada año, con la sola excepción de 2014, excedentes de varios miles de millones de francos, que se asignaron a pagar la deuda. Incluyendo la crisis de 2008-2009, que puso de rodillas a una buena parte de la economía mundial.
Una situación idílica, incluso surrealista vista desde el extranjero, que se debe a la buena salud de la economía suiza, pero también al freno al endeudamientoEnlace externo, un mecanismo implantado en 2003 por la Confederación para evitar desequilibrios estructurales de las finanzas federales e impedir un crecimiento de la deuda como ocurrió en la década de 1990.
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Sin embargo, en las últimas semanas muchos economistas han pedido públicamente al Gobierno que ponga fin a esa ortodoxia presupuestaria y que invierta masivamente en el rescate de la economía suiza para evitar el fantasma de una crisis más profunda.
Deuda demasiado baja
En particular esos economistas temen que la aversión al endeudamiento de una parte de la clase política suiza impida una rápida reanudación del crecimiento económico. “Cuando se tiene margen de maniobra es muy constructivo emplear el dinero en invertir, tratar de hacer reformas estructurales y tener más crecimiento. Esto hace que el pago de la deuda sea más fácil”, señalaba Maria Owens Thomsen, economista jefa de CA Indosuez Suisse, al canal La PremièreEnlace externo de la radio RTS.
“La deuda no es solo una carga, ni tampoco una culpa. Es una herramienta que permite realizar inversiones importantes para las generaciones futuras.” Cédric Tille, economista
Una opinión compartida por Cédric TilleEnlace externo, profesor de Economía en el Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo, de Ginebra: “Suiza dispone de un importante margen de maniobra y puede absorber fácilmente el coste de un aumento acentuado de la deuda. Especialmente porque hoy día el préstamo es totalmente indoloro y porque incluso trae dinero al Estado con tasas de interés negativas a 30 años”, comentó a swissinfo.ch.
Desde un punto de vista estrictamente económico, el profesor ginebrino considera que el nivel actual de la deuda en Suiza es demasiado bajo. “La deuda no es solo una carga, ni tampoco una “culpa”, siguiendo la etimología de la lengua alemana (Schuld). Es una herramienta que permite realizar inversiones importantes para las generaciones futuras. Y representa además un activo seguro que los inversores privados aprecian enormemente”, puntualizó.
Uso descomedido de freno al endeudamiento
Otros economistas, especialmente los de la región de lengua alemana, se muestran más prudentes y advierten contra una relajación excesiva del rigor presupuestario. “En la euforia que caracteriza esta fase de salvamento de la economía, muchos políticos no son conscientes seguramente de que el freno a la deuda tiene una especie de memoria”, afirma Christoph Schaltegger, profesor de Economía en la Universidad de Lucerna, en una de las columnas del semanario Die WeltwocheEnlace externo.
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Subraya además que los gastos extraordinarios deben compensarse dentro del presupuesto regular, normalmente en los siguientes seis años. “Por tanto, la desilusión que seguirá al actual frenesí de gasto será considerable, y llegará como muy tarde durante el próximo debate presupuestario, cuando los líderes políticos vean hasta qué punto se ha estrechado el margen de maniobra”, continuó señalando Christoph Schaltegger.
Cédric Tille cree sin embargo que el freno a la deuda se interpreta de manera demasiado restrictiva y que ahora es necesario soltar lastre. “Esta herramienta se introdujo para estabilizar la deuda y no para reducirla masivamente. Por lo tanto, se ha venido violando la Constitución Federal durante más de una década por medio de excedentes presupuestarios que sistemáticamente son superiores a las previsiones”, señaló.
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La polémica no data de la crisis actual. Ya el año pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) pidió a Suiza que aumentara la inversión para apoyar su economía. Y desde hace casi una década, los partidos de la izquierdaEnlace externo exigen, en vano, un cambio de rumbo en la política presupuestaria, acusando a la mayoría conservadora en el Parlamento y al Gobierno de imponer austeridad en periodo de coyuntura favorable, con el único objetivo de debilitar al Estado.
Un debate que, en cualquier caso, marcará profundamente la vida política suiza a la hora de saldar las cuentas de esta crisis sanitaria sin precedentes.
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Deuda pública: los suizos, campeones del ahorro en Europa
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“Suiza va hacia la bancarrota”, anunciaba el semanario ‘Facts’ en 1997, después de producirse una serie de cifras deficitarias de unos miles de millones de francos en las arcas estatales. La revista fue la que quebró unos años más tarde, mientras que las finanzas púbicas helvéticas se portan bien actualmente, o, mejor dicho, se portan muy bien, como es el caso de Noruega, donde los ingresos del petróleo alimentas sus recetas fiscales. Suiza, incluso, ha sido el único país europeo en haber disminuido su deuda pública luego del inicio de la gran crisis financiera y económica del 2007. Y esto, sin renunciar a la realización de infraestructuras costosas, como el nuevo túnel ferroviario de base del San Gotardo – el más largo del mundo – inaugurado el 1° de junio de este 2016.
Fuera de la Unión Europea (UE), Suiza forma parte de los raros países europeos que responden desde el inicio a los “criterios de convergencia” del Tratado de Maastricht, que colocó las bases de la unión económica y monetaria de la UE y la creación del euro. Los países candidatos a adherirse a la moneda única debían empeñarse, en particular, en contener la deuda pública por debajo del 60% del Producto Interno Bruto (PIB).
Ya al momento de su adhesión al euro, ciertos Estados no respetaron ese criterio: Grecia, 107%; Italia, 109%; Bélgica, 114%. Con la crisis financiera y económica, diversos países europeos se vieron obligados a aumentar fuertemente sus inyecciones financieras para apoyar al sector bancario y relanzar la coyuntura. Hoy, la deuda pública de las principales economías de la zona euro, y también del Reino Unidos, rebasa el 60%.
Las finanzas públicas suizas pudieron, al contrario, gozar de una solidez económica inesperada, que permitió mantener un buen balance fiscal. La economía helvética, que registró una contracción solo en 2009, salió rápidamente de la crisis internacional: el consumo aumentó, las exportaciones no sufrieron frenos notorios, pese a la disminución de la demanda de los mercados de la UE, y la tasa de paro se mantuvo entre el 3 y el 4%.
La Banca Nacional Suiza (BNS) jugó, por su parte, un papel importante, participando en la salvaguardia del banco UBS, y contribuyendo por varios años a evitar el aumento en la apreciación del franco frente al euro. Suiza se vio favorecida por el hecho de que los gastos estatales registraron una baja histórica con respecto al PIB, una diferencia de lo que ocurrió con otros países europeos, imposibilitados a seguirle el paso, a causa de un pesado aparato administrativo y de empresas públicas.
Pero también determinante para el buen estado de salud de los haberes públicos fue el “freno a la deuda”, un mecanismo introducido en 2003 por la Confederación (gobierno) para evitar desequilibrios estructurales de las finanzas federales e impedir un aumento de la deuda, como ocurrió en la década de los Noventas. Este mecanismo busca el reequilibrio de los ingresos y egresos en el arco de un ciclo coyuntural: en los años de desaceleración económica se producen déficits limitados, mientras que en los años de alta coyuntura deben conseguirse excedentes. Modelos análogos fueron introducidos también en muchos cantones suizos.
El freno al endeudamiento permitió reestablecer rápidamente el equilibro de las finanzas públicas: la deuda total (administración pública y seguridad social) pasó así del 50,7% en 2003 al 33,1% en 2015. En el último decenio, con una sola excepción en 2014, las cuentas de la Confederación registraron sistemáticamente utilidades de miles de millones de francos. Un resultado prácticamente único a escala europea.
La recuperación financiera es un objetivo de todas las fuerzas políticas, ya que además de permitir reducir los gastos relacionados con el pago de intereses de la deuda, también refuerza la resistencia de Suiza ante nuevas crisis. Para algunos partidos – y para diversos economistas – la política del ahorro ha llegado al exceso: en el último decenio la Confederación consiguió incluso excedentes en años de desaceleración coyuntural. Y, pese a estas utilidades, el gobierno presenta cada año nuevos planes para reducir el gasto público. Según la izquierda, las fuentes financieras de la Confederación deberían ser empleadas principalmente para reforzar el Estado social y para sostener la economía y la creación de puestos laborales en tiempos de baja coyuntura. Para los partidos de centro y de derecha, la economía no requiere apoyos estatales, pero si de aligerar más la política de gravámenes fiscales.
A pesar del buen funcionamiento de las finanzas federales, la política financiera figura desde hace años entre los temas más combatidos en el Legislativo. Es el caso también este año. En el marco de la nueva reforma sobre la imposición tributaria a las empresas, la mayoría del centro y la derecha en el parlamento ha aprobado una serie de aligeramientos de orden fiscal a la iniciativa privada de miles de millones de francos. Esta reforma representa un ataque contra los fondos del Estado, considera la izquierda, que tiene la intención de lanzar un referéndum en contra de estas modificaciones. Entre tanto, el ministro de Finanzas, Ueli Maurer, ya ha anunciado tres planes de ahorro para los próximos años, que afectan, en particular, a los presupuestos de la previsión social, la formación y la ayuda exterior. Pero no serán tocadas las carteras de la defensa nacional, la agricultura y los transportes viales. Asuntos que también son objeto de una gran batalla entre los partidos.
Come gli altri paesi europei, anche la Svizzera è chiamata ad affrontare ben presto due fattori che rischiano di gravare pesantemente sulla spesa pubblica: l’invecchiamento della popolazione e l’esplosione dei costi della salute. Nei prossimi 30 anni saranno necessari 150 miliardi di franchi per finanziare le spese legate all’evoluzione demografica, avverte il nuovo rapporto del Dipartimento federale delle finanze sulle Prospettive a lungo termine delle finanze pubbliche. Senza misure di risparmio o di aumento del gettito fiscale, il debito pubblico salirà al 59% del PIL entro il 2045.
Le riforme dell’assicurazione malattia e della previdenza sociale sono però in cantiere da quasi una ventina d’anni e finora i partiti non sono riusciti a raggiungere un compromesso. Una soluzione dovrà però essere trovata ben presto, poiché l’evoluzione demografica si prospetta come una bomba ad orologeria che minaccia di far esplodere l’equilibrio delle finanze pubbliche.
¿Cómo evitar que la IA sea monopolizada por países y empresas poderosas?
La IA tiene el potencial de resolver muchos de los problemas del mundo en general. Sin embargo, los países más ricos y las empresas tecnológicas pueden intentar acaparar estos beneficios.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.
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Fuera de la Unión Europea (UE), Suiza forma parte de los raros países europeos que responden desde el inicio a los “criterios de convergencia” del Tratado de Maastricht, que colocó las bases de la unión económica y monetaria de la UE y la creación del euro. Los países candidatos a adherirse a la moneda única debían empeñarse, en particular, en contener la deuda pública por debajo del 60% del Producto Interno Bruto (PIB).
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Las finanzas públicas suizas pudieron, al contrario, gozar de una solidez económica inesperada, que permitió mantener un buen balance fiscal. La economía helvética, que registró una contracción solo en 2009, salió rápidamente de la crisis internacional: el consumo aumentó, las exportaciones no sufrieron frenos notorios, pese a la disminución de la demanda de los mercados de la UE, y la tasa de paro se mantuvo entre el 3 y el 4%.
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Pero también determinante para el buen estado de salud de los haberes públicos fue el “freno a la deuda”, un mecanismo introducido en 2003 por la Confederación (gobierno) para evitar desequilibrios estructurales de las finanzas federales e impedir un aumento de la deuda, como ocurrió en la década de los Noventas. Este mecanismo busca el reequilibrio de los ingresos y egresos en el arco de un ciclo coyuntural: en los años de desaceleración económica se producen déficits limitados, mientras que en los años de alta coyuntura deben conseguirse excedentes. Modelos análogos fueron introducidos también en muchos cantones suizos.
El freno al endeudamiento permitió reestablecer rápidamente el equilibro de las finanzas públicas: la deuda total (administración pública y seguridad social) pasó así del 50,7% en 2003 al 33,1% en 2015. En el último decenio, con una sola excepción en 2014, las cuentas de la Confederación registraron sistemáticamente utilidades de miles de millones de francos. Un resultado prácticamente único a escala europea.
La recuperación financiera es un objetivo de todas las fuerzas políticas, ya que además de permitir reducir los gastos relacionados con el pago de intereses de la deuda, también refuerza la resistencia de Suiza ante nuevas crisis. Para algunos partidos – y para diversos economistas – la política del ahorro ha llegado al exceso: en el último decenio la Confederación consiguió incluso excedentes en años de desaceleración coyuntural. Y, pese a estas utilidades, el gobierno presenta cada año nuevos planes para reducir el gasto público. Según la izquierda, las fuentes financieras de la Confederación deberían ser empleadas principalmente para reforzar el Estado social y para sostener la economía y la creación de puestos laborales en tiempos de baja coyuntura. Para los partidos de centro y de derecha, la economía no requiere apoyos estatales, pero si de aligerar más la política de gravámenes fiscales.
A pesar del buen funcionamiento de las finanzas federales, la política financiera figura desde hace años entre los temas más combatidos en el Legislativo. Es el caso también este año. En el marco de la nueva reforma sobre la imposición tributaria a las empresas, la mayoría del centro y la derecha en el parlamento ha aprobado una serie de aligeramientos de orden fiscal a la iniciativa privada de miles de millones de francos. Esta reforma representa un ataque contra los fondos del Estado, considera la izquierda, que tiene la intención de lanzar un referéndum en contra de estas modificaciones. Entre tanto, el ministro de Finanzas, Ueli Maurer, ya ha anunciado tres planes de ahorro para los próximos años, que afectan, en particular, a los presupuestos de la previsión social, la formación y la ayuda exterior. Pero no serán tocadas las carteras de la defensa nacional, la agricultura y los transportes viales. Asuntos que también son objeto de una gran batalla entre los partidos.
Come gli altri paesi europei, anche la Svizzera è chiamata ad affrontare ben presto due fattori che rischiano di gravare pesantemente sulla spesa pubblica: l’invecchiamento della popolazione e l’esplosione dei costi della salute. Nei prossimi 30 anni saranno necessari 150 miliardi di franchi per finanziare le spese legate all’evoluzione demografica, avverte il nuovo rapporto del Dipartimento federale delle finanze sulle Prospettive a lungo termine delle finanze pubbliche. Senza misure di risparmio o di aumento del gettito fiscale, il debito pubblico salirà al 59% del PIL entro il 2045.
Le riforme dell’assicurazione malattia e della previdenza sociale sono però in cantiere da quasi una ventina d’anni e finora i partiti non sono riusciti a raggiungere un compromesso. Una soluzione dovrà però essere trovata ben presto, poiché l’evoluzione demografica si prospetta come una bomba ad orologeria che minaccia di far esplodere l’equilibrio delle finanze pubbliche.
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