¿Cuánto debemos temer a la inflación?
Existe una gran esperanza de que el fortalecimiento de la economía global se observe con brío al terminar la pandemia. Sin embargo, esta prometedora noticia viene aparejada con una advertencia: más inflación. ¿Qué riesgo corre Suiza?
Las empresas de todas las latitudes y sectores, desde los fabricantes de automóviles hasta los productores de alimentos u ordenadores, han dado la voz de alarma porque los precios de las materias primas se están disparando.
La escasez mundial de chips de ordenador ha generado temores de que los productos electrónicos comiencen a encarecerse. Un problema que se ha agravado debido a la escasez de los buques portacontenedores que transportan las mercancías por todo el mundo.
El problema no se limita a las grandes empresas. Se teme que el aumento de los precios pronto se traslade a los consumidores cuando adquieran artículos de uso diario, como los muebles.
“Hay productos que son hasta un 50% más caros que hace dos meses”, afirma Peter Baumann, propietario de la pequeña empresa de carpintería Freba, en el noreste de Suiza. Baumann hace referencia a los precios de los distintos tipos de madera y a la gama de accesorios que utiliza como manijas y bisagras.
Inflación «temporal»
Otro problema que Baumann observa actualmente es un suministro de materiales errático y que algunos envíos llegan tarde e incompletos. Su empresa se ha visto obligada a advertir a los clientes que los costos y plazos de entrega pueden estar sujetos a cambios.
“El peor escenario sería tener carteras de pedidos a tope y no poder conseguir los materiales [para surtirlos]. Esto es lo que se conoce como riesgo empresarial”, dice. El empresario debe calcular ahora cuánto de este costo extra deberá trasladar a los consumidores, pero sin ponerse en desventaja frente a sus competidores.
Esta situación se observa a distintos niveles. El gigante alimentario Nestlé y la asociación suiza de la industria de la maquinaria Swissmem son algunos de los grandes grupos con proyección internacional que sufren este problema y se quejan del repunte de los precios de las materias primas.
Los economistas y los banqueros centrales comienzan a darse cuenta de los peligros inflacionarios que esto conlleva. Es probable que el aumento de los precios del petróleo «provoque un incremento temporal de la inflación mundial este año», advirtió el presidente del Banco Nacional Suizo (BNS), Thomas Jordan, el pasado 16 de junio.
“Si la demanda [de los consumidores] crece, esto podría generar nuevos cuellos de botella en la capacidad [de producción] y acicatear la inflación”, declaró la Secretaría de Estado de Economía (Seco) en su último pronóstico económico publicado a mediados de junio.
Pese a ello, tanto el BNS como la Seco siguen pronosticando una inflación moderada del 0,4% este año para Suiza, lo que en líneas generales coincide con las previsiones de otros expertos. Y el BNS ha decidido mantener los tipos de interés en un nivel mínimo del -0,75 por ciento. Una señal inequívoca de que no se espera una inflación elevada, ya que si los precios aumentan, los rendimientos financieros deben hacerlo también para evitar que los capitales se vayan a otros países.
¿Miedos «exagerados»?
Las señales que se envían son contradictorias. ¿Qué está sucediendo? Los economistas admiten que existe el riesgo potencial de una mayor inflación, pero aún lo consideran limitado. Jordan, por su parte, anticipa que los precios aumentarán durante los próximos meses, pero los pronósticos del BNS no lo reflejan ni prevén un repunte de precios significativo a medio plazo.
La explicación: una tendencia inflacionaria sostenida requiere un aumento constante de la actividad empresarial y del gasto de los consumidores. Y ante la elevada probabilidad de que surjan nuevas cepas de la COVID-19 se prevé que la incertidumbre siga presente durante algún tiempo más.
En este entorno, las empresas se mostrarán reacias a aumentar la producción. Puede ser que los consumidores aprovechen la reapertura de los comercios en algunos países, pero muchos siguen preocupados por su futura seguridad laboral.
«En mi opinión, los temores de inflación son un poco exagerados», dice a SWI swissinfo Jan-Egbert Sturm, director del Instituto Económico Suizo KOF.
Los precios de las materias primas (petróleo, gas, minerales, etc.) solo se están recuperando de la profunda recesión en la que cayeron con la pandemia, añade Sturm. Aunque los precios del petróleo se hayan triplicado durante los últimos meses, las materias primas se cotizan ahora aproximadamente al mismo precio que antes de la pandemia, explica.
Los productores de materias primas se han visto sorprendidos por la velocidad y la magnitud del aumento de la demanda, sobre todo en China y Estados Unidos. Pero se espera que dentro de poco la normalidad vuelva a las cadenas de producción y suministro, según el experto.
Gasto del banco central
Los economistas consideran que una inflación inferior al 2% es positiva para el crecimiento económico. Las inquietudes surgen cuando el precio de los bienes, combinado con aumentos salariales, producen un sobrecalentamiento de la economía que se tornará insostenible. Pero, por ahora, no existen señales de sobrecalentamiento en la economía suiza, sostiene Sturm.
Otro motor generador de inflación es la cantidad de dinero que el BNS y otros bancos centrales inyectan en las economías mientras mantienen los tipos de interés bajos. En el caso de Suiza, el balance del BNS se ha incrementado en casi un billón de francos, es decir, se ha duplicado en solo siete años.
La mayor parte se ha destinado a comprar bonos y acciones extranjeras para frenar la apreciación excesiva del franco suizo frente a otras monedas. Sin embargo, pese al esfuerzo por desacelerar la apreciación del franco, esta moneda refugio «sigue estando muy valorada», según Thomas Jordan.
En una entrevista concedida al periódico Neue Zürcher ZeitungEnlace externo en mayo, Jordan dijo que la fortaleza del franco debería ayudar a evitar la inflación en Suiza, ya que las importaciones son más baratas cuando el franco es fuerte.
Jordan también expresó que la carga de la deuda nacional de Suiza es mucho menor que en otros países, lo que significa que habría menos presión política sobre el BNS en caso de que tuviera que aumentar los tipos de interés para contener la inflación.
Un acto de malabarismo
Si la inflación se convierte en un problema, el BNS estaría entre la espada y la pared. El aumento de los tipos de interés y la restricción del suministro de divisas ayudarían a ralentizar la inflación, pero también aumentaría el riesgo de apreciación del franco.
“La tarea de los bancos centrales no es fácil en un nuevo mundo en el que ya no hablamos simplemente de tipos de interés, sino en el que también debemos administrar enormes cantidades de liquidez», dice Sturm. «Esto dificulta las cosas. La política monetaria debe manejarse con mucho cuidado y las decisiones no pueden instrumentarse tan rápidamente como en el pasado».
Sturm confía en que el BNS será capaz de realizar con éxito este acto de malabarismo en caso de que sea necesario.
En cuanto a los tipos de interés, “los participantes en el mercado no esperan que los bancos centrales comiencen a subir los tipos de interés hasta 2023″, según declaró Andrea Maechler, miembro del consejo del BNS, en la última sesión informativa sobre política monetaria del 16 de junio.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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