Pesticidas: su uso levanta ampollas
La utilización de pesticidas en las naciones emergentes genera debate. Para unos, pone en riesgo a la gente y también al medioambiente, amén de ser un camino que genera altas ganancias a unos cuantos. Para otros, en contrapartida, es la ruta obligada para el hambre y la desnutrición.
Cuando se trata de evaluar el riesgo real que supone el uso de pesticidas, la comunidad científica está dividida. Los debates en el seno de la Unión Europea (UE) sobe el glifosato ilustran bien lo anterior. Algunos especialistas aseguran que este herbicida es cancerígeno, mientras otros lo desmienten. La fusión de varios gigantes químicos, y la venta Syngenta -basada en Basilea- al titán chino ChemChina son hechos que también nutren este debate político.
Un solo mundo
Este artículo fue publicado por la revista Un seul monde, de la Dirección de Desarrollo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), publicación que se presenta solo cuatro veces al año. Siempre propone un análisis profundo sobre los temas actuales que son relevantes para el desarrollo fijando su posición sobre ellos. La suscripción a esta revista es gratuitaEnlace externo (pero solo está disponible en Suiza).
Para las organizaciones medioambientales y humanitarias, estas fusiones son “es una amenaza para la seguridad alimentaria mundial y para los valores democráticos de la agricultura”. Pese a ello, éstas gozan del apoyo de la Unión Europea (UE) que solo les impuso algunas condiciones para evitar una concentración excesiva y el debilitamiento de la competencia. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO en inglés) estima que el mercado mundial de los pesticidas supera los 500.000 millones de dólares anuales. Hecho que le convierte en un tema delicado tanto en lo económico como en lo político. Actualmente, se dibujan tres tipos de conflictos.
Para comenzar, los pesticidas implican riesgos para el ser humano y su medioambiente cuyo impacto y amplitud no ha terminado de determinarse. Pero, simultáneamente, reportan ventaja, como la mejora de la calidad y el volumen de las cosechas. El dilema pues se centra fundamentalmente en los países en desarrollo. De acuerdo con la Red de Acción contra los Pesticidas (PAN), las naciones emergentes concentran alrededor de 70% de los envenenamientos y 99% de los decesos provocados por estos productos. Y son también los países que padecen de más hambruna y malnutrición.
Falta de protección
Usar pesticidas es un asunto delicado. Los riesgos que provocan dependen en gran medida de la cantidad utilizada, de la toxicidad del producto y de la forma en la que cada agricultor lo utiliza. Esto es, influye la dosis, el momento en el que se hace uso del pesticida y la protección del campesino para contrarrestar sus efectos (mascarillas, guantes). El correcto almacenamiento de los productos químicos y la eliminación adecuada de los mismos en contenedores vacíos también juegan un papel importante. Y todos ellos son factores que suponen desafíos en los países en desarrollo, ya que el uso de plaguicidas exige conocerlos bien y estar capacitado para emplearlos correctamente.
«En el largo plazo, necesitaríamos reducir el uso de pesticidas y de fertilizantes químicos. Lo mejor, de hecho, sería renunciar totalmente a ellos. Pero sin estos productos las cosechas se reducirían entre 20 y 30%”. Simon Zbinden, Cosude
En opinión de Greenpeace éste es uno de las más grande debilidades. Muchos campesinos son analfabetas. Por lo tanto, no pueden leer las instrucciones y trabajan con estos productos sin proveerse la protección adecuada. Estudios muestran que solo 2% de los agricultores de África occidental portan trajes especiales protectores. Y PAN estima que unas 500.000 toneladas de pesticidas son mal almacenadas en el mundo. Syngenta es consciente de este problema.
Sensibilizar sobre la importancia de una correcta utilización de los productos es la principal misión que tienen más de 30.000 colaboradores que ayudan a los campesinos en todo el mundo, dice Regina Ammann, responsable de Asuntos Públicos de Syngenta, empresa que cumplió anticipadamente con el objetivo que se fijó de formar a 20 millones de agricultores en materia de seguridad del trabajo y en el uso de pesticidas antes del año 2020. Una contribución de la compañía a la Agenda 2030 (para el Desarrollo Sostenible)
Actualmente, alrededor de 7 millones de personas son formadas cada año en este ámbito. Regina Amman destaca, por otra parte, que los pesticidas son sometidos a largos procesos de homologación y son parte de los productos químicos más controlados. Pero, ¿sucede lo mismo en los países en desarrollo? Simon Zbinden, uno de los responsables del Programa Global de Seguridad Alimentaria de Cosude explica: “Desde un punto de vista formal, hay autoridades, homologaciones y normas por cumplir. Pero en los patios traseros. siempre existe un mercado negro y actividades que se escapan a los controles. Frecuentemente, la ley no se cumple”. Christine Badertscher, de la oenegé Swissaid, añade: “Observamos la utilización de pesticidas en estos países con un ojo crítico”. La agroecología, técnica, que renuncia al uso de pesticidas para sustituirlos por fertilizantes orgánicos, prometería mejores resultados en el largo plazo.
¿Cómo producir más?
¿Cuál es el impacto que tienen los pesticidas en la cantidad producida de los cereales, frutos y hortalizas? ¿Influyen en su calidad? De acuerdo con Swissaid, el impacto es de corta duración. Pero la agricultura orgánica siempre es mucho mejor porque, en el largo plazo, permite acrecentar la fertilidad del suelo y las defensas naturales de las plantas ante las plagas (lo que no sucede con los pesticidas químicos tradicionales). Y los ingresos de los agricultores son más altos cuando utilizan menos pesticidas y fertilizantes. No obstante, Simon Zbinden, de Cosude, admite: «Claramente, tendremos que reducir el uso de pesticidas y fertilizantes químicos en el largo plazo. Lo ideal sería, de hecho, abandonarlos por completo. Pero sin ellos, las cosechas se reducirían entre 20 y 30% en promedio».
Convenio de Rotterdam
La homologación de plaguicidas está regulada a nivel internacional. El Convenio de Rotterdam de las Naciones Unidas, en vigor desde el 2004, proporciona información sobre algunos productos químicos y fitosanitarios peligrosos. Posee un apéndice que los enumera y su comercialización está estrictamente regulada.
Esto significa que los 159 países signatarios deben decidir si aceptan importar estos químicos y bajo qué condiciones lo hacen. Las prohibiciones y restricciones deben ser siempre reportadas a las contrapartes con las que se comercia. Y los estados exportadores deben asegurarse de que sus empresas cumplan con estas normas en los productos que venden al extranjero.
Según Syngenta, ninguno de sus productos, incluido el controvertido paraquat, se encuentran actualmente en la lista prohibida. Sin embargo, países como Guatemala o India han bloqueado su uso cuando se conoció que habían provocado la muerte de varios utilizadores. Un problema que es recurrente en los países en desarrollo.
El Instituto de Investigación de la Agricultura Biológica de Frick (Argovia) coincide con este análisis. Simon Zbinden añade: “si registramos cosechas más escasas en el mundo y mantenemos los actuales niveles de desperdicio de alimentos y consumo de carne, el resultado será forzosamente una escasez alimentaria y un repunte en los precios de los alimentos”. Una espiral negativa que perduraría. En efecto, cuando las cosechas y la productividad por metro cuadrado disminuyen, las superficies cultivadas tienden a extenderse en detrimento de los bosques, lo que no es deseable en términos ecológicos.
Regina Ammann abunda en este punto: “En 1950, un terreno de una hectárea debía alimentar a dos personas. Antes del 2030, esa misma hectárea deberá alimentar a cinco. Si queremos alimentar al planeta sin utilizar más tierras, más agua y otros recursos, tendremos que utilizar más tecnología y conocimiento, sin importar las formas de cultivo elegidas, ya que en todos los sitios se utilizan productos para proteger las cosechas”. Syngenta asegura que la tecnología agrícola comprende la protección fitosanitaria, pero también la creación de semillas más resistentes y menos consumidoras de agua.
“Actualmente, unas 180.000 personas abandonan sus tierras cada día para mudarse a las ciudades, lo que se debe a que el trabajo agrícola, sin el uso de tecnologías, es difícil y genera ingresos precarios”, afirma Regina Ammann, “para los pequeños agricultores de los países en desarrollo, una mala cosecha representa una decepción, pero sobre todo, una amenaza para su futura subsistencia”.
Prohibido aquí, vendido allá
El herbicida paraquat, de Syngenta, es un producto comercializados en muchos países en vías de desarrollo. Su utilización, sin embargo, está prohibida en Europa. La organización Ojo Público acusa al grupo agroquímico de deshonestidad, ya que comercializa en los países del Sur sustancias que no permite el Viejo Continente. Con ello, estaría aumentando su rentabilidad en detrimento de los pequeños agricultores de otros países y del medioambiente.
El gigante de Basilea rechaza estas críticas argumentando que es común que un producto fitosanitario sea permita en un país, pero no en otro, debido a las condiciones agronómicas o climáticas de cada nación. El paraquat, por ejemplo, sí está autorizado en Estados Unidos, Australia Japón y otros países que tienen reglamentaciones estrictas en materia de químicos, así como en muchos otros estados (ver recuadro del Convenio de Roterdam).
Lo único cierto es: los debates estás lejos de terminar en lo relativo al uso de pesticidas en el mundo en desarrollo.
Los pesticidas también provocan debate en Suiza
El tema de los plaguicidas será uno de los ejes de la agenda política suiza en los próximos años. El 25 de mayo, una iniciativa popular que busca prohibir el uso de pesticidas sintéticos en Suiza y la importación de alimentos que los contengan fue de depositada ante en la Cancillería Federal.
Y otra iniciativa ya había sido presentada el 18 de enero por la asociación «Agua limpia para todos» solicitando que solo los agricultores que producen sin utilizar productos fitosanitarios o antibióticos continúen recibiendo subsidios estatales futuros. Es altamente factible que ambas iniciativas populares convoquen a los suizos a las urnas antes de dos años.
(Traducción del francés: Andrea Ornelas)
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