La era de Schmidheiny llega a su fin
Thomas Schmidheiny, uno de los principales accionistas del grupo Lafarge-Holcim, ha decidido dejar el consejo de administración del principal gigante internacional del cemento. Con su jubilación, a los 72 años, pone fin a una de las dinastías industriales más importantes del siglo XX.
La dinastía fue fundada por Jacob Schmidheiny, bisabuelo de Thomas. En 1867, un joven emprendedor suizo de apellido Schmidheiny adquirió una pequeña fábrica de ladrillos en la Suiza oriental. El negocio creció y le prodigó una larga carrera empresarial.
Ernst y Jacob II conformaron la segunda generación de la familia que tomó las riendas del corporativo y lo transformaron en función de las necesidades del mercado. Ernst, por ejemplo, invirtió en la producción de cemento, decisión que permitió posteriormente fundar Holcim. La tercera generación encabezada por Max y Ernst II se encargó de acrecentar la producción de cemento y dejó su legado a los dos hijos de Max: Thomas y Stephan.
Cemento, para Thomas; Eternit, para Stephan
Los dos hermanos trabajaron juntos en la empresa familiar durante los años 70. Ambos cosecharon éxitos como emprendedores, pero también muchas críticas.
Thomas, el mayor e ingeniero en maquinaria especializada en cemento, asumió la cabeza de la empresa. Mientras Stephan, dos años menor y licenciado en derecho, se hizo cargo de la sociedad Eternit. En aquella época era imposible imaginar que Stephan se vería envuelto más tarde en el célebre escándalo del amianto por los negocios que realizó con esta “fibra milagrosa”.
Hace algunos años fue acusado de provocar una de las principales catástrofes sanitarias del siglo XX, al consentir -por omisión, aun cuando estaba al tanto de los riesgos- el registro de miles de muertes en el mundo por contaminación de amianto. La mayor parte de ellas tuvieron lugar en las fábricas de Eternit y en pueblos aledaños a las mismas.
Muchos años antes de probarse científicamente el efecto cancerígeno del amianto, Stephan Schmidheiny promovió el desarrollo de materiales de construcción sin este material, pero manteniendo el asbesto como el eje de sus negocios.
Del escándalo a la filantropía
En 1988, Stephan Schmidheiny comenzó a separarse de las responsabilidades que tenía en el grupo Eternit. Y tomó la decisión de crear una serie de fundaciones en favor de las víctimas del amianto, al tiempo que se comprometía con el desarrollo de una economía más sostenible. Fue él quien acuñó el concepto de “ecoeficiencia” en el mundo y se integró como consejero principal de economía e industria en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, palestra desde la cual abordó profusamente temas de sostenibilidad ecológica y social. Estas tareas le permitieron limpiar su imagen y transformarla en la de un filántropo.
Sin embargo, en 2013, el empresario fue condenado a 18 años de prisión en Italia por las muertes que causó la fábrica de Eternit en Génova. Condena que no cumplió, porque la corte de casación italiana consideró, en 2014, que los delitos de los que estaba acusado el empresario ya habían prescrito, lo cual indignó a mucha gente.
Thomas, también ante la justicia
Los problemas generados por la cementara Holcim, que Thomas heredó y a la que se dedicó durante 50 años, son menos complejos en el plano moral que los de su hermano, pero no inexistente. Thomas, director de Holcim entre 1978 y 2011 y también presidente del consejo de administración del grupo entre 1989 y 2003, ha sido víctima del escrutinio público.
Ha sido criticado por la política salarial manejada por el grupo en Sudáfrica durante años. Y la imagen de este empresario millonario se vio afectada cuando se conoció que había hecho uso de información privilegiada para realizar negocios. Asimismo, Thomas Schmidheiny fue blanco de investigaciones por parte de las autoridades españolas anticorrupción, pero tras cooperar voluntariamente con la justicia, logró salir bien librado de este contratiempo con el pago de una multa de solo 1,5 millones de euros.
Otro de los temas que sacudieron su trayectoria profesional, colocándolo en las primeras planas de los diarios, fue la presunta responsabilidad que tuvo en la quiebra de la compañía aérea suiza Swissair, ya que era miembro de su consejo de administración.
Megafusión
Bajo el timón de Thomas Schmidheiny, la empresa Holcim se expande actualmente en prometedores mercados como Europa Occidental, China, India y el sureste asiático. Y junto con otros emprendedores suizos, controla también la firma Lonrho, que trabaja activamente en África. Asimismo, es propietario del Gran Hotel de Bad Ragaz (en San Gall), de múltiples viñedos y de una colección de arte que incluye, preponderantemente, obras del pintor Ferdinand Hodler.
En 2015, Thomas encabezó el proceso de fusión con el gigante francés Lafarge. La integración Lafarge-Holcim permitió la creación de la empresa cementera más grande del mundo.
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