El documental 'Trading Paradise' contó con la financiación del Migros porcentaje cultural y la coproduccion del ente público suizo SRG/SSR.
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Varios gigantes de las materias primas, como Glencore y Vale, tienen sede en Suiza. ¿Cómo trabajan en el terreno y qué consecuencias tienen sus actividades para las poblaciones locales? El nuevo documental del respetado director suizo Daniel Schweizer muestra una visión entre bastidores de esta industria.
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Soy periodista especializado en clima y ciencia/tecnología. Me interesan los efectos del cambio climático en la vida cotidiana y las soluciones científicas.
Nací en Londres y tengo la doble nacionalidad suiza y británica. Tras estudiar Lenguas Modernas y Traducción, me formé como periodista y me incorporé a swissinfo.ch en 2006. Mis idiomas de trabajo son el inglés, el alemán, el francés y el español.
«Hoy, varias de las mayores empresas de la extracción y el comercio [de materias primas] tienen sede en Ginebra, Zug y Lausana. Suiza apenas les da seguimiento, pero tiene una gran responsabilidad por aceptarlas en su territorio”, afirmaba Daniel SchweizerEnlace externo el pasado 16 de abril, en el estreno del documental ‘Trading Paradise’ en el festival Visions du RéelEnlace externo, en Nyon.
Autor de trabajos dedicados a los ‘cabezas rapadas’, los neonazis, el daño medioambiental o el oro, Daniel SchweizerEnlace externo eligió de nuevo un tema sensible para Suiza: el comercio de las materias primas.
El cineasta quiso conocer in situ las actividades de las mineras de GlencoreEnlace externo en Perú (Antacappay) y en Zambia (Mopani) y siguió de cerca los trabajos de ValeEnlace externo en Brasil (Carajás). En los dos primeros casos, logró una singular visión sobre lo que sucede dentro de las minas. En Brasil, en cambio, se encontró un gran hermetismo.
Nuestros ojos se despegan del níveo lago de Ginebra para trasladarse a la aridez y a las sinuosas montañas pardas del sur peruano, donde estruendosos camiones salen de la mina a cielo abierto de Glencore en Antacappay.
El documental muestra imágenes de los guardias de seguridad oficiosos y de los habitantes locales que denuncian la contaminación de sus ríos y de las tierras bañadas por las aguas residuales de las minas.
Más adelante desfilan ante la mirada del espectador manifestaciones violentas contra la explotación de la mina de la provincia de Espinar que retransmitió la televisión peruana y fragmentos de un programa de 2013, donde se ven animales muertos que ingirieron alimentos, o bebieron agua, contaminados por los metales pesados procedentes de las minas, según las versiones de campesinos del lugar. Denuncias cuya validez desestimó un estudio ordenado por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria de Perú.
«Como seres humanos tenemos derecho a vivir de forma saludable. Pero esta mina nos trata como animales”, dice Melchora Surco Rimach. La anciana agricultora asegura haber sido amenazada de muerte por hablar sobre la contaminación de la que es víctima su comunidad.
Peruvian farmer Melchora Surco Rimach
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El documental se desplaza después a Zambia para seguir el trabajo de un investigador suizo de la oenegé Declaración de BernaEnlace externo que recopiló información sobre Mopani, una de las minas de cobre más grandes de África que desde 2000 es propiedad de Glencore.
La población local denuncia que el aire está contaminado y se queja especialmente de un viento envenenado por ácido sulfúrico conocido como ‘Senta’. La gente afirma que aniquila las cosechas y daña la salud. Un problema con el que han lidiado desde los años 30, cuando la mina no pertenecía aún a la multinacional suiza.
«La gente respira estas emisiones sulfurosas como si fueran oxígeno, pero es aire tóxico. Cuando el ‘Senta’ sopla por las noches, la gente se asfixia y muere durante el sueño… Y ellos [los directivos de Glencore] no quieren prestar atención a nuestra situación», denuncia Maggret Chsanga Waya, quien vive en Kankoyo, en una pequeña cabaña frente a la enorme mina cuprífera.
Los ejecutivos de Glencore rechazan toda responsabilidad. Más aún, aseguran que han invertido 130 millones de dólares en un sistema capaz de capturar el 97% de las emisiones de dióxido de azufre que emite la planta. Desde su sede en Baar, cantón de Zug, el director general de la empresa, Ivan Glasenberg defiende el historial social y ambiental de su grupo.
«Respetamos absolutamente los derechos humanos en los países en los que estamos presentes. Contamos además con principios propios en esta materia y nos ocupamos no solo de nuestros trabajadores, sino de las familias y de la población que viven cerca las zonas mineras. En materia medioambiental, no solo respetamos las normas del país, sino que nos ceñimos a los estándares internacionales», sostiene Glasenberg.
Los indígenas brasileños
Durante la segunda mitad de la película, Schweizer viaja a la mina de Carajás, en el norte de Brasil. Es la principal mina de hierro del mundo y pertenece a la multinacional Vale. Obtener información aquí fue difícil. Vale, cuya sede administrativa se encuentra en St. Prex, en el cantón de Vaud, rehusó hablar con el cineasta o permitir cualquier tipo de acceso a su mina brasileña.
The Carajàs mine in northern Brazil is the largest iron ore mine in the world
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El realizador se reunió, por tanto, con dos indios Xikrin descontentos con la expansión de la mina y las amenazas que supone para sus vidas. Denuncian que Vale ha expulsado a sus antepasados de sus propias tierras. Y mientras los indígenas dan su testimonio para el documental, ataviados con sus trajes y maquillaje tradicionales, en el fondo se escucha el ruido de la maquinaria pesada de la mina. Su golpeteo sordo e intenso atraviesa el espeso bosque que separa a los entrevistados de la mina.
De Brasil regresamos a Suiza, que las multinacionales consideran un lugar ideal para establecerse por el fácil acceso a los bancos comerciales, los privilegios fiscales y las exigencias regulatorias mínimas que ofrece el país.
En Lausana, la cámara inmortaliza a los negociantes de materias primas bebiendo champaña durante la Cumbre Global de las Materias Primas del ‘Financial Times’Enlace externo celebrada en 2014. El encuentro tuvo lugar en el Beau Rivage, hotel de cinco estrellas de Lausana. Afuera, la policía detiene a un grupo de manifestantes que critican el comercio global de materias primas y utiliza gas pimienta contra algunos de ellos.
Contenido externo
En marzo de 2013, el Gobierno suizo publicó un polémico informeEnlace externo sobre el mercado de las materias primas en el que reconoció la relevancia del sector, pero también los riesgos que entraña. Pero no se redactó ninguna ley específica para este sector, dejando que prime la autorregulación voluntaria y no vinculante.
En su documental, Schweizer sigue a una delegación de ocho parlamentarios suizos que visitan Espinar, en Perú, en 2014. Su recorrido se parece mucho más a un viaje turístico que a una misión oficial. Uno de ellos critica a Glencore, pero el resto alaba los logros de la industria minera y simplemente exhorta a la firma a ser más transparente.
Stéphane Graber, secretario general de la Asociación Comercial y Marítima de GinebraEnlace externo (STSA en inglés), sostiene que se están atendiendo los riesgos. «El sector se ha desarrollado intensamente. Pero también lo han hecho la responsabilidad social, la gestión de riesgos y los protocolos de debida diligencia».
Los activistas, no obstante, consideran que los esfuerzos no son suficientes. Se requieren más firmas y presión de la sociedad civil para que las empresas cumplan realmente con los compromisos de responsabilidad civil que prometen en sus informes y publican en sus páginas web. Cambios que podrían estar cerca.
Una denominada iniciativa ‘por multinacionales responsables’Enlace externo, que atañe directamente a las empresas de materias primas que tienen sede en Suiza, ha logrado reunir 140 000 firmas que se entregarán previsiblemente en octubre a la Cancillería Federal. El número de firmas es suficiente para exigir una votación nacional sobre el tema, pero seguramente no antes de 2018.
Schweizer asegura que ‘Trading Paradise’, que se distribuirá en Suiza este otoño, es su contribución personal «al gran debate político [sobre el comercio de materias primas] que se avecina”.
Comercio de materias primas
En pocos años, Suiza se ha convertido en un gran centro internacional para el comercio de las materias primas. El pequeño país alpino es sede hoy de unas 500 empresas de sector, entre ellas, de gigantes como Glencore, Vale, Cargill, Vitol y Trafigura.
Tienen sede en Ginebra, Zug y Lausana. Emplean a cerca de 10 000 personas y aportan casi el 4% al PIB helvético.
Aproximadamente una cuarta parte del negocio mundial de las materias primas tiene lugar desde Suiza. Esta proporción es sustancialmente superior en el caso del crudo (35%), los metales (60%), los granos (35%) y el café (50%).
Reacciones a ‘Trading Paradise’
Glencore: «Como parte del compromiso de nuestros accionistas, aprovechamos la oportunidad de participar en la realización de la película. Y esperamos seguir trabajando con los productores en la corrección de ciertas imprecisiones antes de la presentación oficial del documental este otoño».
Vale: «Será un placer para Vale compartir su opinión sobre el documental, con motivo de su distribución oficial en otoño, ya que ningún miembro de Vale lo ha visto en este momento».
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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La particular estrategia de Glencore de crecer a través de adquisiciones mantiene al sector minero en vilo sobre cuál será su próxima gran jugada.
Este año, Ivan Glasenberg, consejero delegado de Glencore, demostró en un plazo de 48 horas por qué el grupo con sede en Suiza ocupa un lugar tan singular entre las principales mineras del mundo.
Materializando adquisiciones que eran un tabú para el grueso de los grandes grupos mineros que están dejando atrás una década de gasto compulsivo, únicamente un exuberante negociante como él era capaz de desembolsar 5.850 millones de dólares por una mina de cobre en Perú y, solo un días después, comprar la petrolera africana Caracal 1.350 millones de dólares.
Esta actividad frenética dejó claro que, después de la compra de Xtrata el año pasado por un total de 80.000 millones de dólares, Glasenberg tiene la mirada puesta en toda buena oportunidad que se presente y que una de sus prioridades es la expansión a través de las adquisiciones en un momento en el que sus pares, como BHP Billiton, cuyo crecimiento está retrocediendo tras muchos años de expansión y que están racionalizando sus empresas.
“El mercado cree que el equipo directivo de Glencore es un sólido asignador de capital”, afirma Dominic O’Kane, analista de JPMorgan.
En 2011, antes de que Glencore saliera a bolsa, el principal juego de apuestas del sector minero era: “¿Cuál será la próxima compra de Ivan?”. Y posiblemente, hoy se juegue con todavía más interés. Glencore integró ya la mayor parte de Xstrata y de Viterra, un negociante de grano canadiense que compró en 2012 por 6.100 millones de dólares, y puede aprovechar las oportunidades que se le presentan cuando sus rivales siguen una dieta de austeridad.
Las acciones del grupo -la divisa para grandes adquisiciones- han empezado a superar las de sus competidores mineros, ya que Glencore se ha beneficiado de la diversificación de sus ganancias y no está expuesto al riesgo en el negocio del hierro, la materia prima que peor resultado ha tenido este año.
“Opcionalidad”
Hoy, en la sede helvética de Glencore, la palabra de moda es la “opcionalidad”: Aunque el grupo niega haberse fijado como meta la expansión en algún sector específico de las materias primas, ha dejado claro que toda mina, yacimiento petrolífero o producción agrícola es susceptible de incorporarse a su formidable maquinaria comercial y logística.
Glasenberg también ha enfatizado que pagará en efectivo a los accionistas, entre los que figura él con un 8% de los títulos del grupo, si no surgen oportunidades de crecimiento que aseguren una elevada tasa de retorno. De hecho, Glencore comenzó ya a reembolsar capital a los accionistas a través de un programa de recompra de acciones por 1.000 millones de dólares que puso en marcha el mes pasado, pero la firma sigue vislumbrando “múltiples oportunidades de crecimiento, orgánico y de otros tipos, en las que se enfocará cuando sea conveniente”.
Entre las minas que podrían interesar a Glencore una de las más mencionadas es Anglo American. Una reputada empresa que quedó a la zaga de los avances de sus rivales durante el auge de las materias primas, pero que logró escabullirse de la oferta pública de adquisición que presentó Xstrata por ella en 2009. Su director ejecutivo, Mark Cutifani, lucha actualmente por revivir sus tiempos de gloria.
No obstante, los principales negocios de Anglo American son los diamantes y el platino, y Glencore no comercia con ninguno de ellos. Más aún, el grupo quiere vender una minoría accionaria que tiene en Lonmin, una productora de platino que heredó de Xstrata. Y otros activos de Anglo, como el carbón, podrían representar para Glencore problemas de antimonopolio en Sudáfrica. En resumen, “menos de un tercio” de los negocios de Anglo American –esencialmente, el hierro y el cobre– interesan a Glencore, según un asesor.
‘Pensar en grande’
Algunos banqueros aseguran, sin embargo que Glencore puede pensar realmente en grande. Rio Tinto, compañía cuya capitalización de mercado supera la del grupo suizo, obtiene prácticamente la totalidad de sus ganancias del hierro, y las operaciones que realiza en este sector son consideradas como su principal fortaleza. Glencore, por su parte, comercia hierro, pero no extrae esta materia metalúrgica. Por ello, al no existir una duplicidad evidente en las actividades de ambas compañías, bien podría crearse un ‘Glen Tinto’, que sería un poderoso contrapeso a BHP, grupo que actualmente está abandonando sus activos no estratégicos.
“Si Glencore fuera a por Rio y lo obtuviera, estaría optando por invertir en su diversificación minera”, afirma Paul Gait, analista de Bernstein Research y añade que una operación de este tipo “fusionaría el principal conjunto de activos mineros del mundo con el negociante de materias primas más sofisticado del globo… es difícil imaginar, pues, que no aumentaría el valor (de una nueva entidad) con una combinación de este tipo”.
Los accionistas de Rio Tinto tendrían acceso a un sólido crecimiento en el mercado de las materia primas, y la gestión de una nueva entidad con el nivel de apalancamiento que hoy tiene Glencore permitiría liberar de los balances alrededor de 49.000 millones de dólares en efectivo, que podrían repartirse entre los accionistas.
Aunque la idea de una fusión con Rio Tinto suene atractiva, nada puede darse por hecho, señalan los banqueros. “Persuadir a los accionistas de Rio de llegar un acuerdo con Glencore ya sería una labor importante”, refiere un financiero, según el cual solo si el mercado del hierro se convirtiera en una verdadera pesadilla para Rio Tinto, este grupo accedería a una integración de este tipo.
Sam Walsh, consejero delegado de Rio Tinto, asegura que la idea de un posible acuerdo “es realmente una pregunta para Ivan”, no para él. “Yo he expresado que no estamos buscando ninguna clase de fusión o adquisición. Rio no tiene a nadie en la mira”.
Otro potencial objetivo para Glencore podría ser la llamada ‘spinco’ de BHP , nueva empresa que se desprendió del grupo australiano original y que cuenta con activos en los sectores del aluminio, níquel, plata y carbón. El año próximo, cuando la escisión quede concluida, el valor de mercado del grupo oscilará entre los 10.000 y 15.000 millones de dólares, lo que podría resultar interesante para Glencore, según algunos analistas. Pero la firma suiza también podría buscar su próximo negocio fuera del sector minero, y posiblemente mediante adquisiciones complementarias o absorciones. Actualmente, algunos analistas estiman que Caracal será el último negocio de Glencore en el ámbito petrolero, pero destacan que la actividad agrícola de la firma aún está incompleta.
“El tipo de acuerdos que hará (Glencore) en el futuro serán adquisiciones complementarias de empresas con un valor de entre 1.000 y 5.000 millones de dólares”, afirma O’Kane, de JPMorgan.
Varias personas cercanas al grupo destacan que Glencore aún tiene trabajo pendiente con respecto a la integración de Xstrata y que sus programas de exploración petrolera en Chad y en Guinea Ecuatorial mantendrán ocupados a sus ejecutivos durante algún tiempo más.
No obstante, para satisfacer cualquier necesidad de negocios inmediatos, consideran que Glencore dispone de opciones de bajo costo dentro de la minería, como los llamados proyectos de expansión ‘brownfield’, que aprovechan instalaciones existentes para mejorarlas-. En agosto pasado, Glasenberg hizo referencia a oportunidades de este tipo que van desde el cobre en el Congo hasta el carbón termal en Australia.
Pero Glasenberg ha hecho hincapié en que no crecerá sin planeación. Glencore ha declarado que invertir en activos industriales permite ofrecer rendimientos sobre fondos propios superiores al 20%. Por ello, añade que no conservará efectivo en la compañía solo porque sí, sino que analizará con mucho cuidado si ir por nuevas fusiones o adquisiciones en proyectos de mayor envergadura.
Y mientras Glasenberg sopesa todas las opciones a su alcance, está claro que goza de toda la libertad de acción, de la que carecen sus competidores. Como dijo un banquero: “Glencore es la única minera que no ha perdido el derecho a crecer”.
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Poco supervisado y fuera de la mirada de la opinión pública, el mercado suizo de las materias primas ha crecido de forma espectacular durante la última década. Hoy, representa el 3,5% del PIB y supera a los sectores de la maquinaria y el turismo. Los críticos de los llamados commodities sostienen que la elevada concentración…
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