El 2010 dicta nuevas reglas al sistema financiero
Las potencias desarrolladas y emergentes del G-20 definieron nuevos principios para la banca internacional: más capital, mejor supervisión y organismos financieros renovados son la prioridad.
Suiza, que no es parte de este grupo, realizó los deberes en casa. Sus nuevas reglas para prevenir quiebras en los gigantes bancarios son dos veces más estrictas que las europeas. UBS y Credit Suisse se dicen en condiciones de cumplirlas.
El año que concluye observó una economía internacional que crece a dos velocidades. Mientras el PIB de las economías industrializadas habrá avanzado en promedio 2,7%; el de los países emergentes repuntará 7,1%, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Dentro de este último grupo, Asia habrá sido el gran timón del desarrollo con un crecimiento de 9,4%, seguido por un 5,7% de Latinoamérica, y el 5% de África.
En el extremo opuesto, Europa crece a paso lento, Suiza incluida.
Europa se tambalea
El Viejo Continente inició el 2010 con el pie izquierdo, y marzo confirmó los temores de la región. Grecia estaba en riesgo de impago, una condición que debilitó al euro y genero un efecto de contagio sobre Portugal, Irlanda, Italia y España.
Suiza vivió su porción de incertidumbre a través del mercado cambiario; fue en la primavera de este año cuando se registraron las primeras embestidas intensas sobre el franco suizo, lo que detonó la intervención del banco central helvético vía compra de dólares y euros para frenar la apreciación de la moneda helvética.
Tras la oleada de incertidumbre que copó a los mercados, mayo devolvió el aliento a la zona euro. La Unión Europea (UE) y el FMI pactaron un rescate histórico por 850.000 millones de francos suizos que evitaría la quiebra de Grecia.
Del total, 300.000 millones de francos suizos serían aportados directamente por el FMI, y Suiza sería uno de los donadores. Como miembro de dicho organismo, la factura helvética en el rescate europeo ascendió a 6.000 millones de francos.
La zona euro salvó el escollo, pero aún enfrentaría el reto del desmoronamiento de Irlanda durante el último trimestre del año, país que recibió un paquete de salvamento por parte del FMI equivalente a 100.000 millones de francos suizos. La estabilidad, no obstante, no está aún garantizada.
Las reglas del G-20
El 2010 fue también, para el sector financiero internacional, un año de nuevas reglas. Una metamorfosis que fue operada por el G-20 y gestionada vía dos cumbres internacionales.
Desde Londres, en abril, EEUU, Japón, Francia y Alemania, sobre todo, presionaron para estrechar la supervisión financiera aplicable a grandes bancos.
Concretamente, se acordó reforzar el sistema financiero a través del establecimiento del Financial Stability Board (Consejo de Estabilidad Financiera), sucesor del Foro de Estabilidad Financiera, entidad que opera desde Basilea, y que será el nuevo encargado de “identificar riesgos macroeconómicos y financieros, y de anunciar las medidas necesarias en cada momento para hacerles frente”.
Y los países del G-20 se comprometieron a trabajar en una nueva regulación para los fondos de alto riesgo conocidos como hedge funds, que podrían derivar una crisis parecida a la de los subprime si no son acotados.
Se decidió aplicar también mano dura contra los paraísos fiscales y las agencias de calificación, estas últimas, hasta ahora rentables negocios a cargo de firmas como Moody´s o Fitch, cuya precisión a la hora de evaluar riesgos había sido cuestionada endeblemente, pero jamás había sido sometida a tela de juicio en la escena internacional.
En noviembre, desde Seúl, la segunda cumbre del G-20 permitió afinar detalles y se concentró en desactivar la “guerra de divisas” que estaba en curso, un tema fundamental para Suiza.
Los bancos centrales de países como China, Estados Unidos, Gran Bretaña o la propia Suiza, habían manipulado durante los meses previos el tipo de cambio para evitar la apreciación de sus monedas, porque esto les arrebataría competitividad en materia de comercio exterior en un momento en donde la recuperación económica aún es frágil, y el consumo moderado. En este foro se comprometieron a concertar esfuerzos, so riesgo de frenar la endeble recuperación económica internacional.
Las reglas suizas
Suiza también transformó las reglas del sistema financiero en 2010.
La Confederación Helvética sabe bien que aun cuando no forma parte del G-20 –a pesar de haber cabildeado intensamente en 2009 para su inclusión como país invitado-, toda decisión de este grupo es trascendente para su plaza financiera, la tercera en importancia en el mundo después de Londres y NY.
El gobierno suizo se planteó desde noviembre del 2009 la necesidad de fijar reglas para evitar la quiebra de grandes empresas, compañías cuya bancarrota pone en riesgo a la economía como conjunto (too big to fail).
Y fue en octubre de este año cuando el grupo de expertos económicos asignado a este proyecto presentó sus conclusiones vía un documento llamado “Limitar los riesgos de quiebra para grandes empresas” (ver LOS BANCOS, EPICENTRO DEL RIESGO).
A juicio de los expertos, sólo dos empresas suizas son capaces de poner en riesgo a la economía suiza si quiebran: UBS y Credit Suisse.
Por ello, exigieron que cumplan requisitos de capitalización más estrictOs que el resto de los corporativos. Y que organicen de tal forma sus funciones para asegurar que no haya deterioro en la operación de la economía en caso de insolvencia, anunció el Departamento Federal de Finanzas (DFF).
Listos, pero habrá menos dividendos
Así, para el 2013, se espera que UBS y Credit Suisse operen bajo nuevas criterios.
Esencialmente se buscará que ambos bancos creen un “colchón financiero”, o fondos propios, equivalentes a 19% de los activos en riesgo de sendos bancos.
El doble de lo que preconizan las reglas de Basilea III, que son los nuevos criterios de capitalización y reservas que estarán vigentes a nivel internacional.
Credit Suisse se ha dicho confiado al respecto. Según su propia visión, desde 2008 –tras la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers- comenzó a prepararse para reglas más estrictas (en materia de capital y reservas).
“Durante los últimos dos años, redujimos 30% nuestros activos de alto riesgo y estamos listos para hacer frente a reglas más estrictas en materia de fondos de aquí al 2018”, dijo el CS en noviembre.
UBS es menos contundente. Reconoce que trabaja en cumplir con los nuevos requisitos de la autoridad, y acepta que esto tendrá un impacto sobre las utilidades que cobran sus accionistas, pero prefiere no adentrarse a los detalles de la estrategia que seguirá.
Sobre la marcha, las nuevas reglas del sistema financiero helvético dibujadas este año serán sometidas en 2011 al aval del Parlamento. Durante la primavera, a nivel de comisiones técnicas, y para el verano, serán debatidas en el pleno.
Se espera que pasen sin contratiempos debido a que es una prioridad para Suiza mantener blindado su sistema financiero.
La Europa vecina, por su parte, sigue frágil. Y nuevos apoyos financieros desde Berna para la zona euro (vía el FMI), se perfilan como uno de los primeros temas en la agenda del año por iniciar.
El G20 está integrado por la Unión Europea (UE), EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudita, Sudáfrica,
Turquía y Rusia.
Y asisten como invitados países como España, Holanda o la República Checa.
El G20 se constituyó en 1999 con objeto de debatir temas ligados a las potencias industrializadas y emergentes con miras a mantener la estabilidad económica internacional.
Los países del G-20 representan 85% del PIB mundial. Y a dos tercios de la población del globo.
Durante la crisis vivida entre 2008 y 2009, no fueron las economías más fuertes las que mejor libraron los escollos, sino aquellas cuyas balanzas internas se hallaban menos endeudadas.
No es fortuito pues que países como Tailandia, Brasil o México se hayan visto menos golpeados. La razón: sus economías habían sufrido descalabros importantes en los años 90, lo que desencadenó políticas de desendeudamiento que les protegieron parcialmente durante la última crisis.
Exactamente el fenómeno contrario al que vivió EEUU y Europa.
En Suiza y tras la crisis de los subprime, el Consejo Federal, en su calidad de poder ejecutivo, materializó una reforma a la Ley de Bancos que fortaleció la protección estatal para los pequeños ahorradores.
Suiza decidió aumentar de 30.000 a 100.000 francos el monto máximo de cuentas aseguradas por el gobierno en caso de bancarrota de un banco, una medida que entró en vigor de forma temporal a finales de 2008 y que fue ampliada en 2010 para que se mantenga vigente a partir del 2011.
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