El aumento del coste de la vida hace saltar las alarmas
“Si esa persona es de Suiza, seguro que es rica”. Desde fuera parece que los salarios suizos dan como para pagar (todas) las facturas y además poder disfrutar (bien) de la vida. El continuo aumento de los precios, sin embargo, está abocando a familias normales a tener que acudir a los bancos de alimentos. Economistas y quienes defienden el estado del bienestar dan la voz de alarma.
Mientras que un salario mensual de 4.000 francos (4.364 dólares) en muchos países se consideraría un buen sueldo, en Suiza llevaría a la gente al borde de la pobreza.
Subida del precio de los alquileres, escasez de viviendas, inflación y ahora un incremento del coste del seguro de enfermedad: puede que la población suiza cobre salarios altos, pero a final de mes a la gente cada vez le sobra menos.
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“No se habla de dinero”
Daniel Lauper, responsable de ventas de Cáritas —una organización cuyo objetivo es prevenir y aliviar la pobreza— afirma que desde la pandemia de COVID-19 la situación de muchas personas y familias en Suiza es precaria.
La vergüenza que sienten quienes buscan ayuda es dolorosa. “En Suiza no se habla de dinero, ni tampoco de que no se tiene”, explica Lauper. Aunque casi 750.000 personas en Suiza se ven afectadas por la pobreza.
“Se me hace un nudo en la garganta cada vez que pienso en las muchas familias que están al borde de la pobreza. Imposible saber cuántas son”, dice.
La precaria situación en la que se encuentran muchas familias es “casi peligrosa”, indica Lauper, quien está preocupado por lo que pueda surgir de la frustración de quienes no reciben la ayuda que necesitan. “Ni siquiera estamos hablando de lo que ocurrirá el año que viene”, señala. El año que viene —por el aumento previsto para las primas del seguro de enfermedad— los ingresos serán mucho más ajustados, así que se espera que todavía sean más personas las que soliciten ayuda.
Reforma urgente
El ministro de Sanidad saliente, Alain Berset, a finales de septiembre anunció malas noticias de cara al año que viene. “Tengo malas noticias para los hogares ya asolados por la inflación”, dijo. De este modo el ministro adelantó que el precio del seguro sanitario en 2024 iba a subir un 8,7 %. Lo cual —tal y como informa el Neue Zürcher Zeitung (NZZ)— se traduce en un aumento de 1.000 francos al año en los gastos del seguro de enfermedad para una familia con dos menores a cargo.
Las personas particulares pueden solicitar que la prima del seguro de enfermedad se les reduzca. Esta medida permite que las personas con dificultades a la hora de pagar tengan primas de asistencia sanitaria más bajas. Después, corresponde a los cantones subvencionar las primas sanitarias de las personas que cumplen los requisitos exigidos.
Pero quienes se dedican a la economía aseguran que traspasar a los cantones la carga financiera no es una solución viable a largo plazo. Suiza gasta 5.500 millones de francos en hacer frente a estas rebajas de las primas del seguro de enfermedad. Una cantidad que equivale al presupuesto del Ejército suizo.
Tilman Slembeck, economista de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich (ZHAW) especializado en Sanidad, ha declarado a la radio pública suiza, SRF, que, sin estas rebajas de las primas del seguro sanitario, hace tiempo que Suiza habría sufrido un “levantamiento nacional”. El coste de reducir las primas del seguro de enfermedad —según Slembeck— equivale al presupuesto del Ejército, lo que demuestra que el sistema sanitario suizo “necesita una reforma de manera desesperada”.
“Falta de solidaridad”
En torno a estas subidas de los seguros se han pronunciado voces de todo el espectro político. Hay quienes abogan por un sistema de seguros financiado por el Estado y pagado a través de los impuestos. Según Slembeck, sin embargo, en Suiza esta opción no es viable, porque va en contra de la cultura helvética.
Un parlamentario del partido Verde, por su parte, ha afirmado que “una persona que trabaja en la alta dirección paga las mismas primas de seguro sanitario que un obrero de la construcción. Lo cual demuestra falta de solidaridad”.
La izquierda del espectro político —el partido Verde, sobre todo— pide un sistema de costes sanitarios basado en los ingresos. Una solución que también descarta Slembeck, quien dice que no ve “ningún beneficio” en esto. En su opinión, sería como poner un parche al problema, ya que, aunque aliviaría la presión sobre el Gobierno para emprender una —muy necesaria— reforma del sistema sanitario, no resolvería el problema a largo plazo.
Inflación y precio del alquiler
Y para acabar de empeorar las cosas, a la inflación —que sigue siendo elevada desde una perspectiva suiza, aunque inferior a la de la mayor parte de Europa— se le añade el precio de los alquileres, que no ha dejado de aumentar.
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El director de la Oficina Federal de la Vivienda prevé que, de aquí a 2026, los alquileres en Suiza suban más de un 15 %. Unido a las bajas tasas de desocupación —que del 1,72 %, en 2020, cayeron al 1,31 % el año pasado— y a una población que va en aumento —pronto se alcanzará la cifra de nueve millones de habitantes—, esto añade una presión adicional.
Aunque la inflación ha bajado —del 3,4 % que alcanzó a principios de año al 1,6 % en agosto—, los bienes nacionales siguen costando un 2,2 % más que en 2022.
Un descenso de la inflación que no se deja sentir en Cáritas de Berna. Esta organización asistencial también ayuda con alimentos y artículos para el hogar a precios reducidos, y Lauper dice que el número de familias y personas que buscan ayuda en la tienda de Cáritas en el cantón de Berna ha aumentado un 30 %. “Cada vez vienen más familias con niños y niñas, como usted y como yo. No se lo esperaría”, puntualiza. En su tienda también hay más personas mayores y más “personas trabajadoras pobres”.
Suiza no es el único país que sufre el peso de la inflación. En octubre de 2022 la Unión Europea (UE) registró un pico de inflación del 11,5 %. Lo cual provocó que el 21,6 % de la población de la UE estuviera en riesgo de pobreza.
¿Tendrán las familias suizas un pequeño respiro este invierno? El año pasado, como consecuencia de la agresión rusa en Ucrania, se temió por un aumento repentino del coste de la energía, ya que gran parte del gas utilizado para calentar los hogares suizos procedía de Rusia. La situación este invierno debería ser mejor. Aunque algunos especialistas advierten que Suiza todavía necesita invertir mucho más para garantizar a largo plazo una transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables.
En vísperas de las elecciones federales del próximo domingo 22 de octubre, el efecto del encarecimiento de la vida ocupará un lugar destacado en la agenda de quienes vayan a votar.
Texto adaptado del inglés por Lupe Calvo
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