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El caso excepcional de Sika

Sika ha perdido la confianza de muchos accionistas. Keystone

La adquisición hostil de la empresa familiar Sika, considerada una de las principales joyas de la economía suiza, abre un debate sobre la forma en la que opera el sistema del accionariado helvético.

La saga Sika

El 5 de diciembre, la familia Burkard anunció al consejo de administración y a la dirección de Sika que iban a vender su participación, equivalente al 16,1% de las acciones de la firma.

El porcentaje vendido al grupo francés Saint-Gobain representaba, no obstante, el 52,4% de los derechos de voto.

Varios miembros del directorio de Sika se opusieron de inmediato a la decisión y obligaron a los herederos de la dinastía Burkard a organizar una asamblea general extraordinaria.

“El anuncio de la venta me molestó profundamente. Nadie se esperaba semejante gesto por parte de los principales accionistas”, declaró Monika Ribar, miembro del consejo de administración, al diario ‘Blick’.

La decisión de vender la firma constituye una verdadera sorpresa. En 2010, durante los festejos del primer centenario de la firma, la familia había reiterado su compromiso de largo plazo con Sika. Pero la muerte de la matriarca Franziska Burkard-Schenker, en 2013, parece haber erosionado dicha intención.

Una serie de artículos en la prensa suiza sobre esta transacción contribuyeron a inflamar el ambiente de denuncia que había entre los cinco miembros de la familia Burkard –la cuarta generación de descendientes del fundador Kaspar Winkler–, disputas que aceleraron aún más la venta de acciones e impulsaron a la dinastía a dar la espalda a Sika.

La de SikaEnlace externo fue una venta totalmente inesperada. La familia Burkard, descendiente del fundador del grupo, anunció que vendía a la francesa Saint-GobainEnlace externo el 16% de las acciones de Sika que tenía en su poder. Operación que se materializó a un elevado precio de 2 750 millones de francos suizos.

La transacción era todo menos anodina, este relativamente pequeño porcentaje de acciones concedía a la firma gala el 52% de los derechos de voto de Sika. Algo que es posible debido a una cláusula de exención que impidió al resto de los accionistas intervenir en la transacción.

Así, los propietarios del 84% de las acciones de Sika se quedaron simplemente mordiéndose los nudillos de rabia, mientras los títulos del grupo se desplomaban en el mercado bursátil. El grupo se siente traicionado porque la transacción con Saint-Gobain contraviene la sólida tradición que dicta que los herederos de una sociedad familiar siempre deben proteger a su ‘bebé’ contra la codicia de los mercados.

“Normalmente, las acciones de derecho de voto privilegiado existen para proteger a las compañías y a sus accionistas contra adquisiciones hostiles. Pero en este caso, quienes debían cuidar del templo, abandonaron la firma. Algo que resulta muy incómodo”, explica a swissinfo.chEnlace externo Roby Tschopp, director de Actares, asociación que defiende los derechos de los accionistas.

Dos categorías de accionistas

En Suiza es relativamente común la emisión de acciones con derecho a un voto limitado o inexistente – esquema conocido como ‘doble categoría de accionistas’. Un sistema que utilizan con frecuencia empresas tecnológicas como Google o Alibaba.

“Este sistema funciona bien para los inversores que prefieren obtener buenos dividendos que influir en la estrategia de una empresa. Este tipo de acciones también son ventajosas, porque resultan más baratas, reportan dividendos más altos y reducen la responsabilidad de los accionistas en caso de quiebra”, explica Nadine Kammerlander, profesora del Instituto Suizo de Investigación para PYME de la Universidad de San Gall.

Pero el expediente Sika ha puesto en evidencia los riesgos que entrañan. Por ejemplo, que el poder quede concentrado en unas cuantas manos dejando amordazados y maniatados a otros. “Antes de comprar acciones, los inversores deberían verificar que las empresas cuenten con un ‘family office’ (que gestiona el patrimonio de uno o varios grupos familiares) capaz de manejar los conflictos dinásticos y también de defender los intereses de los otros accionistas”, declara Nadine Kammerlander.

Excepciones legales

En esta adquisición en particular lo que generó incomodidad fue la aplicación deliberada de una serie de excepciones legales. Una anomalía legislativa que permitirá a cinco miembros de la familia embolsar una plusvalía del 80%, mientras el grueso de los accionistas no obtendrá ninguna ganancia por este negocio.

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El artículo 32 de la Ley Federal sobre las Bolsas y el Comercio de Valores InmobiliariosEnlace externo estipula que cuando un inversor desea comprar acciones que le permitirán obtener más de un tercio de los derechos de voto en una compañía, incurre en la obligación de presentar una oferta pública de adquisiciónEnlace externo (OPA) sobre la totalidad de los títulos de esa empresa.

Sin embargo, ese mismo artículo precisa que el umbral para una OPA obligatoria puede aumentar hasta el 49%, si el comprador de títulos busca el saneamiento financiero de la empresa.

Y la ley va más allá. El artículo 22 establece que cuando lo consideren pertinente, las sociedades pueden introducir cláusulas que eliminen por completo la presentación de una OPA por todas las acciones, si la transacción no resulta perjudicial para los accionistas. Un abanico de excepciones que puede generar situaciones complejas.

La Fundación Ethos, empresa administradora de fondos de pensión que lucha por mercados financieros más justos, se dice en contra del esquema y llama a las empresas suizas a eliminar por completo las acciones sin derecho de voto.

“Si los descendientes de una familia están realmente comprometidos con su firma, no tienen necesidad de estas cláusulas de exención”, declaró Dominique Biederman, director de Ethos, al dominical ‘SonntagsZeitung’. “Este sistema permite exclusivamente ganar más dinero”.

Las reformas requeridas

La importancia del caso Sika ha llevado a algunos políticos a fijar su posición con respecto al tema. Pirmin Bischof, senador demócrata cristiano (PDC, Centro derecha) y Jean-Christophe Schwaab, diputado socialista, cuestionan la validez de un sistema en el que no todos los accionistas tienen el mismo peso.

Actualmente, diversos políticos y otros expertos analizan posibles reformas de la legislación que rige los derechos y las obligaciones de los accionistas con miras a presentarlas ante el Parlamento. Las cláusulas de exención del sistema de doble categoría de accionistas no han sido incluidas aún en el debate, pero el escándalo de Sika bien podría incluirlas en la agenda.

Hace algún tiempo,  paradójicamente, cuando redactaba el Código Suizo de Buenas Prácticas para la Gobernanza Empresarial, la patronal economiesuisse intentó introducir el principio de igualdad de las acciones (concepto que en inglés se conoce como ‘una acción, un voto’). Pero ante la falta de pruebas de que el nuevo sistema que proponía economiesuisse era mejor que el vigente, se eliminó la propuesta del texto.

Pero para Daniel Daeniker, socio del bufete de abogados Homburger y especialista en adquisiciones, el caso Sika no es catastrófico, sino “incómodo”. Así que no es necesario hacer cambios.

“El sistema funciona relativamente bien”, dice a swissinfo.ch. «¿Debemos cambiarlo a causa de un solo problema? Yo pienso que no. El derecho suizo ha dejado, en general, una gran libertad a las empresas helvéticas. Sería una vergüenza arrebatarles ahora esta flexibilidad a causa de una sola transacción que fue demasiado lejos y que puso a prueba los límites del sistema”.

Un sistema feudal

Hay otras personas que destacan que, aunque el sistema esté lejos de ser perfecto, al menos es transparente y sus principios están bien delimitados.

“Las quejas del consejo de administración de Sika partían de buenas intenciones, pero no servían para mucho”, escribió el ‘Financial Times’ en un editorial.

“¿Qué puede proteger a los accionistas públicos? ¿El honor familiar? La estructura feudal de Sika es verdaderamente terrible, pero es demasiado tarde para las quejas. Los aristócratas simplemente han engañado a sus siervos como lo han hecho toda la vida”.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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