«El CO2 es un residuo sin valor, sin embargo, eso tiene que cambiar»
¿Son las tecnologías la solución a la crisis climática para capturar y eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera? Y si es así ¿dónde deberíamos almacenar el CO2? Suiza y otros países europeos miran hacia las profundidades del Mar del Norte, donde la industria petrolera podría desempeñar un papel importante, explica Cyril Brunner, experto suizo en gases de efecto invernadero.
La reducción drástica de los gases de efecto invernadero es la medida más urgente y necesaria para limitar el calentamiento global. Sin embargo, eso no bastará para lograr la neutralidad climática en 2050, es decir, un balance neto de cero emisiones. También será necesario capturar las emisiones consideradas inevitables, por ejemplo, las generadas por determinados procesos industriales, y almacenarlas permanentemente en algún lugar.
Recientemente se ha inaugurado uno de esos depósitos en el Mar del Norte, frente a las costas de Dinamarca. El objetivo del proyecto GreensandEnlace externo es almacenar hasta 8 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año, el equivalente a una cuarta parte de las emisiones de Dinamarca, en un antiguo yacimiento de petróleo agotado en las profundidades del mar.
El CO2 se captura directamente donde se produce, por ejemplo, en una planta de tratamiento de residuos. La siguiente animación ilustra la trayectoria del CO2 desde su origen hasta el depósito en el fondo del mar:
El de la costa danesa es el primer emplazamiento transfronterizo de almacenamiento de CO2. El primer cargamento llegó de Bélgica y pronto podría recibir dióxido de carbono de otros países europeos. Suiza está interesada en exportar CO2 a Dinamarca con vistas a su almacenamiento permanente, según la Oficina Federal de Medio Ambiente.
Cyril BrunnerEnlace externo, experto en gases de efecto invernadero y eliminación de CO2 de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ), afirma que hay varias formas de almacenar CO2 y que una de las más estables es la que se lleva a cabo en capas geológicas profundas. Lo importante es que el gas no vuelva a la atmósfera, añade.
SWI swissinfo: ¿Es una buena idea depositar CO2 bajo el mar, como ha empezado a hacer Dinamarca?
Cyril Brunner: Que haya mar o no importa poco. Lo importante es disponer de formaciones geológicas aptas para el almacenamiento de CO2. Estas suelen encontrarse en yacimientos de gas natural o petróleo, que son numerosos en el Mar del Norte.
¿Qué riesgos entraña esta «inyección» de CO2 en las profundidades de la Tierra?
El almacenamiento geológico de CO2 es seguro, si se hace correctamente. Noruega utiliza este método desde 1995. El riesgo principal es la sismicidad inducida, como en el caso de la geotermia profunda. Sin embargo, las zonas con potencial sísmico están muy localizadas. Pueden evitarse realizando las mediciones y simulaciones adecuadas antes de inyectar CO2.
El CO2 puede depositarse en rocas sedimentarias suficientemente porosas, como la arenisca, o en roca basáltica.
En ese caso, el CO2 se inyecta en forma supercrítica en yacimientos de roca porosa a una profundidad de al menos 800 metros y superpuestos por capas de roca impermeable que actúan como cubierta. El gas permanece atrapado en los poros de la roca durante cientos de miles de años.
La segunda opción consiste en mezclar el CO2 con agua y bombearlo en las capas de roca basáltica a una profundidad de al menos 500 metros. En contacto con la roca, el CO2 se convierte en piedra mediante un proceso natural de mineralización.
El potencial de almacenamiento en el mundo es enorme. En teoría, el CO2 generado por la combustión de todas las reservas mundiales de hidrocarburos podría almacenarse bajo tierra. Sólo en las rocas de OmánEnlace externo podrían almacenarse hasta 70 billones de toneladas de CO2 [las emisiones mundiales fueron de unos 38.000 millones de toneladas en 2021, ed.].
¿Qué pasaría si un fuerte terremoto liberara de repente el CO2 almacenado bajo tierra?
Cuando hablamos de depósitos geológicos de CO2, no debemos pensar en grandes cavidades o cuevas, que en caso de terremoto corren el riesgo de fracturarse y liberar su contenido. El CO2 se almacena en los poros de la roca, que actúa como una esponja que absorbe el agua. Un terremoto sería como cortar esta esponja en dos: habría una ligera fuga, pero la mayor parte del agua, y por tanto del CO2, seguiría atrapado.
Suiza, como otros países, no descarta capturar el CO2 de su industria y transportarlo al depósito danés del Mar del Norte. ¿Significa eso que tendremos una red de gasoductos de CO2 en toda Europa como la que ya existe para el gas y el petróleo?
Los gasoductos son la solución más sencilla si se quiere capturar y almacenar CO2 a gran escala. Sin embargo, la principal cuestión sobre la gestión del CO2 es otra: ¿cómo queremos clasificarlo? De momento, el dióxido de carbono se considera un residuo y su exportación requiere mucha burocracia. Además, el Protocolo de Londres sobre prevención de la contaminación marina prohíbe verter residuos al mar.
Algunos países, entre ellos Dinamarca, Noruega, Gran Bretaña y Suiza, desearían cambiar la normativa internacional para permitir el almacenamiento de CO2 en depósitos geológicos bajo el mar. Estas y otras consideraciones son, por ejemplo, el núcleo del proyecto DemoUpCARMAEnlace externo de la EPFZ.
¿Cuáles son los principales retos de la captura y almacenamiento de grandes cantidades de CO2?
Todo el proceso requiere un aporte energético nada desdeñable. Se ha hecho una evaluación para Suiza: para capturar y almacenar en el exterior las emisiones generadas por las incineradoras, unos 5 millones de toneladas de CO2 al año, se necesitaría la energía producida por una pequeña central nuclear. Eso es algo que hay que tener en cuenta.
El CO2 puede capturarse directamente allí donde se produce, por ejemplo en una fábrica de cemento o una incineradora. Después se almacena permanentemente o se utiliza para otros fines. La treintena de plantas comerciales de CAC (tecnología de captura y almacenamiento de carbono) que funcionan en todo el mundo pueden capturar unos 43 millones de toneladas de CO2 al año.
El CO2 también puede extraerse directamente de la atmósfera (Captura Directa del Aire o CDA). Para separar el dióxido de carbono del aire se utilizan filtros especiales, y la empresa suiza Climeworks es una de las pioneras en el mundo. En este caso, hablamos de una tecnología de «emisiones negativas», ya que el CO2 se elimina de la atmósfera. Las 18 plantas DAC de todo el mundo pueden eliminar hasta 10.000 toneladas de CO2 al año.
¿Qué otras soluciones existen para almacenar CO2 de forma permanente y segura?
Están, por ejemplo, los materiales de construcción. El hormigón se comporta como la roca basáltica y puede absorber CO2. El problema es que la propia producción de hormigón y cemento genera emisiones. Por tanto, para disponer de un material con un efecto positivo sobre el clima, primero habría que capturar el CO2 emitido durante la producción de cemento, algo que algunas empresas ya están haciendo.
Para algunos grupos ecologistasEnlace externo y algunos científicos, la captura y eliminación de CO2 no puede considerarse una solución a la crisis climática. Hacen hincapié en los elevados costes, el considerable consumo de energía, el impacto ambiental y la complejidad del proceso. ¿Están justificados sus temores?
Hasta cierto punto, sí. La captura y el almacenamiento de CO2, así como la eliminación de CO2 de la atmósfera, no figuran entre las opciones más baratas y no pueden considerarse la solución a la crisis climática. Sin embargo, son necesarias, al igual que la eliminación del CO2 de la atmósfera. Incluso en el mejor de los casos, siempre quedarán emisiones que no podremos evitar. Pienso, por ejemplo, en el metano o el óxido nitroso procedentes de la agricultura, los gases utilizados para la anestesia en cirugía y los gases fluorados contenidos en los acondicionadores de aire y las bombas de calor. Todos ellos son gases que tienen un fuerte impacto en el clima.
¿Qué respondería a esas críticas que afirman que la tecnología CAC permitirá a las empresas petroleras y gasísticas seguir contaminando?
Existen numerosos ejemplos, sobre todo en Estados Unidos, de centrales eléctricas de carbón o gas natural equipadas con una planta de CAC y subvencionadas por el Estado. En cuanto se suprimieron las subvenciones, la central tuvo que cerrar: mantenerla operativa se había vuelto demasiado caro. Apuesto a que si hubiera una ley que obligara a las centrales eléctricas de combustibles fósiles a tener una planta de CAC, no quedaría ni una en diez años.
¿Tiene los días contados la industria fósil?
Hay quienes creen que las personas que trabajan en la industria petrolera deberían jubilarse. Sin embargo, estoy convencido de que sus conocimientos pueden ser muy útiles cuando se trata del secuestro geológico de CO2. Las compañías petroleras tienen la infraestructura y los conocimientos necesarios. Conocen la geología, saben cómo perforar un pozo y cómo sellar los pozos de inyección para evitar fugas.
La inversión en captura de CO2Enlace externo ha aumentado claramente en 2022. Sin embargo, aún estamos lejos del objetivo de capturar y almacenar cerca de 1.300 millones de toneladas de CO2 al año para 2030. ¿Por qué es tan lento el progreso?
Faltan normativas y leyes que promuevan su desarrollo. Para una central eléctrica de carbón, el coste de capturar y almacenar una tonelada de CO2 oscila entre 60 y 100 dólares. Este es también el precio al que se negocia una tonelada de CO2 en el sistema europeo de comercio de derechos de emisión. El problema es que la inmensa mayoría de estos derechos se asignan gratuitamente a las empresas. Sólo una pequeña parte se comercializa realmente. El resultado es que a una empresa le resulta mucho más barato seguir emitiendo que invertir en una planta de CAC.
¿Cómo se puede cambiar esta situación?
El CO2 es un residuo sin valor, pero eso tiene que cambiar. No me refiero al precio físico de una tonelada de CO2 ni a los impuestos a los que pueda estar sujeta, sino al hecho de que el gas simplemente se libera a la atmósfera como un residuo sin valor. Es la misma situación que hace unas décadas, cuando arrojábamos los residuos al mar. Hoy, sin embargo, es normal comprar bolsas de basura y pagar por su correcta eliminación. Espero que ocurra lo mismo con el CO2 y que en el futuro la norma sea no emitir gases de efecto invernadero, igual que hoy es costumbre no arrojar residuos a la naturaleza.
Texto adaptado del italiano por Carla Wolff
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