Peculiaridades del multilingüismo: “Soy más severa cuando hablo italiano”
Muchas personas multilingües adoptan una personalidad diferente según la lengua que usen: discuten con más reserva en mandarín que en suizo alemán, son más emocionales en albanés o prefieren resolver los problemas en inglés. ¿Qué hay detrás de este fenómeno?
En la cocina del apartamento se oye salir el vapor de la olla. Los niños acaban de llegar a casa. «Con ellos hablo casi exclusivamente en italiano», dice la escritora y profesora de yoga Elisa Malinverni en alemán bernés. Normalmente, sus dos hijos responden siempre en alemán. Hoy, sin embargo, el hijo mayor dice: «¡Mängisch parleni o italiano!».
En esta casa hay una mezcla colorida, un variopinto ir y venir entre el italiano y el alemán de Berna. Pero, para Elisa Malinverni, cada lengua tiene su propia función. «Por un lado, el italiano es para mí la lengua que utilizo para contar y decir cosas. Tiene un aire coqueto, y puedo dar rienda suelta a la Sophia Loren que llevo dentro. Pero el italiano tiene también una cierta austeridad porque para mí está profundamente ligado a mi madre, una figura muy autoritaria en mi vida».
Lo que estaba mal visto en su casa paterna, cambiar entre italiano y alemán, esta madre lo utiliza ahora con sus dos hijos como herramienta de la vida cotidiana: «Cuando tengo que despertar a mis hijos por la mañana, cambio al alemán de Berna. Entonces soy menos estricta con ellos que en italiano».
El «eco emocional» de las lenguas
«Muchas personas multilingües perciben un cambio de personalidad con el uso de cada lengua», dice Jean-Marc Dewaele, profesor de lingüística aplicada en la Universidad Birkbeck de Londres.
Este profesor, formado en Bélgica, conoce el fenómeno por experiencia propia: «Leo y escribo poesía casi exclusivamente en francés. En la familia hablamos mucho neerlandés. Pero como académico, soy británico: tanto en mi vocabulario como en mi actitud y aspecto externo».
La tesis de Jean-Marc Dewaele se ha visto confirmada en varios estudios con un total de 1.500 participantes: el 80% de las personas multilingües estudiadas afirmaron que se comportaban de forma diferente según la lengua utilizada. Para Dewaele, esto es resultado del «eco emocional» de las lenguas.
El multilingüismo forma parte de la identidad cultural, social y política de Suiza y está defendido por la ley.
La lengua más hablada en Suiza es el alemán, con un 62,3%. Esto incluye el alto alemán estándar y los numerosos dialectos del alemán suizo.
El francés es la lengua principal para el 22,8% de la población, el italiano para el 8,0% y el romanche para el 0,5%.
Los cantones de Berna, Valais, Friburgo y Grisones -y la ciudad de Biel / Bienne- son oficialmente multilingües.
El 23,1 % de la población tiene como lengua materna una lengua no nacional. El inglés (5,8%) y el portugués (3,5%) son las lenguas extranjeras más habladas, seguidas del español, el serbio, el croata y el albanés.
Más del 60% de la población mayor de 15 años utiliza regularmente más de una lengua – en el trabajo, en privado o para el consumo de los medios de comunicación.
Fuente: Oficina Federal de EstadísticaEnlace externo
Multilingüismo y moral
Un conocido experimento de la psicología moral hace tangible ese eco emocional de las lenguas. Cinco personas yacen atadas sobre una vía. Un tren se dirige hacia ellas sin frenar. Sólo tú tienes la posibilidad de detener el tren empujando a una persona muy gruesa desde un puente a la vía. «Would you do that? Tu le ferais? Würdest du das tun? Würsch das mache? (¿Tú lo harías?)»
Dependiendo del lenguaje en que se le presente el dilema moral, es posible llegar a una conclusión diferente. Así se desprende de un estudioEnlace externo publicado en 2014 por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
En la primera lengua, el 80 por ciento de los encuestados decidió no empujar al hombre por el puente. En inglés, la segunda lengua de los participantes, la proporción cambió: tres veces más de los encuestados dijeron que lo harían. Decidieron, por tanto, según el principio de utilidad, es decir, siendo más pragmáticos.
Los autores del estudio concluyeron que la distancia psicológica y el pragmatismo son mayores en la segunda lengua que en la primera. «Los participantes reaccionaron más emocionalmente en su primera lengua y más racionalmente en la segunda», añade Jean-Marc Dewaele.
El modelo de tres generaciones de la sociología de la migración (desarrollado en los años setenta en EE.UU.) describe el comportamiento lingüístico de las familias inmigrantes del siguiente modo:
La primera generación de inmigrantes habla la lengua del país de origen con fluidez y la nueva lengua a menudo sólo fragmentariamente.
La segunda generación es mayoritariamente bilingüe. A este respecto, Jean-Marc Dewaele añade: «Sin embargo, los miembros de esta segunda generación sienten a menudo la presión de demostrar en ambas lenguas que pertenecen a la sociedad respectiva, tanto en la nueva como en la antigua patria».
La tercera generación ya no habla la lengua de origen de sus abuelos.
El modelo de la sociología clásica de la migración es bastante simplista. Supone que la tercera generación adopta la lengua del «nuevo» país de origen. Sin embargo, en realidad, las lenguas de migración y las lenguas nacionales siempre se influyen mutuamente.
Un ejemplo de ello es el cambio de código entre el italiano y el suizo-alemán, muy extendido entre los descendientes de emigrantes italianos.
Fuente: ZORA, Universidad de ZúrichEnlace externo
Según el contexto en el que se haya aprendido una lengua, hay más o menos emociones asociadas a ella: «Aprendemos nuestra lengua materna o nuestra primera lengua en un contexto familiar, que es muy emocional. Cuando aprendemos una lengua en un aula, el acceso lingüístico al mundo emocional suele faltar por completo. Con la primera lengua, el eco emocional es muy grande, en el segundo caso es pequeño».
Utilizar el cambio lingüístico conscientemente
Al igual que la escritora y profesora de yoga Elisa Malinverni, las personas multilingües pueden utilizar activamente el cambio. Por ejemplo, puede ser útil pensar en cuestiones financieras en una segunda lengua más racional.
El cambio de idioma también es una herramienta útil en psicoterapia, dice Jean-Marc Dewaele. «Los pacientes pueden describir el trauma más fácilmente en una segunda lengua más racional. En una fase posterior, pueden expresarse en la primera lengua, incluso aunque el terapeuta no entienda el idioma».
Las lenguas como facetas de la personalidad
Las lenguas, con su eco emocional, pueden así resonar en los hablantes de distintas maneras, como instrumentos. «Creo que hay algo maravilloso en experimentarse a uno mismo de forma diferente en distintos idiomas», resume Elisa Malinverni.
El lingüista Jean-Marc Dewaele añade que una segunda lengua, original o extranjera, puede también convertirse en una nueva lengua del corazón.
Texto adaptado del alemán por J.M Wolff
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