El futuro de los derechos humanos en Rusia
En un intento por congraciarse de nuevo con la comunidad internacional, hemos visto recientemente algunas maniobras interesantes por parte de Rusia. Moscú fue aislada diplomáticamente tras su invasión de Ucrania el año pasado, expulsada del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y, por su parte, se mostró muy fría en otras reuniones de la ONU en las que ha participado.
Sin embargo, este mes, tras varias visitas «amistosas» del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a África y Sudamérica, Moscú esperaba tener suficientes votos en la Asamblea General de la ONU para recuperar su puesto en el Consejo de Derechos Humanos.
En el programa de esta semana de Inside Geneva (en inglés), los defensores rusos de los derechos humanos explican por qué les parece una idea tan terrible. Dejando a un lado por un momento las ya documentadas violaciones cometidas dentro de Ucrania -los bombardeos indiscriminados, la tortura de detenidos, el traslado de niños ucranianos a Rusia-, dentro de la propia Rusia el gobierno ha «recuperado todo el arsenal de técnicas represivas al estilo soviético, utilizadas para erradicar toda disidencia dentro del país, y asustar a la gente para que guarde silencio».
Estas fueron las palabras de Evgenia Kara-Murza, defensora rusa de derechos humanos y esposa de Vladimir Kara-Murza, recientemente condenado a 25 años de prisión en Siberia, simplemente por protestar contra la guerra de Rusia en Ucrania.
La oposición rusa, aplastada
Kara-Murza, junto con la relatora especial de la ONU sobre Rusia, Mariana Katzarova, y el abogado ruso de derechos humanos Kirill Koroteev, participaron en un debate en Ginebra para poner de relieve las medidas que Moscú está utilizando ahora contra sus propios ciudadanos, en un intento de aplastar cualquier oposición.
Koroteev señaló que, cada vez más, hasta las protestas más insignificantes son juzgadas en tribunales militares, donde, aunque el juez considere más apropiada una multa o la suspensión de la pena, es obligatoria una condena mínima de cinco años de prisión. Kara-Murza proporcionó largas listas de nombres de personas, desde periodistas a profesores, estudiantes o conductores de autobús – «podría seguir todo el día», subrayó-, de personas castigadas por oponerse a la guerra de Rusia.
Y Katzarova, la recién nombrada relatora especial para Rusia, señaló que la opresión de la oposición por parte de Moscú no era nueva. La periodista Anna Politkovskaya, que había escrito sobre la brutal guerra de Rusia en Chechenia, fue asesinada en 2007. «¿Dónde estábamos entonces?», preguntó Katzarova. Y ahora, continuó, su trabajo como relatora especial había revelado que «todas las leyes imaginables han sido revisadas para convertirlas en una herramienta de opresión».
Mientras Katzarova hablaba, los diplomáticos rusos estaban ocupados en el Consejo de Derechos Humanos intentando persuadir a los Estados miembros para que votaran en contra de la renovación de su mandato por otro año.
¿Quién vota a Rusia?
Finalmente, los miembros del Consejo de Derechos Humanos no se dejaron influir por Rusia, y Katzarova continuará como relatora especial. En la Asamblea General de Nueva York, Rusia también fracasó en su intento de recuperar su puesto en el Consejo, perdiendo frente a Albania y Bulgaria.
Sin embargo, en la votación secreta de la asamblea general, Moscú consiguió 83 votos, insuficientes para ganar, pero un número considerable. ¿Cómo es posible? Louis Charbonneau, director de Human Rights Watch en la ONU, explica a Inside Geneva que algunos países del sur están «cansados» de la guerra en Ucrania y quieren pasar página. Rusia, señala, vende cosas útiles: armas, combustible, productos agrícolas. Y, suspira, «hay un gran número de países en el mundo a los que no les importan o son hostiles a los derechos humanos; no les importan los crímenes de guerra».
Pero, al final, Moscú perdió, y eso demuestra, insiste Charbonneau, que la mayoría de los Estados miembros de la ONU creen que Rusia no tiene nada que hacer en el máximo órgano de derechos humanos de la ONU.
¿Qué tipo de Rusia queremos?
Y, mientras se sigue aislando a Rusia en la escena internacional y se examinan sus acciones tanto en Ucrania como dentro de sus propias fronteras, Katzarova sostiene que también es muy importante no perder de vista el futuro.
«Me preocupa qué tipo de Rusia habrá junto a nuestras fronteras de Europa y de Europa del Este», afirmó. «Si será un agujero negro donde la gente desaparecerá, será torturada y detenida arbitrariamente».
Intentar que eso no ocurra significa apoyar, de la manera que podamos, a los valientes defensores de los derechos humanos y abogados que siguen trabajando dentro de Rusia, y a los que han huido de su país pero siguen intentando cambiarlo.
«Tengo un mensaje para la comunidad internacional: por favor, véannos como sus socios», apeló Kara-Murza. «Queremos una Rusia diferente, una Rusia basada en el Estado de derecho y el respeto de los derechos humanos. Ése es nuestro objetivo».
Para lograr ese objetivo, Katzarova afirma que debemos evitar el tipo de juicio perezoso, muy frecuente en los medios de comunicación occidentales, de que toda Rusia, y todos los rusos, son el enemigo. «No podemos tratar a todos los rusos con este enfoque general: ¡los rusos son los responsables, no existe tal cosa! Soy una experta en derechos humanos, no creo en culpabilidades de grupo de ningún tipo».
Sin embargo, es fácil perder la esperanza cuando vemos lo mucho que ha durado la guerra en Ucrania, que no hay señales de que vaya a terminar, mientras que, al mismo tiempo en Rusia, los defensores de los derechos humanos están, dice Charbonneau, siendo «diezmados, devastados, perseguidos, silenciados… No me hago ilusiones debido a lo mal que está la cosa».
Pero Charbonneau ofrece, no obstante, una gota de esperanza, una esperanza que podemos alimentar mientras sigamos apoyando a los defensores de los derechos humanos, dondequiera que estén en peligro. La opresión a tal escala, afirma, no es sostenible.
«Hace falta mucho esfuerzo para suprimir la verdad, para destruir y amordazar a cualquier posible crítico. Se necesita mucha energía. El tiempo corre en contra de los opresores como Vladimir Putin, Xi Jinping y otros. No durarán, pero eso no significa que no nos espere un duro camino».
Texto adaptado del inglés por Carla Wolff
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