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El Spitlight suizo que conquistó Cortina d’Ampezzo

un proyector con la luz que se refleja en las montañas de noche
Al caer la noche, Gianni Andreoli y su equipo pusieron en marcha el Spitlight, proyectando los cinco aros olímpicos, los nombres de los ganadores, el programa de las carreras, la hora exacta y algunos lemas publicitario. © Fondazione ENTER Soletta

El proyector Spitlight creado por el ingeniero suizo Gianni Andreoli fue un invento extraordinario que brilló durante los Juegos Olímpicos de Cortina d'Ampezzo en 1956. Aunque parecía tener un futuro prometedor, acabó olvidado en un almacén debido a embargos y disputas legales. La fundación ENTER lo redescubrió, lo restauró y le dedicó un libro de fotografías.

Si el Spitlight funcionara hoy como lo hacía en la década de los 50, probablemente mucha gente haría una mueca de disgusto porque las letras iluminadas en el cielo apagarían el espectáculo nocturno de las estrellas. Algo opuesto a lo que sucedió en 1956 durante los Juegos Olímpicos de Cortina d’Ampezzo en Italia, donde todo el mundo quedó maravillado.

Estas Olimpíadas fueron las primeras que se televisaron y las primeras en las que participó la Unión Soviética. Durante 11 días, del 26 de enero al 5 de febrero, el proyector que parecía un cohete plateado iluminó las laderas del macizo de Pomagagnon. Cuando caía la noche en los Dolomitas, los cinco aros olímpicos, los nombres de los ganadores, el programa de la competición, la hora exacta y algunos eslóganes publicitarios se proyectaban en la pantalla gigante de 800 metros de ancho y 300 de alto, equivalente a la superficie de 50 campos de fútbol. Las imágenes eran visibles hasta 12 kilómetros de distancia en el valle del Ampezzo. Hasta 1985, el Spitlight fue el proyector más potente del mundo, según el Libro Guinness de los Récords.

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El creador de este espectáculo inolvidable fue el ingeniero tesinés Gianni Andreoli, asistido por un equipo de especialistas. Todas las noches aparcaba el camión rojo brillante con el Spitlight, justo encima de Cortina d’Ampezzo para iniciar las proyecciones. “Se esperaba que este gran evento deportivo lanzara su invento al escenario mundial. Pero Gianni Andreoli regresó de los Dolomitas como un hombre decepcionado y amargado”, dice Felix Wirth, historiador y coautor del libro fotográfico sobre el Spitlight, Visión de un visionario – Die unglaubliche Geschichte des Spitlight P.300.S (la increíble historia de Spitlight P.300.S).Enlace externo

Una mente brillante fascinada por la tecnología

Pero vayamos por orden y empecemos por el principio. Gianni Andreoli nació el 25 de junio de 1919 en Mendrisio, cantón Ticino. Desde pequeño tuvo afición por diseñar e inventar. “Mi ocupación favorita es construir en miniatura coches, barcos, aviones, etc. en madera o cartón. De los cuatro coches que construí, uno medía dos metros de largo y era capaz de transportar a tres personas”, relataba Gianni Andreoli a los once años.

Tras graduarse en el instituto de Lugano, Andreoli diseñó y construyó el motor de avión más pequeño del mundo, que se presentó en la famosa exposición nacional Landi de Zúrich en 1939. Asignó el número 13 al invento, al que puso P, la letra inicial de su apodo en dialecto “Pininasch” (en italiano: piccolo). Y así lo hizo en todas las construcciones futuras.

niño en un coche antiguo de jugar
Gianni Andreoli en una de sus máquinas de bricolaje de madera, hacia 1930. © Fondazione ENTER Soletta

Entre 1939 y 1945 estudió ingeniería mecánica en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ), especializándose en aerodinámica. Durante su estancia en la universidad fue llamado al servicio militar donde fue oficial y piloto de la fuerza aérea. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial trabajó para la fábrica federal de aviones de Emmen, cerca de Lucerna, donde se apasionó por las técnicas de proyección y dedicó cada vez más tiempo a sus inventos. “Era una persona con una mente brillante y un gran interés en la técnica”, explica Wirth. “En algunos informes militares se describe como un hombre lleno de temperamento y ambición. Su sobrino me lo describió como un tío cariñoso al que le gustaban mucho los niños”.

En 1952 se utilizó por primera vez un proyector Spitlight en una exposición internacional de fotografía en Lucerna. Durante las proyecciones, Andreoli cayó de una plataforma de tres metros de altura, lesionándose gravemente la espalda. Debió ser hospitalizado por tres meses en la clínica Sant’Anna de Sorengo, donde desarrolló la idea de un proyector que pudiera utilizar las nubes como pantalla. “Quizás Gianni Andreoli se haya inspirado en las fantásticas historias leídas de niño”, dice Wirth. “En el libro La jornada de un periodista americano en 2889, Julio Verne describe el uso de un proyector análogo”.

Visionario brillante, pero pésimo administrador

Para la realización del Spitlight P.300.S, Andreoli necesitó prestamistas dispuestos a invertir 360 000 francos (hoy, 1,5 millones de francos). Con su contagioso entusiasmo, consiguió convencer a Carlo Caimi, un empresario del Tesino que debía parte de su fortuna al comercio de tabaco. “Exalcalde de Ligornetto y yerno del consejero federal Giuseppe Motta, Caimi tenía contactos en el mundo de la política y los negocios en Suiza”, explica el historiador. “Sin embargo, en las décadas de 1930 y 1940, sus actividades terminaron siendo blanco de la Justicia, entre otras cosas, por haber escapado de las autoridades fiscales”. También participó en este negocio el abogado luganés Alberto Rossi, otro personaje con un pasado turbio. En los años treinta formó parte del movimiento fascista en Tesino y fue una de las mentes de la “Marcha sobre Bellinzona” de enero de 1934.

En 1953, los tres fundaron la compañía Metron Holding Limited con sede en Lugano y Gianni Andreoli finalmente pudo hacer realidad su sueño. En menos de un año, en febrero de 1955, finalizó la construcción del Spitlight. El proyector salió entonces de gira por Europa. Colocado sobre el piso de un flamante camión rojo, lo que a primera vista parece un cohete interplanetario se presentó en Kassel, Alemania, Munich y Den Haag, Holanda. Ese mismo año se utilizó en Suiza, en la feria BEA de Berna, y durante el Tour de Suiza para proyectar eslóganes publicitarios y las clasificaciones de la carrera ciclista. En todas partes, el Spitlight despertó la admiración de la gente.

La fuente de luz, capaz de proyectar imágenes y textos hasta una distancia de seis kilómetros, era una lámpara de arco de carbono. Esta tecnología desarrolló una luz muy intensa similar a la producida por la soldadura por arco eléctrico.

La intensidad de la lámpara era de 350 000 lúmenes (la del proyector doméstico actual es de alrededor de 3 000 lúmenes) y generaba temperaturas entre 5000 °C y 7000 °C. Para su funcionamiento el Spitlight necesitaba una fuente de energía producida por un generador diésel de 120 CV. Para controlar la temperatura del proyector, Gianni Andreoli desarrolló un sistema de refrigeración por aire y agua. El Spitlight fue montado en un camión Bedford, fabricado en 1952 en Luton, Inglaterra.

El invento futurista de Andreoli parecía estar destinado a un futuro brillante. Sin embargo, los tres socios estaban enfrentados por un préstamo de 100 000 francos en el Volksbank Hochdorf de Lucerna. Ninguno se sentía obligado a devolver el dinero, dando comienzo así a una larga disputa judicial. Convencido de su inocencia, el ingeniero del Ticino interpuso una demanda de impugnación de la deuda, alegando que había sido engañado y que los socios se habían aprovechado de su buena fe. “Andreoli era un visionario que nunca dio mucha importancia a los aspectos jurídicos y financieros de sus inventos”, recuerda Wirth. “Y a menudo tuvo la desgracia de asociarse con las personas equivocadas”.

La precipitada huida de Cortina d’Ampezzo

En Cortina d’Ampezzo, Andreoli descubrió que volvería de los Juegos Olímpicos más pobre que antes. En efecto, sin que él lo supiera el Spitlight se prestó gratuitamente a los organizadores de las Olimpíadas, por lo que Andreoli, que ya atravesaba graves dificultades financieras, no ganó nada con el audaz viaje a los Dolomitas. El ingeniero, desesperado, decidió ocultar su invento.

“Al regresar de Cortina d’Ampezzo, Andreoli estacionó el camión primero en el cobertizo de una curtiduría en Canobbio (a unos 400 metros de la casa de uno de los inversores) y luego en un taller de automóviles en Lugano”, explica Wirth. “Comienzan una demanda judicial y un procedimiento de quiebra que concluyen en febrero de 1962 con la subasta del proyector”.

El Spitlight estaba en muy mal estado porque se había abandonado, así que Huber & Brühwiler, que habían participado en la construcción del camión, se lo quedaron por apenas mil francos. Durante más de veinte años, el Spitlight fue víctima del óxido y el polvo en el cobertizo del taller de carrocería de Lucerna. Y su genial inventor ya no lo vería en funcionamiento: Gianni Andreoli murió a los 53 años, en diciembre de 1971, por una leucemia aguda.

camión con el proyector encima
El Spitlight estaba en pésimo estado cuando Technorama lo compró en 1983. © Fondazione ENTER Soletta

En 1983, tras leer un artículo sobre la historia de Gianni Andreoli publicado en el Luzerner Neuste Nachrichten, el director del Technorama de Winterthur quedó prendado del Spitlight. Sin embargo, el proyector y el camión se encontraban en un estado lamentable. Para recuperarlos, 22 ingenieros trabajaron unas 4 000 horas como voluntarios, devolviéndolos al esplendor de sus mejores años. Desde 1985, Technorama lo utilizó en diversas ocasiones, pero a menudo perdiendo dinero, ya que los costes ascendían a casi 3 000 francos al día. Además, las proyecciones sólo eran posibles con buen tiempo o con un manto compacto de nubes.

Desde 1988, el Spitlight quedó aparcado frente a la entrada del Technorama y luego olvidado en los depósitos del museo. Y una vez más, el proyector futurista parecía ser víctima de la guadaña del olvido. Pero en 2019, el cohete cromado de Gianni Andreoli fue redescubierto por ENTEREnlace externo, el Museo de Informática y Electrónica de Entretenimiento, que abrirá sus puertas en noviembre de 2023 en Derendingen, en el cantón de Solothurn. El Spitlight se restauró y su proyector se reemplazó por un equipo moderno que se prueba durante los días de cine de Solothurn 2021. El Spitlight vuelve así a iluminar las fachadas de una ciudad suiza, como lo hacía setenta años atrás en Lucerna, reviviendo el sueño de su visionario inventor, Gianni Andreoli. 

Texto adaptado del italiano por Norma Domínguez

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