Letícia Vargas Bento: «El bolsonarismo es una reacción de grupos que temen perder privilegios»
La campaña electoral brasileña está en pleno apogeo. Los dos contrincantes, Jair Bolsonaro y Lula, difícilmente podrían ser más diferentes. Letícia Vargas Bento, estudiante de doctorado en la Universidad de San Gall, subraya la polarización que hay en el país.
SWI swissinfo.ch: La primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil tendrá lugar el 2 de octubre. ¿Cuál es el ambiente en el país?
Letícia Vargas Bento: La gente está cansada, no aguanta más. Desde 2016 vivimos una situación de fuerte polarización, que en realidad comenzó en 2013 con las grandes manifestaciones contra el Mundial de Futbol. Desde hace mucho tiempo reina la sensación de que nuestra democracia está amenazada y que algo puede ocurrir en cualquier momento. Es como un sentimiento difuso de inseguridad.
En la década de 2000, todavía veíamos el futuro con optimismo. Hoy en día, la pobreza y la inseguridad se han vuelto a instalar, hay gente que pasa hambre. Incluso la campaña electoral es agotadora, la gente solamente quiere seguridad y mejores condiciones de vida.
Letícia Vargas Bento elabora una tesis doctoral sobre Inversiones de impacto en Brasil (inversiones realizadas para generar un impacto social y medioambiental positivo y mesurable, además de dinero) en la Universidad de San Gallen y colabora con el Centro Latinoamericano-Suizo de la misma institución. Anteriormente trabajó para el gobierno federal del estado de Minas Gerais en Brasil.
¿Se teme que haya disturbios después de las elecciones? ¿Cómo está la democracia en el país?
Este miedo está presente incluso durante la campaña electoral. Quiero creer que nuestra democracia y nuestras instituciones son lo suficientemente fuertes para contener los peligros, pero la verdad es que no lo sé.
Jair Bolsonaro, el presidente en funciones, está sembrando la duda sobre el sistema electoral, difundiendo rumores, hablando de manipulaciones cuando no hay pruebas de ello. Esto crea un clima opresivo, una sensación de que algo peligroso nos acecha.
Jair Bolsonaro ataca a las autoridades electorales, a los tribunales, critica a las instituciones. ¿Hasta qué punto copia a Donald Trump?
Admira a Trump, nunca lo ha ocultado. Bolsonaro siempre ha hablado positivamente de su estilo y ha hecho todo lo posible para que el público lo conozca. Pero no es solamente él: toda su familia está involucrada y se entromete en los asuntos del gobierno, como lo hizo la familia de Trump.
Hay paralelismos: ambos son políticos de extrema derecha, que parecen haber llegado al poder por la puerta de atrás. ¿Cómo ha sido posible?
Fue una sorpresa, también en Brasil. Poco antes de su elección a la presidencia, parecía improbable que un político así llegara al cargo más alto del país.
Ciertamente, no hay una respuesta sencilla a esta pregunta. Al igual que con Trump, hay grandes contradicciones en Bolsonaro: se presenta como incorruptible, pero tiene muchos escándalos de corrupción a sus espaldas. Exalta los valores conservadores y la imagen tradicional de la familia, pero está en su tercer matrimonio y ha empujado a una exmujer a abortar. Son cosas que sus partidarios pretenden no ver. Pero el juego de la polarización también lo están jugando en el otro lado: Tratan de fascistas a Bolsonaro y a sus partidarios.
Pero no es tan sencillo. Creo que hemos llegado a un punto en el que grupos que están perdiendo sus privilegios han reaccionado eligiendo a un Bolsonaro. El feminismo político desafía la cultura machista del país, hay cuotas para brasileños negros en las universidades, etc. La sociedad brasileña siempre ha tenido conciencia de clase y ahora las viejas élites ven cómo se erosionan sus privilegios.
¿Una reacción al incremento de la inclusión política?
Exactamente. Una parte se remonta a los grandes programas sociales de Lula. Pero también está relacionado con las tendencias mundiales, al feminismo, al declive de la religiosidad, a los debates sobre el racismo. No es específicamente brasileño.
¿Cómo evalúa el papel de las iglesias evangélicas, cada vez más influyentes en Brasil?
El catolicismo ha disminuido mucho en las últimas tres décadas; creo que hoy en día un tercio de la población pertenece a una iglesia evangélica. Así que, solamente en términos de números, se han hecho muy fuertes. Y, efectivamente, son muy activas políticamente, actúan estratégicamente y tienen una fuerte red internacional, no solamente en Estados Unidos y América Latina, sino también en África.
Tienen una visión del mundo muy conservadora, se consideran en contra las fuerzas progresistas y por eso son aliados de Bolsonaro. Puede que sus bases no apoyen a Bolsonaro de forma incondicional, hay demasiada gente diversa allí para eso. Pero sus líderes sí. Así que los evangélicos son muy importantes como segmento electoral.
Lula ha vuelto. ¿Qué dice eso de Brasil?
Que no hemos logrado, como sociedad, hacer emerger nuevas personalidades con el carisma y la popularidad del antiguo Lula. Muchos de los que votarán por él este año lo harán para descartar a Bolsonaro, no porque apoyen sin reservas a Lula.
Por supuesto, Lula se alimenta del pasado. Bajo Lula, Brasil tenía un estatus diferente, el país era visto positivamente en todo el mundo. Somos nostálgicos, echamos de menos los buenos viejos tiempos. Lula recuerda a la gente cómo era entonces: uno podía sentirse orgulloso de Brasil. Hoy, ya no podemos.
¿Pero, Lula es también responsable de la polarización? Los grandes escándalos de corrupción bajo su gobierno amargaron a mucha gente y la llevaron a los brazos de Bolsonaro, ¿no es así?
Por supuesto que sí. Pero el problema de la corrupción en Brasil es que uno puede tratarla de formas muy diferentes. La corrupción existía con Lula, también existe con Bolsonaro. ¿Cuál es la diferencia entre ellos ahora? Cuando el Partido de los Trabajadores de Lula estaba en el poder, todavía había investigaciones, lo que hoy ya no es el caso.
Incendios, desbroces y talas ilegales: la situación de la Amazonia es noticia en el extranjero. ¿Qué papel juega en la campaña electoral?
Un papel menor. A menos que se sea originario de la Amazonía, el tema no nos afecta realmente en la vida diaria. Los jóvenes siguen bastante preocupados por la sostenibilidad y la protección del medio ambiente, pero los problemas son muy importantes en todo el país. Las incertidumbres económicas dificultan la vida y la mayoría de la gente percibe la Amazonía como algo lejano a su vida cotidiana.
Lo que el gobierno actual no entiende es la importancia internacional de la Amazonia: el 80% está en Brasil, pero lo que ocurre allí afecta a todo el mundo. Se trata de un problema general: en aquella época, el Partido del Trabajo actuaba metódicamente, lanzaba grandes proyectos sociales y tenía objetivos a largo plazo para el país. Se puede estar o no de acuerdo con esos objetivos, pero al menos tenían una visión. Este no es el caso bajo Bolsonaro – no hay estrategia, ni objetivos claros, excepto el regreso a la situación de antes.
Usted es un investigador de la inversión de impacto. ¿Cómo se presenta en Brasil?
La inversión de impacto se refiere a las inversiones que no solamente buscan un rendimiento financiero, sino también un impacto social o medioambiental positivo. En los últimos años, este tipo de inversión ética ha experimentado un fuerte crecimiento, incluso en Brasil. Es muy interesante ver cómo un enfoque capitalista clásico puede desencadenar impulsos de política de desarrollo. Y esto incluso en un país propenso a la crisis como Brasil.
Suiza desempeña un papel destacado en este ámbito; se calcula que un tercio de todas las inversiones de este tipo en el mundo se gestionan desde aquí. Espero que las inversiones suizas en Brasil aumenten en el futuro, ya que el país sigue siendo atractivo en este sentido a pesar de todos los problemas.
Adaptado del francés por Marcela Águila Rubín
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