Seis cosas que debe saber de la relojería suiza
El Salón Mundial de la Relojería abre sus puertas este jueves en Basilea en un contexto sombrío para la industria. swissinfo.ch le invita a descubrir un sector que simboliza el saber hacer y la precisión de los relojes de fabricación suiza.
Suiza fabrica alrededor de 30 millones de relojes al año, lo que representa el 2,5% de la producción mundial. Sin embargo, concentra el 50% de la facturación global de esta industria. Se estima que más del 95% de los relojes de lujo vendidos en el mundo (cuyo valor unitario supera los 1 000 francos suizos) son producidos en Suiza.
Desafortunadamente, los consumidores no son los únicos que tienen en gran estima a la relojería de lujo. Los falsificadores también son sus adeptos. Según la Federación de la Industria Relojera SuizaEnlace externo (FH), cada año se fabrican más de 35 millones de falsos relojes, o sea, más que el número de relojes suizos originales. Las falsificaciones generan 1 000 millones de francos, lo que equivale al 5% de las ventas anuales del sector formal.
“Si usted tiene 50 años y no tiene un Rolex, ha fracasado en la vida”. El famoso eslogan del publicista francés Jacques Séguéla, ilustra la dimensión simbólica que la marca Rolex ha adquirido a nivel mundial como ícono del lujo. Sus relojes lucen en la muñeca de personajes famosos como Roger Federer o Brad Pitt Nicolas Sarkozy.
Rolex es la marca suiza que mejor se vende alrededor del mundo. En 2015 facturó cerca de 5 000 millones de francos, muy por delante de Omega y Cartier, que en ambos casos facturaron 2 000 millones, según estimaciones de René Weber, analista del Banco Vontobel.
Pese a ser la marca más famosa del mundo, Rolex siempre se ha manejado con la más grande discreción.
Controlada por la fundación de la familia Wilsdorf, fundadora de la marca, Rolex no cotiza en bolsa y sus acciones no son negociables. Esto permite a la marca ginebrina manejar libremente su estrategia de comunicación y decidir qué información financiera divulga, sin verse obligada a ceñirse a las reglas de transparencia que impone el mercado de valores.
Al lado de Rolex, otros tres grupos dominan el mercado relojero suizo:
– Grupo SwatchEnlace externo: Es el principal grupo relojero del mundo. Sus acciones cotizan en bolsa, pero el 40% de su capital está en manos de la familia Hayek y su círculo cercano.
– RichemontEnlace externo: La empresa creada por el sudafricano Johann Rupert cotiza en las bolsas de Suiza y de Sudáfrica.
– LVMHEnlace externo: Es el grupo número uno del mundo en el mercado del lujo, es dirigido por el francés Bernard Arnault. Tiene sede en París y cotiza en la bolsa francesa.
La riqueza anual que genera la relojería equivale al 1,5% del Producto Interno Bruto (PIB) de Suiza. Es la tercera industria exportadora más importante del país, después de los sectores químico-farmacéutico y el de las máquinas-herramientas. El grueso de las firmas relojeras tienen sede en Neuchâtel, Berna, Ginebra, Solothurn, Jura y Vaud, cantones que concentran 90% de la producción.
Las empresas relojeras son una sólida fuente de trabajo: Un total de 500 empresas generan 57 000 empleos directos. Si se le suman los empleos indirectos, se estima que 100 000 plazas dependen de la producción relojera en Suiza.
Sin embargo, los salarios no son tan atractivos como las piezas que producen los trabajadores del sector. En 2016, el salario medio de los empleados de la industria relojera fue de alrededor de 5 000 francos mensuales, unos 1 000 francos por debajo del salario medio en Suiza.
La industria relojera alcanzó la cima de su producción a finales de los años 60, con 1 500 empresas en el mercado y 90 000 empleados. Pero a principios de los 70, la llegada de los relojes de cuarzo de origen asiático la sumió en una profunda crisis. A mediados de los 80, solo sobrevivían entre 500 y 600 empresas y quedaban en pie 30 000 empleos.
Inició entonces una fase de relanzamiento encabezada por la empresa Swatch que apostó por la producción masiva de relojes suizos a precios asequibles. Los resultados positivos llegaron. Y la industria logró incluso un nuevo periodo de pujanza tras la llegada del nuevo milenio, con el creciente interés que despertaban los artículos de lujo en los mercados emergentes. En 2014, las exportaciones relojeras superaron los 22 000 millones de francos –el doble que 15 años antes– y la industria generaba 60 000 empleos. Sin embargo, los últimos dos años han sido menos generosos. El declive se debe a los problemas que atraviesan algunas economías asiáticas, que son consumidoras de estos productos.
Desde los años 60, las fábricas de la industria relojera han dependido de la mano de obra extranjera. En aquella década, los empresarios contrataban fundamentalmente a mujeres italianas, poco cualificadas y mal remuneradas, para ocuparse de las repetitivas acciones de la cadena de montaje.
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La mano de obra extranjera, pilar de la relojería suiza
En los últimos años, los trabajadores transfronterizos franceses son los que más han participado en el desarrollo de la relojería del arco del Jura, donde ocupan casi uno de cada tres empleos. Un guiño a la historia de la relojería internacional, ya que fueron los refugiados hugonotes (protestantes franceses) los que trajeron este oficio a Suiza a mediados del siglo XVI.
Durante los últimos tres lustros, las exportaciones de relojes suizos a China se han multiplicado por 100. Hong Kong y China son hoy el primer y tercer importador, sitio, respectivamente. Si a ello se suma el llamado turismo de compras, prácticamente uno de cada dos relojes en el mundo son adquiridos por clientes chinos.
Pese a ello, el Eldorado chino ha perdido brillo. En 2015 y 2016, las exportaciones hacia China y Hong-Kong experimentaron un claro retroceso. Esto se debe a que la economía china pierde ritmo y a la férrea campaña anticorrupción que ha mantenido el gobierno de Xi Jinping.
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Fin del auge de la relojería suiza en China
Contacto a los autores del artículo en Twitter: @samueljabergEnlace externo & @duc_qnEnlace externo
Traducción del francés: Andrea Ornelas
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