Envejecer en casa, pero ¿a qué precio?
Muchas personas quieren vivir en su casa el mayor tiempo posible. En Suiza, los asistentes de Europa del Este son quienes a menudo hacen que este deseo se cumpla, generalmente en condiciones que equivalen a la explotación. Según Karin Schwiter, geógrafa laboral de la Universidad de Zúrich, este sistema no es sostenible. Ella aboga por una solución distinta.
swissinfo.ch: El hecho de que los ancianos sean cuidados por personas que residen con ellos durante semanas o meses es bastante novedoso en Suiza. ¿Quiénes son estas personas llamadas ‘internas’ (‘Live-in’, como se las denomina en inglés)?
Karin Schwiter: La asistencia en el domicilio surgió en Suiza con la ampliación de la libre circulación de personas a los países del este de la UE en 2011. Al principio, la mano de obra -casi exclusivamente femenina- provenía en su mayoría de Polonia y Eslovaquia, y después de Rumanía y Bulgaria.
Gran parte de estos trabajadores tienen una buena educación, pero les cuesta encontrar un empleo interesante en sus países de origen: temen que sus jubilaciones sean insuficientes o están ahorrando para la educación de sus hijos. Tienen en común que no han recibido capacitación en enfermería, ya que de lo contrario también podrían estar trabajando en Suiza en una casa de retiro o en un hospital.
¿Cuál es la diferencia entre la situación jurídica de los asistentes internos en Suiza y la de los cuidadores migrantes en otros países?
En Suiza, los acompañantes internos son empleados por empresas específicas o por hogares particulares. Se benefician de la legislación local y, por lo tanto, deben percibir al menos el salario mínimo prescrito. En Alemania, por ejemplo, la situación es distinta: las agencias de su país de origen también pueden enviar personas internas.
Como consecuencia, siguen sujetos al sistema de seguridad social de su país y no gozan de la misma protección que otros trabajadores en Alemania. Esto no está permitido en Suiza.
Austria, por su parte, introdujo un modelo de autoempleo, pero esto realmente no condujo a una mayor autodeterminación. En Suiza, los asistentes internos están, por lo tanto, mejor protegidos legalmente que en otros países, al menos teoréticamente.
¿Y en la realidad?
El desempeño real de un cuidador interno generalmente va mucho más allá de las seis o siete horas diarias que normalmente se pagan como tiempo de trabajo oficial.
Es precisamente por esta razón que algunas familias optan por la atención domiciliaria: quieren tener a alguien en casa que esté disponible las 24 horas del día para que, en caso de necesitar ayuda por la noche para ir al baño, por ejemplo, puedan contar con el apoyo de estas personas. Sin embargo, esta presencia permanente a menudo se paga muy poco, si es que se paga.
¿Cómo explica esta situación?
Es imposible ignorar la responsabilidad por una persona muy vulnerable. Aún cuando muchos contratos incluyen un descanso por la tarde para los cuidadores, la mayoría de ellos son reacios a pedirla.
No quieren dejar a una persona mayor sola durante horas cuando depende de ellos. También es una cuestión de humanidad. Estos trabajadores establecen una relación con el paciente al que cuidan. No trabajan en una empresa en la que al terminar su jornada laboral puedan desentenderse de todo.
Por este motivo, a menudo se espera de los asistentes, incluso en sus días libres, que sirvan el desayuno por la mañana y ayuden a los ancianos a vestirse antes de que cualquier familiar los visite, y que vuelvan a más tardar para preparar la cena. El resultado es que muchos trabajadores están empleados casi sin parar durante días o semanas enteras. Eso es explotación.
Durante mucho tiempo se ha debatido en Suiza la necesidad de hacer que el trabajo en hogares privados, como el de los cuidadores internos, esté sujeto a la legislación laboral. El Tribunal Federal accedió parcialmente a esta solicitud. ¿Qué significa esta decisión?
En diciembre de 2021, el Tribunal Federal dictaminó que la Ley del Trabajo se aplicaría a partir de ahora al empleo de los cuidadores internos en hogares privados, si trabajan a través de una agencia y no son contratados directamente.
Esto implica el derecho a once horas de descanso al día y un límite de días sucesivos de guardia y de guardia nocturna.
En consecuencia, una agencia de atención domiciliaria tiene que proporcionar a una persona mayor en su domicilio varios empleados que se turnan para trabajar las 24 horas del día. La proporción de la población que puede permitirse este tipo de servicio es, por tanto, extremadamente pequeña.
Suiza es uno de los pocos países donde los cuidadores internos se están sindicalizando y exigiendo condiciones de trabajo más justas…
Sí, en los últimos años los asistentes internos se han unido y han logrado recuperar el pago atrasado en varios casos. En estas sentencias se demostró a posteriori, a partir del cuadro clínico de las personas asistidas, que hacía mucho tiempo que necesitaban una presencia continua y que, por lo tanto, los cuidadores internos debían ser compensados por el tiempo de trabajo adicional y permanencia.
Esta es también una de las principales razones por las que este modelo de cuidados está menos extendido en Suiza que en otros lugares: las personas que contratan a un asistente residente suelen ser conscientes de que pueden entrar rápidamente en conflicto con la ley.
Un cuidador en casa también puede ser bien tratado, como muestra el ejemplo de María en el Tesino:
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Una nueva vida cuidando de otros en el extranjero
¿Está muy extendido el modelo de cuidadores internos en Europa y en el resto del mundo?
Los cuidadores internos se pueden encontrar en todo el mundo. Muchas mujeres del sudeste asiático ofrecen este tipo de servicio en los Estados del Golfo o en el Medio Oriente, mientras que los latinoamericanos a menudo van a los Estados Unidos.
En Europa, se desplazan de este a oeste. En general, siempre se trata de una migración de las regiones más pobres a los países más ricos. Pero, ¿quién se ocupa de los ancianos que se quedan en sus países de origen? La migración deja un agujero enorme, conocido como «fuga de cuidados».
Sumado a esto, las cadenas globales de asistencia tienden a crecer. Lo vemos en Europa: en Alemania, los trabajadores de cuidado ya provienen de Bielorrusia o Ucrania, con contratos laborales polacos. En cuanto mejoran las perspectivas de empleo en un país, los cuidadores internos dejan de ser una opción atractiva para los trabajadores. Por lo tanto, es necesario contratar a asistentes de países más lejanos.
Por supuesto, para ser cínicos, se podría decir que siempre habrá suficientes dificultades económicas en algún lugar para que las mujeres elijan este trabajo. Pero los desplazamientos más largos hacen que la migración pendular sea más difícil y costosa: es un modelo construido sobre arena.
La aparición de la asistencia domiciliaria revela deficiencias en la política de vejez en Suiza. ¿Qué debería cambiar en el cuidado de las personas mayores?
Deben crearse oportunidades financieras que permitan a las personas mayores quedarse en casa más tiempo y beneficiarse de un apoyo ocasional, no sólo para los cuidados médicos, sino también para la gestión de la vida cotidiana.
Actualmente, esta asistencia no está financiada por las autoridades públicas y, por lo tanto, está reservada para quienes pueden costearla. Al mismo tiempo, llega un momento en que ya no es razonable quedarse en casa. Cuando una persona ya no puede vivir sola en su hogar sin ponerse en peligro, es necesario pensar otra solución.
Por lo tanto, es importante que existan buenas alternativas. Se deben poner a disposición suficientes fondos públicos para este propósito. A menudo se demoniza erróneamente a los hogares para ancianos: muchos ofrecen cuidados excelentes, actividades variadas y oportunidades para socializar. Estos son lugares bien equipados donde la vida es buena.
Al mismo tiempo, se están desarrollando formas alternativas de vivienda, estructuras más pequeñas como alojamientos de atención, grupos de apartamentos con especialistas en el lugar, en los que los residentes son atendidos de manera profesional. Entonces están mucho menos aislados y solos que en sus propios hogares. Es una manera de glorificar el hecho de permanecer en casa hasta el final de la vida.
Texto adaptado del francés por Norma Domínguez
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