Escapa por poco del Vel d’Hiv y termina su periplo en Crans-sur-Sierre
Francia conmemora este sábado el 80º aniversario de la redada del Vel d'Hiv (Velódromo de Invierno), la mayor detención masiva de judíos en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Edmond Richemond escapó por poco, antes de partir hacia Suiza y sus campos de tránsito. Este es su testimonio.
Edmond Richemond, de 93 años, acudirá este sábado a Sarcelles, cerca de París, para las conmemoraciones de la redada del Vel d’Hiv. A pesar de la canícula, a pesar de la emoción. Hace ochenta años, de madrugada, la policía francesa se llevó a su madre, a la que nunca volvería a ver, y trastocó su vida.
Desde el mes de junio de 1942, Adolf Eichmann, responsable de la logística de la “Solución Final”, y su delegado en Francia, Theodor Dannecker, reclaman la deportación de entre 30 000 y 40 000 judíos de entre 16 y 45 años, de los cuales unos 20 000 de la región parisiense. Las autoridades francesas, replegadas en Vichy, que colaboran con el ocupante y comparten más o menos su antisemitismo, se pliegan. A condición, como resume el historiador Laurent Joly en su reciente resumen La Rafle du Vel d’Hiv (La Redada del Vel d’Hiv) (Grasset), de que esos judíos “fueran extranjeros (o de origen extranjero) y que las fuerzas del orden de Vichy actuaran con total autonomía”.
En resumen, la policía francesa se encargaría de todo. Al padre de Edmond, Rachmil Richemond, nacido Reichman en Polonia en 1897, los inspectores de policía le aseguran que las mujeres y los niños no corren riesgo. Por ello, Rachmil y su hijo mayor, Jack, abandonan en 1941 su casa de la calle Braille, en el distrito 12 de París, y se esconden. Dejan a Edmond y a su madre Rachel solos en el apartamento.
El infierno del Vel d’Hiv
La policía toca el timbre ese 6 de julio de 1942. Pide a la señora Richemond que prepare comida y ropa para tres días. Edmond, de 13 años, pretende dirigirse a su habitación para recoger sus cosas, pero se va a casa de sus vecinos, los Richards. Rachel es llevada al Vélodrome d’Hiver, un estadio cubierto cerca de la Torre Eiffel.
En total, 12 884 personas fueron detenidas en dos días, de las cuales más de 8 000 fueron enviadas al Vel d’Hiv (las demás al campo de Drancy). Las condiciones dantescas que reinan en el estadio fueron descritas por una joven trabajadora social a su padre. “Es algo horrible, demoníaco (…) que te oprime la garganta y te impide gritar (…) Cuando entras, el ambiente viciado te deja sin aliento y te encuentras en este gran velódromo negro de tanta gente amontonada. Los pocos aseos están bloqueados. No hay nadie que los arregle. Todo el mundo está obligado a hacer sus necesidades a lo largo de los muros…”
Vichy ni siquiera cumplió su promesa de entregar al ocupante solamente a los “judíos extranjeros o apátridas”. Como señala Laurent Joly, unos 3 000 niños del Vel d’Hiv “tenían la nacionalidad francesa, eran auténticos pequeños parisinos llamados Albert, Janine, Henri, Marie…”
Alrededor de dos tercios de las personas buscadas escaparon a las redadas. Entre las muchas explicaciones de Laurent Joly, está la relativa complacencia de los agentes, que no son muy celosos y a veces incluso advierten a los judíos. Mala suerte: en el distrito 12, donde viven los Richemond, el comisario Boris es un ultra, un furibundo petainista. Podrá hacer gala de su tasa de “éxito” récord, la detención del 61% de los judíos.
El loco cruce de la frontera
Edmond permanece un mes con los Richards, cuyo valor les valdrá más tarde el título de Justos entre las Naciones. En septiembre, se hacen cargo del muchacho organizaciones judías clandestinas – especialmente la Colonie Scolaire- que se ocupan de llevar a los jóvenes judíos a la “zona libre” y luego a Suiza.
“Desde Annemasse, quince niños marchamos hacia Ginebra. Cantamos Maréchal nous voilà para evitar cualquier sospecha», recuerda Edmond Richemond. Seguíamos la carretera a lo largo de la frontera con su doble alambrada de 2,5 metros de altura. Yo tenía bien claras las instrucciones: cruzar la alambrada a la altura del gran roble.
Al cruzar la valla, los niños vieron acercarse a un soldado alemán. “Estábamos atrapados. ‘No, grita el más joven, fíjense bien, lleva una cruz blanca en su uniforme”. Era un guardia fronterizo suizo de expresión alemana. En el puesto de Veyrier, los hombres escuchaban un partido de fútbol. ¡Qué contraste y qué alivio!”
Edmond fue dirigido al campo de clasificación de Cropettes en la ciudad de Ginebra. 2 526 personas, entre ellas 1 622 refugiados judíos, transitaron por esa escuela requisada por las autoridades durante la guerra. De este total, 80 fueron rechazados y devueltos. En agosto de 1942, la División de Policía emitió una circular confidencial en la que se indicaba que los desertores, los prisioneros de guerra y otros militares, así como los refugiados políticos, debían ser acogidos en Suiza. Sin embargo, especificaba que “los que han huido solamente por su raza, los judíos, por ejemplo, no deben ser considerados como refugiados políticos”.
La Suiza de los palacios
De niño, Edmond permanece en Suiza y pasa por varios campos bajo condiciones “muy duras”. En el de Varembé, “escribí al Gran rabino de Berna pidiéndole que nos enviara un paquete de alimentos. El resultado: recibimos cinco Biblias y 5 francos suizos…”
Trasladado al Hotel des Dents du Midi en Champéry, Edmond teme ser enviado a un campo de trabajo. Sugiere entonces al encargado, el señor Turini, limpiar las habitaciones. Encantado, el hombre le propone que lo encuentre en su casa, en Crans-sur-Sierre, para trabajar en la hostelería, en el Hotel Golf. Era todo lo que el chico necesitaba.
“Fue mágico, extraordinario. Nunca había visto nada igual en mi vida. La despreocupación, la paz”, relata en la hermosa película que le dedica su nieto Simon Maller, Opa (Abuelo). “Me crucé con reyes, con el Príncipe de Mónaco”, comenta. Y con el gran diplomático e historiador suizo Carl Jacob Burckhardt.
“Sus hijas me enseñaron a esquiar. Sorprendido, Burckhardt me llamó a su habitación y me preguntó por mis antecedentes”. El vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) le promete preguntar a las autoridades alemanas por sus padres. Promesa que cumplió.
Rumbo a Auschwitz
A principios de septiembre, justo cuando Edmond se dirigía a Suiza y a la libertad, sus padres y su hermano son deportados del campo de Drancy. Dirección la Polonia ocupada. Rachmil y Jack son detenidos en el campo de trabajo de Blechhammer, de donde regresarán al final de la guerra. Rachel es transportada a Auschwitz, donde muere en una cámara de gas el 9 de septiembre.
De las 12 884 personas detenidas los días 16 y 17 de julio de 1942 en la región parisina, 12 400 fueron deportadas. Solamente unos pocos cientos sobrevivieron a los campos nazis
Mucho más tarde, con motivo de su boda, Edmond Richemond volverá al Hotel del Golf. Y se dará el gusto de ser atendido por un empleado antisemita, que le había dicho en 1944: “¡Estás ocupando el puesto de un suizo!”
Adaptado del francés por Marcela Águila Rubín
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