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Drones de rescate fabricados en Lausana

robot volador Elios
Un robot volador permite inspeccionar chimeneas, cisternas, conductos de ventilación o reactores sin poner en peligro la vida humana. Flyability

Utilizados por centrales nucleares, la industria, la policía y los bomberos, los drones de la empresa Flyability pueden llegar a lugares del todo inaccesibles para el ser humano. Estos pequeños robots voladores se han convertido, en pocos años, en la clave del éxito del Drone Valley suizo.

“Tras el terremoto de Haití (2010) y el desastre nuclear de Fukushima (2011), se constató que los sistemas robóticos no eran capaces de penetrar en entornos complejos y desestructurados para examinar la situación o verificar la presencia de posibles víctimas. Por lo que pensamos que tendría que poder desarrollarse un robot capaz de acceder a lugares aislados, con muchos obstáculos y espacios reducidos”, recuerda Patrick Thévoz.

Patrick Thévoz
Patrick Thévoz, cofundador de Flyability. swissinfo.ch

En 2014, Patrick Thévoz y su primo Adrien Briod crearon FlyabilityEnlace externo, convencidos de que podían lograr dicho objetivo. Unos años antes, habían terminado un máster en microtécnica en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL). Mientras Patrick Thévoz ha trabajado como consultor de estrategia empresarial durante algunos años, Adrien Briod ha continuado su investigación con un doctorado en robótica voladora. Dos caminos que se complementan a la perfección para poner en marcha una empresa emergente exitosa, tecnológicamente innovadora y capaz de desarrollarse rápidamente. 

El ejemplo de las moscas

“Para nuestra investigación inicial nos inspiramos en lo que hacen los insectos: las moscas, en particular. Durante meses, hemos intentado comprender cómo las moscas consiguen volar en entornos especialmente difíciles, resistir los golpes, no perder su orientación y encontrar una salida. Llegamos a la conclusión de que necesitábamos un objeto lo suficientemente pequeño y ligero, capaz de corregir interrupciones importantes, de reaccionar ante las colisiones y mantener una gran estabilidad”, dice Patrick Thévoz.  

La “mosca” desarrollada por los dos ingenieros del cantón de Vaud se llama Elios. Es un dron de 40 centímetros de diámetro y 700 gramos de peso, protegido por una jaula esférica de fibra de carbono, con iluminación LED, una cámara de vídeo de alta resolución y un detector térmico capaz de, entre otras cuestiones, identificar la presencia humana. Pilotado por control remoto a través de una tableta, el pequeño dron se puede mover en ambientes con temperaturas que oscilan entre 0 y 50 grados y resistir colisiones de hasta cuatro metros por segundo. 

“Enseguida nos dimos cuenta de que nuestro dron podría utilizarse en el sector industrial, más que en el sector humanitario, dado que, afortunadamente, no hay tantos desastres naturales. Los primeros vídeos del dron que publicamos despertaron gran interés en el mercado de la inspección industrial, sobre todo en empresas de los sectores químico, petrolero, eléctrico o de conducciones”, afirma el jefe de Flyability.

Reducir el riesgo para las personas

En 2015, un año después de su nacimiento, la empresa ganó el primer premio Drones for goodEnlace externo en Dubái. El premio fue de un millón de dólares ofrecidos por los Emiratos Árabes Unidos para recompensar al mejor proyecto de desarrollo de un dron que mejore el día a día, sirviendo a la población o al medio ambiente. Un trampolín magnífico para que esta joven empresa suiza pudiera darse a conocer internacionalmente y atraer la financiación necesaria para comercializar su aparato.

El camino desde los primeros prototipos hasta el producto comercial, sin embargo, no ha estado exento de obstáculos, tal y como señala Patrick Thévoz. Aunque a día de hoy, Flyability ya tiene más de 300 clientes en todo el mundo. Su dron se utiliza sobre todo para inspeccionar plantas industriales, en las que de manera regular hay que comprobar el estado de las instalaciones y las máquinas. Elios es capaz de penetrar en zonas de difícil acceso y de proporcionar información valiosa sobre posibles grietas, procesos de corrosión u otros daños causados por el desgaste, los fenómenos naturales o sustancias químicas.   

Este es un trabajo que no es puramente humanitario, pero que a menudo permite evitar que vidas humanas se pongan en riesgo, como indica Patrick Thévoz. “En muchas empresas, las inspecciones humanas conllevan grandes riesgos de accidente o exposición a gases u otras sustancias peligrosas para la salud, como en los tanques de una refinería o en el generador de vapor de una central nuclear. El año pasado, por ejemplo, nuestro dron se utilizó para la inspección de una central eléctrica, después de que varias personas murieran en el derrumbe de un andamio montado para la inspección humana”, explica.

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Normas de seguridad más estrictas

Presente en decenas de países, Elios ha conseguido ocupar un nicho de mercado a nivel internacional. “Hoy en día, nuestra competencia son los andamios y las inspecciones humanas”, revela Patrick Thévoz. Hasta la fecha, la mayor demanda procede de Estados Unidos y Europa, pero también de países emergentes: de Asia, sobre todo. “China, por ejemplo, tiene una enorme infraestructura industrial, que requiere inspecciones, y cada vez existe una mayor voluntad de aplicar al personal normas de seguridad que se aproximan a las occidentales”, manifiesta.

Pero el dron de esta empresa de Lausana no interesa únicamente a la industria. Entre sus clientes están, por ejemplo, unidades policiales, como el RAID, un cuerpo de élite francés especializado en operaciones contra el crimen organizado y el terrorismo. También bomberos y agentes de seguros que deben entrar a un edificio después de un incendio para evaluar los daños o la responsabilidad del suceso. Sin embargo, Flyability no tiene ninguna intención de vender sus drones con fines militares. “No queremos que se utilicen como armas, sino como herramientas de observación para evitar que las personas se expongan al peligro”, dicen.

Un producto de Drone Valley

Uno de los principales retos a los que en este momento se enfrentan Patrick Thévoz y Adrien Briod es ir adaptando la estructura de la empresa al rápido crecimiento de la actividad y del personal: ahora tienen más de setenta empleados, un tanto apretados en los locales de la sede central en Lausana. En el desarrollo de la empresa, la Escuela Politécnica de LausanaEnlace externo (EPFL) ha jugado un papel fundamental. Y no solo en el trabajo de doctorado del que surgió el primer prototipo de Elios. 

“La EPFL también nos ha servido como incubadora, ya que ofrece una serie de programas que facilitan que los estudiantes y graduados pongan en marcha una start-up [empresa emergente]. Todavía hoy podemos colaborar con la escuela en proyectos de investigación fundamental. Además, representa un foco de atracción fantástico que atrae personas con talento que poder reclutar y emprendedores con quienes intercambiar nuestras experiencias. La EPFL genera un verdadero ecosistema para empresas emergentes como la nuestra”, añade Patrick Thévoz.

Entre la Escuela Politécnica de Lausana y su homóloga de Zúrich, en unos pocos años, se ha desarrollado un “Drone Valley” suizo, que cuenta en la actualidad con alrededor de 80 empresas. Flyability es hoy uno de los principales símbolos de este éxito. Para su jefe, “es claramente una ventaja tener a su alrededor varias empresas activas en el mismo sector, con las que se crean colaboraciones, pero también un espíritu de emulación. La existencia de un Drone Valley refuerza la credibilidad de todos nosotros, así como la confianza de los inversores y clientes”.

Traducción del francés: Lupe Calvo

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