Estados Unidos recupera las riendas de la agencia migratoria de la ONU
Cinco años después de que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) consiguiera romper la racha de ser dirigida siempre por un solo país -tras de la llegada del portugués António Vitorino-, este mes asumió el cargo una funcionaria que nuevamente es de origen estadounidense. ¿Cómo dirigirá Amy Pope esta agencia de la ONU en una coyuntura en la que la migración ocupa un lugar destacado en las agendas políticas de muchos países donantes?
Una radiante Amy Pope, acompañada de su equipo, hizo su arribo a la sala de prensa de las Naciones Unidas para iniciar su primera misión como nueva directora General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “El principal objetivo de la OIM es aprovechar al máximo los beneficios y las promesas de la migración”, dijo.
Pope, quien es la primera mujer que dirige la OIM, consideró que es una “labor ardua” comprometerse con las comunidades y los gobiernos en “hallar nuevas oportunidades para las personas, en vez de tratarlas solamente como un problema por resolver”. Y considerando los flujos migratorios récord que hay actualmente, afirmó que es vital que el sector privado reconozca los beneficios de la migración y la convierta en parte de las soluciones.
Como exasesora migratoria del presidente Joe Biden y exdirectora General Adjunta de Gestión y Reformas de la OIM, Pope obtuvo la Dirección General luego de una agresiva campaña electoral en la que se enfrentó a su predecesor, el expolítico y abogado portugués António Vitorino. «La competencia […] no sólo es saludable, también es algo que necesitamos más al interior del sistema de la ONU para asegurar que la organización evolucione y refleje los puntos de vista de los Estados constituyentes y miembros”, expresó a la prensa.
La sustitución de Vitorino por Pope devuelve a Estados Unidos el liderazgo histórico que había tenido en la OIM, que solo fue interrumpido en 2018, cuando el candidato promovido por el expresidente estadounidense Donald Trump fue rechazado por los Estados miembros.
Política, dinero y necesidades apremiantes
En la víspera de las elecciones presidenciales estadounidenses del 2024, Donald Trump, cuya política migratoria fue duramente condenada por los grupos de defensa de los derechos humanos, ensombrece nuevamente el futuro de la OIM, ya que las encuestas reflejan que el republicano adquiere cada vez más fuerza entre el electorado estadounidense.
Y en otros países -desarrollados y de tránsito migratorio- los gobiernos también están impulsando políticas para frenar la migración, como las deportaciones, la tramitación de solicitudes de asilo en terceros países o la negación de asistencia oportuna a embarcaciones peligrosas y hacinadas en altamar.
El aumento de la migraciónEnlace externo y los desplazamientos a nivel mundial, procesos en los que la OIM apoya a los migrantes en tránsito, ha puesto una gran presión sobre el presupuesto de la organización. Las aportaciones asignadas por Estados Unidos, el mayor contribuyente individual de la agencia, pasaron de 2.000 millones de dólares (1.800 millones de francos suizos) a 3.000 millones de dólares durante los últimos cuatro años. Y la financiación a la OIM es de carácter voluntario, casi siempre destinada a programas específicos.
El mandato de cinco años de Pope inicia en un momento de un gran repunte en las migraciones irregulares impulsado por conflictos, efectos del cambio climático, violencia de bandas y de género, y un crecimiento de la pobreza provocado por la pandemia de COVID, al que se suma el impacto de la inflación mundial.
Una de las regiones que más ha visto crecer la migración irregular es América Latina, con un número histórico de personas procedentes de Venezuela, Cuba o Haití, entre otros países de la región, y también de lugares lejanos como África y Afganistán, que han emprendido peligrosas travesías en el Darién, que es la región selvática que divide a Colombia de Panamá rumbo al norte. En años recientes, muchos de los migrantes que se dirigen a Estados Unidos han tenido que enfrentar deportaciones, procesos de detención y la separación de niños pequeños de sus familias.
Cuestionada por SWI swissinfo.ch sobre la forma en la que trabajará con Estados Unidos en el tema de los migrantes de la frontera sur que este país comparte con México, Pope aseguró que la OIM debe trabajar con los Estados miembros “en la construcción de más vías regulares en materia laboral, humanitaria o de reunificación familiar”.
Pope destacó que la mayoría de los migrantes llegan atraídos por la posibilidad de tener una oportunidad laboral, y la OIM podría ayudarles a contactar con los empleadores, incluso cuando se trata de trabajadores de escasa cualificación.
«Además, debemos identificar ante todo qué es lo que está alimentando la migración y seguir ofreciendo asistencia dirigida para poder estabilizar comunidades que, de otra manera, seguirían en movimiento. Debe realizarse una combinación (de acciones)”, añadió, empleando conceptos y términos que ha usado antes la actual administración estadounidense.
Pope, quien también trabajó en temas migratorios durante la presidencia de Barack Obama, dijo a SWI que tiene previsto visitar pronto países latinoamericanos para dialogar sobre la forma en la que deben abordarse las necesidades humanitarias que han surgido en estas rutas migratorias. «Estamos acordando las fechas», dijo.
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“No hay crisis migratoria, hay una crisis de gestión”
Encontrando soluciones
Sin embargo, el primer viaje de Pope será a Etiopía, donde se reunirá con funcionarios de la Unión Africana y sostendrá después un encuentro en Bruselas con funcionarios de la Unión Europea.
Pope afirmó que, además de la migración que existe desde países en desarrollo hacia Europa y Norteamérica, también es importante trabajar con las comunidades de todos los demás sitios a donde se dirigen los migrantes, incluidas las naciones del Golfo, para garantizar la mejor protección posible a estas poblaciones. Por ejemplo, las condiciones laborales ofrecidas en Qatar durante la Copa Mundial de Fútbol celebrada en 2022 pusieron en evidencia múltiples abusos sufridos por los trabajadores migrantes.
Doris Meissner, directora del Programa de Política de Inmigración Estadounidense del Instituto de Política Migratoria, declaró a SWI que espera que Pope «aporte energía y un relevo generacional a la dirección de la OIM».
La Organización Internacional de las Migraciones, fundada en 1951 en respuesta a a la migración procedente de Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial, se integró al sistema de la ONU en 2016. Actualmente tiene 175 países miembros y presta asistencia a decenas de millones de personas. En 2022, esto incluyó a más de 31 millones de personas a través de sus programas de respuesta a la crisis, y otros 6,3 millones de migrantes que recibieron información sobre cómo lograr una migración legal.
Será todo un desafío aportar una energía renovadora a una organización que está en la encrucijada de ofrecer una sólida respuesta humanitaria a los migrantes en tiempos en los que los países donantes se enfrentan a movimientos políticos antiinmigración cada vez más radicales.
«Necesitamos iniciar las conversaciones desde los lugares de origen de la gente, humanizando esta comunicación”, dijo Pope a los periodistas.
Desde la adopción del Pacto Mundial sobre Migración de la ONU en 2018 -de cuyas negociaciones se retiró el presidente Trump y el gobierno de Biden solo ha respaldado la “visión” general- son pocas las vías que se han abierto para facilitar la «migración segura, ordenada y regular» que pretendía promover este acuerdo.
A menudo, a los migrantes sólo les queda la posibilidad de solicitar asilo para poder ingresar legalmente en un país. Sin embargo, las leyes y las jurisprudencias nacionales, así como las convenciones internacionales, han demostrado ser limitantes a la hora de definir el concepto de refugiado.
«Es evidente que los países que han asumido el liderazgo en el establecimiento y preservación de estos principios durante los últimos años lo están teniendo cuesta arriba”, dijo Meissner, quien también dirigió en el pasado el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos (INS). Meissner pronosticó que, si Trump es reelegido el próximo año, “habrá un viraje brusco en el manejo de la migración en el mundo, y en Estados Unidos, en la forma en la que se aborda la inmigración”.
«Gran parte de las presiones que existen actualmente no pueden ser atendidas con las acciones contempladas por la caja de herramientas de protección humanitaria, y esto incluye al cambio climático masivo, los estados fallidos y el impacto delictivo de los cárteles, porque requieren respuestas de los gobiernos, de la cooperación internacional y soluciones trasfronterizas”, añadió Meissner, “ahí es donde debe centrarse el debate. Deberíamos ampliar las medidas humanitarias y de protección, en vez de desmantelarlas”.
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Casi cuatro de cada diez residentes en Suiza tienen antecedentes migratorios
Texto adaptado del inglés por Andrea Ornelas
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